lunes. 11.11.2024

La diabetes es una enfermedad crónica que precisa para su manejo la participación de distintos profesionales de la salud. Más de 344 millones de personas tienen diabetes tipo 2 a nivel global, cifra que podría casi duplicarse en 2035, debido en gran parte a la epidemia de obesidad, envejecimiento creciente de la población, tiempo que demora en manifestarse la enfermedad y también a la falta de trabajo en equipo.

La coordinación es esencial para conseguir el mejor control de la enfermedad. Muchas veces cada profesional aborda la enfermedad valorando exclusivamente su visión sin pensar en otros objetivos ni en las necesidades reales del paciente, como es su realidad socioeconómica. En ocasiones, se tiende a centrarse solamente en el objetivo del control glucémico sin entrar a fondo en las dificultades del día a día que tiene el enfermo. Para evitar esta situación es imprescindible incluir en toda valoración del paciente diabético datos sobre situación socioeconómica, actividad y limitaciones del día a día, para así poder hacer un enfoque más realista y ajustado a las necesidades reales del paciente.

El estudio Time 2 Do More in Diabetes, publicado en Diabetes Research and Clinical Practice, demostró que existe una desconexión entre los médicos y las personas con diabetes tipo 2, lo que afecta la comunicación, conciencia respecto a la enfermedad y expectativas en torno a su manejo y tratamiento. La principal conclusión es que médicos y pacientes tienen que actuar en equipo, estableciendo objetivos realistas, como si se tratara de un contrato, y deben individualizarse dicho tratamiento de acuerdo a cada paciente, todas sus necesidades de cuidado, más allá de un simple control de parámetros. Además, el paciente tiene que ser activo en el tratamiento.

Importancia de la entrevista

La entrevista es fundamental para obtener una buena anamnesis y establecer una relación. Es determinante para la práctica asistencial. Así, una buena relación de los profesionales sanitarios con sus pacientes diabéticos es la clave fundamental para mejorar la adherencia terapéutica. La relación médico-paciente debe estar basada en una adecuada comunicación, que permita mejorar el conocimiento de los pacientes sobre su enfermedad, su carácter crónico y sus complicaciones, e involucrarle en la toma de decisiones a la hora de elegir el tratamiento más adecuado.

En la relación médico-paciente es importante saber escuchar, indagar cuales son las preocupaciones que tiene e investigar aquellas que no manifiesta pero le preocupan y no sabe definir. El profesional cuenta con los métodos diagnósticos apropiados y un tratamiento médico correcto según la patología detectada. Facilitar que el paciente entienda bien el tratamiento y la importancia del buen control, efectos adversos que tiene el mal control, como debe cuidarse y que sea lo más autónomo posible es clave en todo el proceso. Por eso, es necesario tener más tiempo para la atención y mejor coordinación con enfermería para no duplicar esfuerzos sino para completar y ser más eficaces.

Comprender la enfermedad

El control del paciente diabético, como crónico, recae en el personal de enfermería. El objetivo de la formación del paciente es hacerle responsable de su enfermedad, que la entienda, que sepa cómo funciona su organismo, cómo la enfermedad responde a cada una de las acciones de control, cómo los medicamentos ayudan a su organismo a controlar su glucemia y cómo facilita ese buen control prevenir las complicaciones.

En cualquiera de las tres vertientes del tratamiento (farmacológico, alimentación, ejercicio) es fundamental la contribución de enfermería. En el farmacológico fomentando el cumplimiento, monitorizando los efectos secundarios y enseñando las técnicas de administración de los medicamentos inyectables. En el campo de alimentación cada vez están más formados estos profesionales en nutrición e incluso en técnicas culinarias para hacer más atractivos los menús, las dietas por raciones,... En cuanto al ejercicio, hay muchos ejemplos de centros que fomentan entre sus diabéticos actividades para que se muevan más, algunos hasta con un huerto que cultivan todo el año. La educación al diabético se realiza desde el momento del diagnóstico y está protocolizada en el Sistema Nacional de Salud. Así, en algunos centros de salud se realiza una educación individual al paciente, se hacen talleres para diabéticos e incluso talleres de nutrición y elaboración.

