El gasto farmacéutico total (incluyendo oficinas de farmacia y hospitales), que se situó en 16.619 millones de euros en 2017, supone hoy un 1,43% del PIB, frente al 1,57% del año 2010. Solo en lo que se refiere a las oficinas de farmacia, la factura de 2017 asciende a 10.171 millones de euros, un nivel de gasto equivalente al que soportaba el SNS en abril de 2006.
“Estos datos, que son públicos y perfectamente contrastables, dejan claro que la incorporación de las innovaciones farmacéuticas no supone problema para nuestro sistema sanitario, máxime teniendo en cuenta que en España 8 de cada 10 medicamentos consumidos están ya fuera de patente y se dispensan a precio de genérico debido al sistema de precios de referencia y de agrupaciones homogéneas. Además, el gasto público en innovaciones sujetas a las deducciones del RDL 8/2010 (es decir, medicamentos que aún están bajo patente o que, habiéndola perdido, no tienen competencia genérica) mantiene desde hace años un perfil decreciente, con una caída superior al 44% entre mayo de 2011 y febrero de 2018, a diferencia de lo que ocurre con el gasto total cuando se incluyen los genéricos”, según Javier Urzay, subdirector general de Farmaindustria, durante el 38º Symposium de la Asociación Española de Farmacéuticos de la Industria (AEFI), en Madrid.
A juicio de Urzay, aunque es cierto que a partir de ahora se podría esperar un cierto incremento del gasto farmacéutico debido al mayor número de pacientes (por el incremento de la esperanza de vida y la cronicidad) y las previsiones de nuevos lanzamientos de productos, en ningún caso se pondrá en riesgo la viabilidad del sistema público de salud, ya que, entre otras razones, la cuota de mercado de los nuevos productos se ha mantenido estable en la última década.
“Hemos de tener en cuenta, además, que aunque actualmente hay unos 7.000 medicamentos en fase de I+D en el mundo, sólo un 11,8% de aquellos que logran superar la etapa preclínica y llegar a los ensayos clínicos serán aprobados por las autoridades sanitarias, lo que refleja hasta qué punto es elevada la tasa de fracaso. Una vez aprobados, además, los fármacos compiten de forma intensa con otros innovadores que se dirigen a las mismas patologías a través de mecanismos de acción diferentes”, añade.