sábado. 21.09.2024

La esperanza de vida es la medida de la salud más utilizada, aunque solo toma en cuenta la duración de la vida de una persona y no su calidad. En los últimos 50 años ha habido avances notables en este campo en todo el mundo. En promedio, la esperanza de vida al nacer supera los 72 años, según datos del Banco Mundial, e incluso alcanza los 80 años en los países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), un aumento de más de 10 años desde 1960.

Casi las tres cuartas partes de ese aumento en la esperanza de vida puede atribuirse a la aportación de los medicamentos innovadores, de acuerdo con el estudio Pharmaceutical Innovation and Longevity Growth in 30 Developing and High-income Countries, 2000-2009. En concreto, en ese plazo se registró un incremento de 1,74 años en la expectativa de duración de la existencia humana. Y de esa ganancia, 1,27 años (el 73%) es directamente atribuible a los nuevos fármacos utilizados en la lucha contra la enfermedad.

Este es uno de los nuevos datos incorporados al informe ‘El valor del medicamento’ elaborado hace unos años por Farmaindustria y que ahora ha actualizado con nueva información con motivo de la celebración del Día Mundial de la Salud, el 7 de abril, conmemoración que auspicia anualmente la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Por otro lado, los fármacos innovadores logran, en algunos casos, cronificar enfermedades, como con el VIH o diabetes; curarlas (sarampión, malaria o, más recientemente, hepatitis C) e incluso erradicarlas (polio, viruela o peste bovina, por ejemplo). Y, cuando menos, contribuyen a reducir el sufrimiento y mejorar la calidad de vida de los pacientes y sus familias.

Desde Farmaindustria destacan que es el fruto de un proceso largo (entre 10 y 12 años de investigación para el desarrollo de un nuevo medicamento), intenso (se requieren siete millones de horas de trabajo) y muy costoso. Cada fármaco innovador que consigue llegar al paciente requiere de una inversión media cercana a los 2.500 millones de euros. En este sentido, la industria farmacéutica es responsable directa del desarrollo de más del 95% de los medicamentos disponibles ahora mismo en el mundo.

Destaca, junto a las soluciones para las patologías más prevalentes, el creciente esfuerzo de la industria en enfermedades raras. De hecho, es el segundo grupo terapéutico con mayor volumen de proyectos de I+D tras el cáncer, con más de 1.400 fármacos en desarrollo en Europa en 2015. Y logrando resultados: la agencia estadounidense de medicamentos (FDA en sus siglas en inglés) aprobó 59 nuevos fármacos en 2018, de los cuales 34 (el 58%) eran medicamentos huérfanos, indicados para alguna enfermedad poco prevalente.

Además, el informe señala que, respecto a la aportación de la industria farmacéutica al ámbito social y económico, en España, por ejemplo, las compañías innovadoras invirtieron 1.147 millones de euros en actividades de I+D en 2017, con lo que se consolida como el líder industrial en esta materia, con el 20,3% del total de la inversión. Y añade que el valor de la producción del sector es de 15.200 millones de euros, con unas cifras de exportación de 10.600 millones de euros, alrededor del 25% de la alta tecnología que se produce y exporta en España.

En cuestión de empleo, resalta que la industria farmacéutica genera en España más de 40.500 empleos directos, con 4.700 (casi el 12%) dedicados a I+D, y hasta 200.000 entre indirectos e inducidos. De entre los trabajadores del sector, más del 94% son fijos, el 62% son titulados superiores, y el 52%, femenino.