sábado. 18.05.2024

"El papel del farmacéutico es fundamental para avanzar hacia una ciudad mucho más sana", tal y como ha afirmado el doctor Josep Brugada durante la inauguración del Congreso Infarma Barcelona 2015; remarcando asimismo la importancia de la colaboración entre médicos y farmacéuticos para conseguir un objetivo común: reducir las enfermedades cardiovasculares y mejorar la salud del entorno.

Para el Dr. Brugada, profesor de la Facultad de Medicina de la UB, cardiólogo del Hospital Clínic de Barcelona, jefe de la sección de Arritmias Pediátricas del Hospital Sant Joan de Déu y presidente de la Associació Barcelona Salut, "el corazón es como una máquina extraordinaria que no para nunca". Pero, a pesar de ser prácticamente perfecta, es la responsable del 40% de la mortalidad, por delante de los tumores. Entre estas causas se encuentran los infartos de miocardio, los ictus y la enfermedad arterial periférica.

Cuando una persona sufre un infarto tenemos 10 minutos para actuar, por eso el 40% de las personas no consiguen llegar al hospital. Si lo hacemos en esa ventana de tiempo, añade Brugada, "se puede recuperar una vida con un desfibrilador".

En el año 2012, los desfibriladores empezaron a tener presencia en toda Girona bajo el lema 'Girona, ciudad cardioprotegida'. "Con la implantación de este proyecto conseguimos que distintos lugares entendieran la importancia del acceso a los desfibriladores y el siguiente paso fue Barcelona", explica.

Desfibriladores en las farmacias

Bajo el lema 'La farmacia, el corazón del barrio', se decidió iniciar el proyecto "Barcelona, ciudad cardioprotegida" para instalar desfibriladores en las farmacias de Barcelona, ya que el 93% de la población tiene una farmacia a menos de 250 metros de donde vive.

Gracias esta iniciativa impulsada por la Associació Barcelona Salut, la Fundació Brugada y la Associació de Farmàcies de Barcelona, con la colaboración del Col·legi de Farmacèutics de Barcelona, actualmente se ha podido dotar ya de un desfibrilador a 50 farmacias, que ya han salvado dos vidas, y está en fase de alcanzar las 180, gracias a la financiación de AXA y Ferrer.

"La cardiología ha vivido una época de esplendor tecnológico, podemos hacer electrocardiogramas desde un iPhone o con una camiseta especial. Podemos hacer todo tipo de pruebas, hemos avanzado muchísimo", pero no se puede olvidar, recuerda Brugada, la prevención cardiovascular ligada a los hábitos de vida y los factores de riesgo.

"Los profesionales farmacéuticos tienen que ayudar a prevenir las enfermedades cardiovasculares fomentando hábitos de vida saludable entre los usuarios"; no en vano, los farmacéuticos realizan los controles del colesterol y de la presión arterial, factores que influyen en el riesgo de sufrir un infarto. Dejar de fumar, hacer ejercicio, reducir el consumo excesivo de alcohol y llevar una dieta equilibrada son algunos hábitos modificables que convierten a las personas en individuos de bajo riesgo, un objetivo común del médico y el farmacéutico.

Reducir los casos de ictus con la intervención del farmacéutico

El Dr. Josep Brugada ha avanzado en su conferencia que el siguiente proyecto que tiene en mente y para el que le gustaría contar con la implicación de las farmacias es el de la detección de pacientes con fibrilación auricular silente -sin síntomas ni un diagnóstico establecido- para poder reducir los casos de ictus.

Y es que, tal y como ha explicado el especialista, aunque "no somos capaces de detectar la fibrilación auricular fácilmente", esta patología "multiplica entre 4 y 8 veces" la posibilidad de sufrir un ictus. En cambio, si se detecta, "con tratamiento anticoagulante el riesgo se reduce hasta un 30%".

Brugada ha compartido el ejemplo de un proyecto puesto en marcha en Australia para la detección de pacientes con fibrilación auricular. Con el uso de un teléfono inteligente se pudieron analizar desde las farmacias a 1.000 pacientes de más de 65 años seleccionados aleatoriamente en 10 farmacias. Con esta muestra se consiguió detectar a 100 personas con fibrilación auricular, de estas 85 tenían ya un diagnóstico, pero 15 no conocían su enfermedad, esto representa el 1,5% de la población analizada de más de 65 años.