Enfermería también es clave a la hora de los enseñar la realización de autocontroles de glucemia capilar, y en la detección y manejo de hipoglucemias. También muestra al paciente como modificar las dosis de insulina en relación a sus autocontroles lo que permite una mejor optimización del tratamiento.

Papel de la farmacia

En la detección precoz de la diabetes, la farmacia tiene un papel destacado, ya que si el personal de la farmacia tiene formación en diabetes será de gran ayuda para detectar ese porcentaje de personas no diagnosticadas. Cualquier paciente que se queje de mareos (posible hipoglucemia), que tenga mucha hambre (polifagia), que orine mucho (poliuria) y que tenga sed (polidipsia) son signos de alerta que debieran ser seguidos con una determinación de glucemia y según valores derivar al centro de salud para que certifiquen el diagnóstico.

Y es que la oficina de farmacia es un lugar de paso para toda la población. El farmacéutico es un profesional formado para proporcionar a sus clientes información sobre temas de salud, además de ser en muchos casos una persona de confianza. Es, por tanto, un lugar más donde se puede educar en salud, detectar y mejorar la adherencia a los tratamientos.

Durante las campañas de detección en las farmacias se realiza el test de Findrisc, un cuestionario sencillo de 8 preguntas sobre algunos hábitos de vida que sirven para detectar a las personas con un mayor riesgo de padecer diabetes 2, así como a las personas con obesidad y sobrepeso. El farmacéutico deriva al paciente al médico cuando el resultado del test ofrezca una puntuación de riesgo alta y la prueba de glucemia capilar, realizada también en la oficina de farmacia, tenga un resultado fuera de rango. La educación diabetológica es importante en el cuidado de esta enfermedad, todos los estamentos relacionados con la enfermedad, médico, enfermería y farmacia deben de insistir en dieta, ejercicio, cumplimiento terapéutico e involucrar al paciente en el seguimiento de sus valores glucémicos para mejorar y conseguir un perfecto autocontrol. La intervención del farmacéutico en la diabetes se puede concretar en la detección precoz de la diabetes, educación diabetológica, dispensación activa, indicación o consulta farmacéutica y seguimiento farmacoterapéutico.

En este contexto, la oficina de farmacia juega un papel fundamental porque normalmente llega más al paciente que el propio médico. De ahí la importancia de disponer de un canal directo de información entre ambos. No importa cuánto sabe un profesional sanitario a la hora de ayudar a un paciente si éste no es capaz de mantener una conversación abierta con él. Una buena conexión con el paciente mejora la salud en términos de participación, adherencia al tratamiento, gestión de la propia enfermedad, reducción de ingresos hospitalarios evitables y duplicación en medicamentos.

Asociaciones de pacientes

Por su parte, las asociaciones de diabéticos existen desde hace muchos años y han jugado un papel importante en la implicación activa de los pacientes en el control de su enfermedad. En estos grupos, el paciente se siente arropado, observa que muchos de sus problemas también afectan a otras personas y como estos han solucionado. Estas asociaciones organizan también con periodicidad cursos de educación en los que se enseña a los pacientes a manejarse ente las distintas situaciones que a lo largo de todos los días surgen en la vida de los diabéticos. Pertenecer a asociaciones de diabéticos puede ser algo positivo para los pacientes y puede ayudar a mejorar su calidad de vida.

Para la elaboración de este artículo se ha contado con la colaboración de los doctores especialistas en Medicina Familia María Jesús Curado Molini, Alberto Manzanares Briega y la endocrinología Inmaculada Moreno Ruiz de Hospital Infanta Leonor, Madrid, los médicos de familia Pilar Sanz Velasco, Mirian Torres de Castro, Isabel Fernández Represa y Andrés Tomas Andrés Marcos, Pilar Gil Díaz, Arancha Montilla Bernabé y Marbella Piñera Tames, Mª José Jarabo Sánchez, Luis Francisco Gimbel Moral y Mª Jesús García-Amado García, de Coslada.