jueves. 19.12.2024

Gravar con un impuesto a las bebidas azucaradas por la cantidad de azúcar que contienen, en lugar de por el volumen líquido de estas bebidas, como ya hacen actualmente varias ciudades de Estados Unidos, podría producir beneficios para la salud y ganancias económicas aún mayores, concluye un equipo de investigadores.

El análisis, realizado por investigadores de la Universidad de Nueva York, la Escuela de Salud Pública TH Chan de Harvard, la Escuela Wharton de la Universidad de Pensilvania y la Universidad de California, Berkeley,se publica en la revista Science.

Actualmente, siete ciudades de los Estados Unidos gravan las bebidas azucaradas, o SSB, por el volumen de la bebida, gravámenes que no tienen en cuenta la cantidad de azúcar que contienen estas bebidas.

"A pesar de su diferente contenido de azúcar y los diferentes daños resultantes, todas las bebidas azucaradas están sujetas a la misma tasa por litro bajo un impuesto volumétrico, escriben los autores. Esta estructura impositiva no ofrece a los consumidores ningún incentivo para sustituir los SSB con alto contenido de azúcar por los bajos en azúcar, a pesar de que estos últimos son menos dañinos. Por lo tanto, si bien un impuesto volumétrico reduce el consumo de SSB en general, no proporciona los máximos beneficios posibles para la salud".

"Un principio económico básico es que dichos impuestos correctivos deberían ser proporcionales al daño causado, añaden. El daño de las bebidas azucaradas proviene del azúcar, y los SSB varían sustancialmente en azúcar por unidad de volumen".

Los investigadores señalan, sin embargo, que un impuesto sobre el volumen de líquidos es beneficioso y agregan que dicho impuesto también generaría ganancias económicas, principalmente a través de ahorros en costos de atención médica.

"Una vez que hay acuerdo para gravar los SSB, parece natural gravar el azúcar nocivo, en lugar del líquido que viene con el azúcar” concluyen los autores.

Un estudio previo de Allcott, Lockwood y Taubinsky concluyó que los impuestos a los refrescos sirven como un "bien neto", una evaluación basada en un examen de los beneficios para la salud y el comportamiento del consumidor.