lunes. 20.05.2024

En los últimos años se ha notado un ligero incremento de personas jóvenes con riesgo cardiovascular. Este aumento puede ser mayor del detectado debido a que estas personas no suelen acudir a la consulta y, como consecuencia, no son fáciles de detectar. Dicha situación se puede dar por unos hábitos poco saludables en la población en general y en la mencionada población en particular. Debido al estilo de vida y a las nuevas tecnologías se cuida menos la alimentación y se hace menos ejercicio. La forma mayoritaria de detección del riesgo cardiovascular es por controles rutinarios de trabajo o las revisiones para entrar en clubs deportivos. Las guías de práctica clínica establecen los límites de las cifras de tensionales para personas sanas en valores  de presión arterial sistólica igual o menor 140 y diastólica igual o menor de 85. Así, el cribado oportunista y sistemático no se aconseja en menores de 40 años y mujeres menores de 50 , sin otro factor de riesgo conocido.

En el estudio DIABET.es pone de manifiesto que el 42 por ciento de la población adulta mayor de 18 años es hipertensa, el 37,4 por ciento no está diagnosticado, 88,3 por ciento de hipertensos conocidos toman fármacos, pero solo un 30 por ciento tiene sus cifras controladas.

Para detectar a estos pacientes es necesario aprovechar los controles rutinarios y cuando se acuda las consultas de primaria por otros motivos para determinar si existen factores de riesgo cardiovascular.

Detección en las farmacias

Otro método de acercamiento al diagnóstico en población joven es el derivado de la información obtenida en las oficinas de farmacia. Es una vía poco explotada y muy útil para el diagnóstico y seguimiento de estos pacientes con patologías cardiovasculares en el sentido de controlar sus cifras de presión arterial y la adherencia al tratamiento instaurado por el médico. 

En cuanto al tratamiento, al igual que en la población mayor la primera acción es intentar que el paciente adopte unos hábitos saludables, que en este tipo de pacientes son más fáciles de conseguir, puesto que en general, cuanto más joven es el paciente las consecuencias sobre su salud van a ser mucho mayores al empezar antes con el problema. En el caso de que no sea suficiente con medidas higiénico-dietéticas y haya que recurrir a tratamiento farmacológico se suelen emplear los ARA II debido a la eficacia, comodidad, seguridad y buena tolerancia de esta medicación. Además, son una alternativa para pacientes que no toleran los IECAs por producir tos seca. A continuación, se instauran controles posteriores iniciales cada 15 días y luego mensuales, si existe buen control de cifras y no hay presencia de efectos secundarios. Si aparecen, se debe añadir un diurético, tipo hidroclorotiazida. Ante patología cardiaca, isquemia o fibrilación auricular, el fármaco de inicio sería betabloqueante.

No percibe el riesgo

Uno de los grandes problemas con estos pacientes es que no conscientes de su riesgo  porque no se encuentran mal. Por eso, hay que hacerles comprender que tienen una esperanza de vida larga y sana si cambian, por lo que la motivación será mayor.

En líneas generales, la respuesta en los pacientes jóvenes al tratamiento es mejor y más sostenida, siempre y cuando cumplan las medidas de dieta, ejercicio, estilos de vida saludables… De hecho, se observa que la adherencia al tratamiento es más compleja, debido sobre todo a que no tienen sensación de enfermedad, lo que obliga a un seguimiento más cercano y medidas educacionales más insistentes que en personas mayores. Además, son más reacios a la toma de fármacos, aunque responden mejor al cambio en los estilos de vida, siendo los varones los peores cumplidores o los que peor se adhieren a un estilo de vida saludable. En este sentido, el farmacéutico tiene un papel en la promoción de los hábitos de vida saludable y en el abandono del hábito tabáquico.

Para la elaboración de este artículo se ha contado con la colaboración de los doctores especialistas en Atención Primaria Milagros Zardoya Zardoya, Esther Andrés Santos y Miguel Doiz Ruiz, del Centro de Salud Buñuel, en Navarra; los médicos de familia Francisco Fernández-Rosillo Padilla, Encarnación Piquer Gómez, Rosa Mañes Morales, Maripaz Muñoz Izquierdo, Juan Soler López  y Juan Solera Albero, de Albacete; Juana Umaran Sánchez, José Félix Zuazagoitia Nubla y Epifanio Alvaro Grande, de Bilbao, y Fernando, Álvarez-Franco Cañas, Jaime López de la Iglesia, Enrique Castrillo Martínez y Mª Luisa Senac Rubio, de León.