jueves. 19.12.2024

La Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (SEIMC) ha aprovechado su Congreso anual para incidir en la importancia de utilizar los antibióticos de forma adecuada y de esta manera evitar que las bacterias se vuelvan resistentes y los antibióticos dejen de tener eficacia. El objetivo que persigue la Sociedad desde hace años es concienciar a la población y a los médicos que prescriben este tipo de medicamentos para disminuir el riesgo que supone para los ciudadanos hacer un uso abusivo o incorrecto de los antibióticos.

La resistencia de las bacterias a los antibióticos es un problema de salud pública que pone en riesgo a aquellos pacientes que necesitan o van a necesitar los antibióticos en situaciones críticas para su salud. Es de vital importancia que la población haga un uso responsable de los antibióticos y que siga rigurosamente la prescripción médica. Se deben tomar las dosis recomendadas, a las horas indicadas y durante los días establecidos por el médico o se corre el riesgo de favorecer la aparición y el aumento de las resistencias.

El uso prudente de los antibióticos puede contribuir a detener el desarrollo de bacterias resistentes y ayudar a que este tipo de medicamentos sigan siendo eficaces para las generaciones venideras ya que además, según datos de la Agencia Europea del Medicamento (EMEA), la disponibilidad de nuevos antibióticos para tratar bacterias que ya son multi-resistentes es muy escasa en la actualidad.

Cómo abordar el problema

Los dos grandes pilares del control de las resistencias se basan en el uso prudente de los antibióticos, sólo cuando se necesitan no en infecciones virales como resfriados, catarros y gripes (para frenar la aparición de nuevas resistencias) y en las medidas de control de la infección como el lavado de manos (para prevenir la infección y frenar la transmisión de las bacterias resistentes). La educación de la población y de los profesionales sanitarios influye de manera decisiva en la forma en que los antibióticos son utilizados y por lo tanto en las tasas de resistencia a los mismos.

Desde SEIMC, se destaca que el aumento del uso de los antibióticos agrava los costes sanitarios y puede incrementar su toxicidad, sobre todo en pacientes con más factores de morbilidad y mortalidad. Una vez que las bacterias son resistentes, el tratamiento de las infecciones causadas por éstas plantea un reto: los antibióticos que se utilizan habitualmente ya no son eficaces y los médicos tienen que elegir otros distintos. Con frecuencia, los únicos antibióticos que se pueden utilizar en estos casos son antibióticos antiguos que se desarrollaron hace décadas y cuyo uso se limitó debido a los efectos secundarios.

Principales desafíos en España

Aunque la resistencia a los antibióticos es hoy en día un fenómeno a escala mundial, todavía existen grandes diferencias entre países respecto a su impacto y riesgo potencial para la salud. Según datos de la Red Europea de Vigilancia de las Resistencias a Antibióticos (EARS-net) y de las encuestas del Eurobarómetro, nuestro país es uno de los países europeos que presenta mayores tasas de resistencia a antibióticos. Asimismo nos encontramos entre los ciudadanos europeos que más consumen antibióticos y que más se automedican, lo que favorece enormemente la aparición de resistencias.

Según el último informe del Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades (ECDC) que recoge datos del año 2011, España, junto con Portugal, Italia y Grecia es uno de los países europeos con mayores tasas de resistencia a las fluoroquinolonas en Escherchia coli, bacteria que provoca con frecuencia infecciones urinarias, y que supera cifras del 30%. En esta bacteria, las resistencias a las cefalosporinas de tercera generación, antibióticos utilizados con frecuencia en los hospitales, supera el 12% de los aislados, siendo necesario en las infecciones producidas por estos microorganismos utilizar antibióticos de mayor espectro. En otros patógenos, como Streptococcus pneumoniae, asociado a neumonías, aunque las tasas de resistencia han disminuido en los últimos años, la resistencia a la penicilina y los macrólidos continúan siendo de las más elevadas en Europa, con cifras cercanas al 30% y 25%, respectivamente.

Acerca de los antibióticos

Los antibióticos, también llamados antimicrobianos, son un tipo de medicamento que puede matar a las bacterias o inhibir su crecimiento y así curar infecciones en las personas, los animales y, en ocasiones, en las plantas. Los antibióticos no curan infecciones causadas por virus, como el resfriado común o la gripe, únicamente son eficaces para combatir las infecciones bacterianas.

El diagnóstico correcto y la decisión respecto a la necesidad de administrar antibióticos son competencia exclusiva de los médicos, por ello se han de seguir siempre las indicaciones del médico y tomar los antibióticos cómo y cuándo él lo indique.

Se dice que una bacteria ha desarrollado resistencia cuando un antibiótico específico pierde su capacidad para eliminarla o para detener su crecimiento. Las bacterias resistentes sobreviven en presencia del antibiótico y siguen multiplicándose, prolongando la enfermedad e incluso causando la muerte. Las infecciones provocadas por bacterias resistentes requieren mayores cuidados así como el uso de antibióticos alternativos y más costosos que, en ocasiones, pueden tener efectos secundarios más graves.

El uso excesivo e inadecuado de los antibióticos acelera la aparición y la propagación de bacterias resistentes. Éstas pueden diseminarse y causar infecciones a otras personas que no hayan tomado ningún antibiótico. Las bacterias resistentes podrían llegar a ser inmunes frente a cualquier antibiótico conocido. Sin antibióticos eficaces, regresaríamos a la "era anterior a los antibióticos", y los trasplantes de órganos, la quimioterapia contra el cáncer, los cuidados intensivos y otros procedimientos médicos ya no serían posibles.

El uso abusivo de los antibióticos es uno de los mayores problemas de salud pública