jueves. 19.12.2024

Si los pescados grasos estuvieran libres de contaminantes ambientales, se reduciría el riesgo de desarrollar diabetes tipo 2. Sin embargo, los contaminantes en el pescado tienen el efecto contrario y parecen eliminar el efecto protector de la ingesta de pescado graso. Esto ha sido demostrado por investigadores de la Universidad Tecnológica de Chalmers (Suecia), que han utilizado métodos innovadores que podrían utilizarse para abordar varias cuestiones sobre alimentación y salud en estudios futuros.

Las investigaciones sobre el efecto del consumo de pescado en el riesgo de diabetes han producido resultados contradictorios en los últimos años. Algunas muestran que comer mucho pescado reduce el riesgo de desarrollar diabetes tipo 2, mientras que otras muestran que no tiene efecto, y alungas muestran que incluso tiende a aumentar el riesgo. Ahora, con este diseño completamente nuevo, estos científicos suecos han llegado a una posible explicación para este rompecabezas.

"Logramos separar el efecto del pescado 'per se' sobre el riesgo de diabetes del efecto de varios contaminantes ambientales que están presentes en el pescado. Nuestro estudio demostró que el consumo de pescado en su conjunto no tiene ningún efecto sobre el riesgo de diabetes. Los propios peces proporcionan una clara protección contra la diabetes tipo 2. Sin embargo, al mismo tiempo, vimos una relación entre el alto consumo de pescado graso y el alto contenido de contaminantes ambientales en la sangre", explica Lin Shi, la autora principal del trabajo, que se ha publicado en la revista 'The Journal of Nutrition'.

Los contaminantes ambientales medidos en el estudio son contaminantes orgánicos persistentes (COP), por ejemplo, dioxinas, DDT y PCB. Investigaciones anteriores han demostrado que pueden estar relacionadas con un mayor riesgo de diabetes tipo 2. El efecto variable del pescado sobre el riesgo de diabetes en diferentes estudios podría deberse, por lo tanto, a los diferentes niveles de consumo de pescado procedente de zonas contaminadas en los diferentes estudios.

Según la Agencia Nacional de Alimentación de Suecia, los alimentos son la principal fuente de exposición a las dioxinas y los PCB. Estas sustancias son liposolubles y se encuentran principalmente en alimentos grasos de origen animal como el pescado, la carne y los productos lácteos. Los pescados grasos, como el arenque y el salmón salvaje de zonas contaminadas, tienen un contenido especialmente elevado.

"Utilizando una técnica conocida como metabolómica basada en la espectrometría de masas, identificamos alrededor de 30 biomarcadores en muestras de sangre, es decir, moléculas específicas que podrían utilizarse para medir objetivamente la cantidad de pescado que los participantes del estudio habían consumido", apunta Lin Shi.