Hacer ejercicio físico antes, durante y después un tratamiento contra el cáncer ayuda a proteger al sistema cardiovascular de los efectos negativos de las terapias, según ha puesto de manifiesto un estudio llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Siena (Italia), y que ha sido publicado en el 'European Journal of Preventive Cardiology'.
"Los pacientes con cáncer a menudo son menos activos que los que no tienen cáncer. Sin embargo, el ejercicio es esencial para los pacientes diagnosticados de una enfermedad oncológica que están bajo tratamiento, independientemente del tipo de tratamiento", han aseverado los científicos.
Y es que, los tratamientos oncológicos suelen provocar la aparición de enfermedades cardiovasculares debido a la cardiotoxicidad que originan, deteriorando así la función y estructura del corazón. Además, las enfermedades cardiovasculares y el cáncer a menudo comparten los mismos factores de riesgo, motivo por el cual se aconseja a los pacientes con cáncer que coman de manera saludable, dejen de fumar, controlen su peso y hagan ejercicio.
Ante esto, el nuevo trabajo ha destacado la importancia de que los médicos prescriba un plan de ejercicio individualizado para cada paciente, teniendo en cuenta su historial personal, el tipo de tratamiento que se le está suministrando, la respuesta que está tenido al ejercicio y las preferencias personales.
Y es que, por ejemplo, los pacientes con niveles bajos de hemoglobina deben evitar actividades de alta intensidad; aquellos con niveles bajos de plaquetas (necesarios para la coagulación de la sangre) no deben practicar deportes de contacto; o los pacientes frágiles deben evitar las actividades que podrían aumentar el riesgo de fractura.
"El ejercicio debe comenzar lo antes posible, incluso antes de comenzar un tratamiento como la quimioterapia", han dicho los investigadores, quienes han recomendado que en la formulación del ejercicio físico participen oncólogos, cardiólogos, fisioterapeutas, enfermeras, nutricionistas y psicólogos.