El control de la hipercolesterolemia se establece a través de una analítica. Si el colesterol LDL presenta valores anormales, el paciente deberá comenzar a tratar su hipercolesterolemia mediante dieta y cuando no sea suficiente, habrá que iniciar tratamiento con estatinas. Para los que tienen intolerancia a las estatinas, hay otras opciones, como pueden ser los productos nutracéuticos y ezetimiba. En pacientes con dislipemia aterogénica (TG altos y HDL bajo) es necesario además de una estatina añadir un fenofibrato (el único fibrato que tiene aprobada la asociación a estatinas), pues estos pacientes tienen un riesgo añadido que no se controla solo con las estatinas.
Los expertos sugieren que hay que diferenciar entre lo que sería el tratamiento de una hipercolesterolemia primaria, sin otros factores de riesgo asociados; de una hipercolesterolemia asociada a otros factores de riesgo cardiovascular, sobretodo diabetes mellitus, en el cual objetivos de LDL deben estar por debajo de 100 mg/dl, y la prevención secundaria, en el que el control lipémico es mucho más estricto, y debe mantener cifras de LDL menores a 70 mg/dl, o incluso reducirlas si sufre algún evento cardiovascular, estando las mismas en rango.
La mayor parte de los pacientes no son conscientes del riesgo que supone la hipercolesterolemia, pero dicha situación está cambiando, ya que cada vez están más informados sobre los riesgos de la hipercolesterolemia. En las farmacias también se están haciendo cada vez más campañas de medición del colesterol y de concienciación del paciente, y también contribuyen a la concienciación los anuncios en televisión de ciertos productos que, aunque de dudosa eficacia, sí inciden en el riesgo que corre el paciente al tener unos niveles de colesterol alto.
Hay que recordar que la hipercolesterolemia suele asociarse con otras condiciones crónicas, como la diabetes o hipertensión, que a su vez también aumentan otros factores de riesgo cardiovascular.
Tratamiento
El inicio del tratamiento farmacológico viene muy establecido tanto en las guías SCORE, como en las guías ESH. Las medidas dietéticas se inician siempre, pero las farmacológicas son las que más plantean dudas; existen pacientes que a pesar de que no cumplen criterios de tratamiento farmacológico tienen factores que las guías no contemplan, como antecedentes familiares o dislipemia mayor a 10 años de evolución, en los cuales se trata igualmente. Porque todo va depender de los niveles basales, si son elevados, hay que empezar directamente con el tratamiento, que debe ir acompañado con unos hábitos de vida saludable.
Para pacientes con niveles moderados, se aconseja comenzar por llevar unos hábitos de vida saludable antes de iniciar un tratamiento farmacológico. Si esta modificación el estilo de vida no permite tener controlada la hipercolesterolemia, se debería iniciar tratamiento farmacológico.
Y es que el colesterol afecta de una manera muy directa y con muchas evidencias al riesgo cardiovascular. Pequeñas bajadas ya disminuyen el riesgo de accidente vascular; y lo ideal, según las guías, es bajarlo lo más posible, por debajo de 70 de LDL en pacientes de alto riesgo y de 100 en riesgo moderado-leve. También actuar lo antes posible; teniendo siempre en cuenta, eso sí, la importancia de insistir en la transcendencia de adoptar unos hábitos saludables.
Factores que elevan el colesterol
Existen tres factores que influyen especialmente en el aumento de colesterol: ácidos grasos saturados o grasas saturadas, ingesta elevada de colesterol y desequilibrio entre el consumo de calorías y el gasto energético. La dieta debe ser pobre en grasas saturadas y colesterol, rica en ácidos grasos monoinsaturados, fibra vegetal e hidratos de carbono. Generalmente, la dieta reduce en un 30 por ciento la ingesta de grasas, sustituyendo el consumo de grasas saturadas por el de insaturadas. Asimismo, deben controlarse otros factores como el sobrepeso o la diabetes.
Por este motivo, se recomienda seguir unos hábitos higiénico-dietéticos, que deberían estar encabezados una dieta rica en pescado, verdura y cereales integrales, limitando grasas trans, las grasas saturadas y el sodio. El ejercicio aeróbico entre moderado e intenso es el más recomendable, andar a paso rápido durante aproximadamente 40 minutos 3 o 4 veces a la semana.
Para seguir unos hábitos de vida saludables, el médico de Atención Primaria es fundamental tanto para la concienciación del paciente como para el tratamiento. Es la persona en la que más confía el paciente y el mejor profesional, junto con enfermería, a la hora de prevenir la hipercolesterolemia. Los farmacéuticos también pueden jugar un papel importante en la detección con las mediciones que están empezando a hacer en las farmacias y derivando al paciente a su médico de atención primaria cuando sea necesario.
Para la elaboración de este artículo se ha contado con la colaboración de los doctores Ciriaco Gómez Ferreras, José Félix Aparicio Martin y Javier Ortega Ríos, del Centro de Salud de Zamora Norte; Máximino González Fernández, Clara Ordás Miguelez, Jaime López de la Iglesia, Francisco Javier Mencia Bartolomé, José Luis García Flórez y Manuel Díaz Estrada, de León; los médicos generales Pablo González Astorqui, Jesús Cordero Buendía, Rafael Herreros Guisado y María Zulema Gómez del Río, de Santander; Gretel Lichtenstein Redivo, del Centro de Salud Pobra do Caramiñal; Ángel Lucas Lucas, del Centro de Salud Boiro; Juan Manuel Mosquera, del Centro de Salud Touro, José Manuel Rodriguez Leis, del Centro de Salud Esteiro, y Manuel Martínez Pedrero, de Santiago de Compostela, y los médicos de Atención Primaria Alfonso Jiménez Galán, Javier Ruiz Soria, Cristina Borra Ruiz, Olga Casado Blancas, Fernando Murua Isasi y Maria José Leciñana Burgos, en Haro.