El acné no es solo un problema de los adolescentes, es más, cada día es más frecuente entre la población adulta. De hecho, hasta el 30% de las mujeres mayores de 25 años puede padecer algún problema de acné. Así se ha mostrado en la I Jornada "Nuevos avances en el acné y la respuesta de Uriage", organizada por la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR) y Laboratorios Uriage en Madrid.
Considerada como una de las enfermedades cutáneas más comunes en los países industrializados, se trata de una afección multifactorial. El estrés, el tabaco, el uso de cosméticos comedogénicos o los cambios hormonales pueden originar este problema. Incluso, el factor genético tiene también una gran incidencia, lo que explicaría la transmisión de la enfermedad de padres a hijos.
Paralelamente, cabe resaltar cómo el acné repercute a nivel emocional y psicológico sobre todo en jóvenes y adolescentes, quienes más sufren este tipo de afecciones y viven una etapa especialmente complicada y llena de cambios continuos. Y es que, además del aspecto físico, factores como el temor al rechazo social, la discriminación o su repercusión en la autoestima, son otras de las secuelas importantes.
Tratamiento disciplinado
Realizar un diagnóstico certero, identificando las causas y el origen de estas reacciones son claves para prescribir o recomendar el tratamiento adecuado. Una vez se conoce el tipo de afección, la constancia y la disciplina en el tratamiento son fundamentales para obtener resultados positivos y visibles. Como explica la Dra. Cristina García Millán, dermatóloga del Grupo de Dermatología Pedro Jaén, "el tratamiento del acné requiere de adhesión por parte del paciente, no vale con aplicarse el cuidado un par de días, es necesario revisión y supervisión para evitar la frecuente aparición de rebotes. Es importante utilizar productos dermocosméticos con texturas apropiadas que faciliten la aplicación y que ayuden a mejorar la apariencia de la piel, además de estar formulados con principios activos tolerantes".
Junto a ella, Pilar Pérez, experta en dermocosmética de los Laboratorios Uriage y profesora de la UNIR, ha explicado que "es necesario una rutina diaria y completa: limpieza, hidratación y tratamiento. La higiene es la clave y el primer paso para que, posteriormente, el tratamiento funcione. El ritual de limpieza es esencial y es tan importante como el producto utilizado para el tratamiento".
El paciente con acné suele presentar la piel deshidratada, apagada y con falta de luminosidad ya que, por el temor a que las cremas incrementen la afección, evita utilizarlas. Sin embargo, las pieles acnéicas también necesitan una hidratación diaria. Gracias a los últimos avances en dermocosmética, hoy existen muchas opciones para dar respuesta a este tipo de piel: higienes con y sin aclarado, y tratamientos con texturas "oil-free", hidratantes y que regulan el exceso de sebo.
Otro de los aspectos que resaltó la Dra. García Millán fue la importancia de la protección solar los 365 días del año en pacientes acnéicos: "resulta obligatorio la utilización de fotoprotección para evitar las marcas residuales y las manchas en la piel".