jueves. 19.12.2024

Una nueva investigación de la Universidad de California Riverside (UCR) muestra que el aceite de soja no sólo conduce a la obesidad y la diabetes, sino que también podría afectar a las condiciones neurológicas como el autismo, la enfermedad de Alzheimer, la ansiedad y la depresión, según publican en la revista 'Endocrinology'. No obstante, advierten de que esto no sucede con otros productos elaborados con soja ni con la propia soja.

Utilizado para freír comida rápida, añadido a los alimentos envasados y la comida para el ganado, el aceite de soja es, con mucho, el aceite comestible más consumido en Estados Unidos, según el Departamento de Agricultura del país y, según alertan los autores de esta investigación, muy probablemente no es saludable para los humanos.

De momento han demostrado que no es bueno para los ratones. El nuevo estudio comparó ratones alimentados con tres dietas diferentes con alto contenido de grasa: aceite de soja, aceite de soja modificado para que sea bajo en ácido linoleico y aceite de coco.

El mismo equipo de investigación de la UCR ya descubrió en 2015 que el aceite de soja induce obesidad, diabetes, resistencia a la insulina e hígado graso en estos animales. Posteriormente, en otro estudio de 2017, el mismo grupo comprobó que si el aceite de soja está diseñado para ser bajo en ácido linoleico, induce menos obesidad y resistencia a la insulina.

Pero en el estudio publicado ahora los investigadores no encontraron ninguna diferencia entre los efectos en el cerebro entre el aceite de soja modificado y el no modificado. Específicamente, los científicos encontraron efectos pronunciados del aceite en el hipotálamo, donde tienen lugar una serie de procesos fundamentales. "El hipotálamo regula el peso corporal a través de su metabolismo, mantiene la temperatura corporal, es fundamental para la reproducción y el crecimiento físico, así como su respuesta al estrés", explica Margarita Curras-Collazo, profesora asociada de Neurociencia de la UCR y autora principal del estudio.

El equipo determinó que varios genes de ratones alimentados con aceite de soja no funcionaban correctamente. Uno de esos genes produce la oxitocina. En ratones alimentados con aceite de soja los niveles de oxitocina en el hipotálamo disminuyeron.

El equipo de investigación descubrió aproximadamente otros 100 genes también afectados por la dieta del aceite de soja. Creen que este descubrimiento podría tener repercusiones no solo para el metabolismo energético, sino también para la función cerebral adecuada y enfermedades como el autismo o la enfermedad de Parkinson. No obstante, advierten de que no hay pruebas de que el aceite cause estas enfermedades. Además, el equipo señala que los hallazgos solo se aplican al aceite de soja, no a otros productos de soja ni a otros aceites vegetales.

El equipo de investigación aún no ha aislado qué productos químicos del aceite son responsables de los cambios que encontraron en el hipotálamo. Pero ya han descartado a dos candidatos: no es ácido linoleico, ya que el aceite modificado también produjo alteraciones genéticas; ni es el estigmasterol, un químico similar al colesterol que se encuentra naturalmente en el aceite de soja.

Identificar los compuestos responsables de los efectos negativos es un área importante para la investigación futura del equipo. "Esto podría ayudar a diseñar aceites dietéticos más saludables en el futuro --avanza Poonamjot Deol, científico asistente del proyecto y primer autor del estudio--. El dogma es que las grasas saturadas son malas y las grasas insaturadas son buenas. El aceite de soja es una grasa poliinsaturada, pero la idea de que es buena no está probada".

De hecho, el aceite de coco, que contiene grasas saturadas, produjo muy pocos cambios en los genes hipotalámicos.