La receta electrónica (RE) es una herramienta tecnológica con un gran potencial pero que, once años después de comenzar su andadura, tiene muy desarrollada su vertiente administrativa pero muy poco la vertiente sanitaria y asistencial. Así se desprende del informe Análisis de la dispensación a través de receta médica electrónica (RE) en las farmacias comunitarias españolas, realizado por la comisión de Receta electrónica de la Sociedad Española de Farmacia Comunitaria (SEFAC) con la colaboración de Esteve, y que se ha presentado en Santiago de Compostela en el X Aniversario de la delegación gallega de la Sociedad (SEFAC Galicia).
Este estudio ha analizado la situación de los distintos modelos autonómicos de receta electrónica (RE), así como la opinión de 500 farmacéuticos comunitarios de toda España sobre la utilidad de esta herramienta. A este respecto, más del 86 por ciento de los profesionales consultados confirma que la RE tiene implantada la parte administrativa (facturación y control del gasto en medicamentos, etc.) pero muy poco su vertiente sanitaria y asistencial (atención farmacéutica).
Los motivos por los que en la actualidad la receta electrónica no responde a las necesidades sanitarias y asistenciales de los farmacéuticos comunitarios son varios. Entre otras cuestiones, los distintos modelos de RE existentes en España no son en estos momentos ni homogéneos ni interoperables (lo que dificulta la movilidad de los pacientes en periodos vacacionales, etc.) y tampoco permiten al farmacéutico acceder a la información clínica necesaria para realizar una adecuada dispensación. Además, los diferentes sistemas de RE no permiten registrar en la historia clínica aquella información farmacoterapéutica que, conocida también por otros profesionales sanitarios, pueda ser de utilidad para mejorar el tratamiento y evitar problemas relacionados con los medicamentos y resultados negativos asociados a la medicación. En este sentido, el 80 por ciento de los farmacéuticos consultados en el estudio señala que la dispensación de medicamentos mejoraría mucho si se pudiera acceder, consultar e introducir información en la historia clínica.
Del mismo modo, y aunque el farmacéutico puede acceder a la información sobre los tratamientos activos de los pacientes, ningún sistema de RE proporciona de forma permanente la historia farmacoterapéutica con los tratamientos activos y los anteriormente prescritos y conjuntamente con la información de los problemas de salud para los que fueron indicados. La RE tampoco aporta información adicional (alertas o avisos en pacientes de riesgo) que el farmacéutico puede necesitar para realizar correctamente la dispensación.
En la parte positiva, la RE sí ha contribuido a mejorar las dispensaciones desde el punto de vista administrativo, pues evita errores al acabar con los problemas de legibilidad de las recetas.
Ausencia de comunicación
Otro elemento importante al que en la actualidad no dan respuesta los distintos modelos de RE es la comunicación bidireccional y fluida entre profesionales sanitarios. Si bien más del 90 por ciento de los farmacéuticos considera que la comunicación directa con el médico y el resto de profesionales sanitarios mejoraría mucho la dispensación de los medicamentos, tan solo la mitad de los sistemas de RE prevé esta posibilidad y exclusivamente con los médicos de atención primaria y tampoco de forma instantánea, sino cuando el pacientes regresa a la consulta y el médico comprueba la información recogida en la tarjeta sanitaria (lo que en la práctica deja obsoleta esa comunicación). Únicamente en los casos en los que los farmacéuticos bloquean alguna dispensación al detectar un problema se establece una comunicación automática, aunque no en todas las CCAA.
Los sistemas de RE tampoco recogen la posibilidad de conectar a los farmacéuticos comunitarios con otros profesionales farmacéuticos que trabajan en el ámbito de la atención primaria o de los hospitales ni con el personal de enfermería. Esto dificulta la integración de los farmacéuticos comunitarios en el Sistema Nacional de Salud y en equipos multidisciplinares que aborden de manera integral la atención de los pacientes, lo cual es muy relevante cuando el paciente cambia de ámbito asistencial y es necesario revisar el tratamiento y emitir mensajes uniformes e inequívocos para garantizar tanto la conciliación de la medicación como la adherencia a los tratamientos.
Retraso en los plazos
Por otra parte, y aunque desde el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad se fijó 2015 como el año en el que debería implantarse la receta electrónica interoperable, no parece que se pueda cumplir ese plazo a tenor del análisis realizado. En la actualidad, si bien prácticamente todas las CCAA han implantado la RE en atención primaria, aún existen diferencias, pues hay comunidades como la Comunidad de Madrid, Ceuta y Melilla, que están en fase de expansión; otras como Región de Murcia y La Rioja, en fase de pilotaje, y Castilla y León, que aún no ha iniciado el piloto aunque ha anunciado que lo hará próximamente.
Otro ejemplo de la falta de homogeneidad entre algunos modelos de RE es que si bien en la totalidad se exige al paciente el uso de la tarjeta sanitaria para retirar la medicación, hay algunas CCAA que piden que se acompañe de documentación adicional (hoja de medicación activa con código de barras, plan de dispensación...) que en la práctica impide la dispensación de los tratamientos a los pacientes en comunidades autónomas distintas a las de su lugar de residencia.
Propuestas de mejora
De cara a mejorar la vertiente sanitaria de la receta electrónica y contribuir a paliar algunas de las deficiencias detectadas en RE, SEFAC propone una serie de mejoras que quieren dar respuesta a la pregunta: ¿Qué deben aportar los sistemas de receta médica electrónica (RE) al farmacéutico comunitario para que estos puedan realizar correctamente el servicio de dispensación?
Estas mejoras se enmarcan en distintos ámbitos como la mejora del acceso a la información, la comunicación, la interoperabilidad, etc.