El 80% de las personas mayores padece obesidad, un dato que, según la doctora Cristina Alonso, del Servicio de Geriatría del Hospital Universitario de Getafe (Madrid), deja al descubierto la no tan buena calidad del envejecimiento en nuestro país y alerta sobre el grave problema sanitario que puede representar a corto y medio plazo estas elevadas cifras. "Cada vez hay más personas mayores, de hecho somos uno de los países europeos más envejecidos con un 16% de la población total. De mantenerse los índices actuales de obesidad podemos estar hablando de un grave problema de salud", explica esta geriatra, que ha participado en la 5 Reunión Nacional de la Sociedad Española de Medicina Geriátrica (SEMEG) y la 4 Reunión de la Red Temática de Investigación Cooperativa en Envejecimiento y Fragilidad (RETICEF) celebrada en Toledo.
La obesidad es uno de los principales determinantes de la salud y sus consecuencias son claras: disminución de la esperanza de vida, pérdida de la capacidad funcional y mayor riesgo de padecer eventos cardiovasculares, cáncer, diabetes y demencia, entre otras patologías.
Las causas de este problema se encuentran en el desequilibrio entre la alimentación y la actividad física. "Los hábitos de vida actuales con dietas hipercalóricas de alto contenido en grasa combinado con una vida sedentaria han hecho aumentar los casos de sobrepeso y obesidad", comenta la doctora Alonso, quién subraya que "tan importante como mantener una buena alimentación es alcanzar un nivel adecuado de actividad física y ejercicio. Funciona", explica, "como una balanza y para mantener la composición corporal adecuada hay que realizar una ingesta adecuada con un equilibrio entre los nutrientes que se toman y los que se gastan en la actividad diaria y física. El problema es que esta balanza no suele estar equilibrada y se tiende al aumento de la grasa y el peso".
La educación parece que juega un papel en el tipo de alimentación y, en este sentido, diversos estudios han mostrado una relación inversa entre la prevalencia de obesidad y el nivel de estudios. Así, en los sujetos con menor nivel cultural se triplican los casos de sobrepeso. "De igual forma, se ha observado que los mayores que viven con sus familias", precisa la doctora Alonso, "llevan una alimentación más adecuada. De hecho, estar institucionalizado o vivir sólo constituyen factores de riesgo para una mala nutrición".
Dieta adecuada en el momento adecuado
Los geriatras consideran que la dieta del mayor tiene que asemejarse lo máximo posible a la tan recomendada dieta mediterránea incluyendo todo tipo de alimentos. "Debe incorporar", destaca esta geriatra, "proteínas como carnes, pescados, legumbres, frutos secos, vegetales y verduras. Estos últimos", apunta, "suelen estar ausentes en las comidas de los mayores mientras que son más frecuentes las grasas y los hidratos de carbono".
Pero tan importante como los alimentos, la doctora Alonso señala el momento en que se come y la distribución a lo largo del día de los alimentos en función de la actividad que se realiza. "Por ejemplo, estudios recientes han demostrado que la ingesta recomendada de proteínas diaria debe ser fragmentada, no en una sola dosis, y deben ser tomadas tras la realización del ejercicio". Por otro lado, según insiste, no existe un número de calorías estándar para todos los mayores "depende del sexo, altura, composición corporal y de la actividad que desarrolle de forma habitual. Un paciente de 80 Kg que es independiente para la movilización precisará mucha más energía que una mujer de 42 Kg que realiza vida más reposada".
"Realizar una nutrición equilibrada y completa en el anciano, combinada con ejercicio, ayuda a mantener una composición corporal adecuada. Esto es la base para un buen nivel de actividad e independencia evitando el posible el desarrollo de discapacidad. Por ello, debemos hacer hincapié en la necesidad de unos hábitos saludables en estas edades", concluye.