Aunque los efectos que el cambio de hora pueden tener sobre nuestro organismo son leves y transitorios en la población sana, los expertos insisten en que deben ser tenidos en cuenta, sobre todo, en niños y personas mayores, ya que son más sensibles a los cambios de hábitos. Y es que durante los tres o cuatro primeros días de adaptación a las nuevas pautas horarias y lumínicas, suelen ser habituales sensaciones de cansancio, astenia, desorientación, dificultad para ir a dormir y levantarse con el nuevo horario y somnolencia diurna, entre otros. Todas ellas consecuencia de la alteración de nuestro reloj circadiano.
Esto se debe, fundamentalmente, a que es necesario adelantar una hora nuestro reloj biológico para compensar la pérdida de una hora ocasionada por el cambio horario. Este proceso es mucho más lento y complicado tras el cambio horario de primavera que tras el de otoño. A ello, hay que añadir, en algunas personas, las alteraciones en el metabolismo y estado de ánimo asociadas a la entrada de la primavera (astenia primaveral). Estas parecen estar relacionadas con el aumento de la temperatura y de la intensidad y duración de la exposición a la luz ambiental.
Para contrarrestar estos efectos, la Sociedad Española de Sueño aconseja:
- Tratar de levantarse desde el primer día con el nuevo horario. Así le resultará más fácil adelantar el horario para ir a dormir en los días siguientes.
- Evitar totalmente, o acortar el tiempo que dedica a la siesta en los 3-4 días posteriores al cambio horario. De este modo sentirá sueño antes.
- Cambiar cuanto antes sus horarios de comidas para adecuarlos al nuevo horario.
- Evitar la ingestión de cafeína y alcohol durante la tarde-noche.
- Exponerse a la luz natural y realizar ejercicio físico a primera hora de la mañana. Con ello favorecerá un rápido ajuste de su reloj.
- Evitar la exposición a luz brillante y la realización de actividades físicas o mentales intensas al menos dos horas antes de su nuevo horario de acostarse.
- Dormir en oscuridad y con temperatura de la habitación fresca.
- Dormir entre 6 y 8 horas.
La falta de sueño o no disfrutar de un descanso nocturno de calidad puede llegar a tener consecuencias muy negativas en nuestra salud física e intelectual. Dormir bien permite mantener adecuadamente nuestra actividad diaria y, en definitiva, llevar un estilo de vida saludable.