sábado. 21.09.2024

Hasta hace poco tiempo la mayoría de los niños se diagnosticaban con diabetes tipo 1 por deficiencia total en la secreción de insulina, mientras que la diabetes mellitus tipo 2 prevalecía en adultos y ancianos. En los últimos 10 a 20 años se ha observado un incremento en la prevalencia de diabetes mellitus tipo 2 en los centros de diabetes pediátricos de todo el mundo y es que la obesidad en niños favorece la aparición de diabetes mellitus tipo 2 en adolescentes y adultos.

En la diabetes 1 el tratamiento precoz es fundamental en el manejo de esta enfermedad. El régimen de tratamiento es el basal-bolo con análogos de insulina de acción prolongada e insulina rápida preingesta o bomba de insulina. Se emplea la ratio insulina/ración hidratos de carbono para calcular la insulina preprandial y el índice de sensibilidad para corregir la hiperglucemia. En general, se maneja con glucosa oral y a los 15-20 minutos se necesitan hidratos de carbono de absorción lenta para evitar la recurrencia. Con respecto a las hipoglucemias graves, se tratan con glucagón. Ante hipoglucemias desapercibidas hay que elevar los objetivos glucémicos.

En los niños se debe vigilar el crecimiento, el índice de masa corporal y hacer despistaje de otras enfermedades autoinmunes. Se debe realizar automonitorización de la glucemia capilar preingesta y dos horas postingesta, al acostarse y durante la noche, antes del ejercicio y ante sospecha de hipoglucemia.

También hay que tener en cuenta que en pacientes seleccionados que sufren hipoglucemias graves desapercibidas o frecuentes es útil la monitorización continua de glucosa intersticial (MCG). Por eso, se deben descargar los reflectometros y los sistemas MCG para analizarlos en la consulta con el paciente. La HbA1c se determinara cada 2-3 meses para comprobar el grado de control glucémico.

Comidas ordenadas y equilibradas

Es necesario prestar mucha atención a la dieta, ya que es fundamental empezar con una buena base, dónde la dieta sea completa pero no hipercalórica y evitar la bollería industrial, refrescos… La ingesta debe ser de forma ordenada y equilibrada, es decir, respetando unos horarios fijos, en la medida de lo posible, y con una alimentación adecuada. La dieta del niño diabético suele ordenarse en tres comidas principales (desayuno, comida y cena) y dos pequeños almuerzos ( a media mañana y media tarde), pudiendo añadir una “recena” si fuera necesario.

Y es que la planificación de las comidas permite adecuar las necesidades calóricas para mantener un peso aceptable, un crecimiento óptimo y calcular las dosis de insulina que se precisen. El plan de comidas incluirá favorecer no sólo el control glucémico sino abordar otros aspectos, como los lípidos, la presión arterial, el crecimiento y desarrollo normal del niño, teniendo en cuenta siempre sus factores personales y culturales.

Prevención de diabetes 2

Por lo que se refiere a la nutrición, se sugiere una dieta con bajo contenido de grasa y carbohidratos con el propósito de prevenir y tratar la diabetes mellitus tipo 2. En cuanto a las grasas, se recomiendan las poliinsaturadas, las de origen marino o vegetal, para reducir el riesgo cardiovascular. Una dieta con bajo índice glucémico favorece la pérdida de peso. La actividad física mejora la sensibilidad a la insulina y la tolerancia a la glucosa. Se ha demostrado que incluso la actividad física moderada (por ejemplo, caminar diariamente) reduce el riesgo de diabetes mellitus tipo 2 en adultos y en niños.

El ejercicio físico es necesario en todos los niños y adolescentes, pero más aún en los que tienen diabetes. Los niños con diabetes pueden realizar cualquier tipo de ejercicio pero deben tener siempre en cuenta si la actividad será aeróbica o anaeróbica o combinada para planificar previamente y evitar complicaciones. Hacer ejercicio físico supone un riesgo de hipoglucemia durante su ejecución y hasta 12-18 horas después de haber finalizado, en relación con la duración, intensidad y frecuencia con la que se realiza. Para prevenirlas, es esencial una planificación previa, realizar control de glucemia capilar antes de iniciarlo y valorar ingerir hidratos de carbono extra, durante un ejercicio prolongado, valorar ingesta de hidratos de carbono y disminuir dosis de insulina administrada dos horas antes o después del ejercicio, tanto bolos como basal. Hay que tener en cuenta que el ejercicio intenso anaeróbico puede llevar a hiperglucemia durante su realización y hasta una o dos horas después de su finalización.

Es recomendable que los padres avisen a sus profesores y entrenadores de la enfermedad del niño, así como la forma de actuar ante una posible hipoglucemia. Además, el niño deberá llevar siempre consigo algún alimento rico en hidratos de carbono y pastillas de glucosa oral, por si fueran necesarias.

En este contexto, la educación terapéutica aclara dudas, reajusta y/o aconseja en caso de desajustes y sirve de orientación siempre que sea necesario tanto para el paciente como para su familia. Así, la enfermería juega un papel fundamental en la educación sanitaria de los pacientes diabéticos y, en este caso, de sus padres, que serán los principales implicados en el control de la enfermedad. Los padres deben aprender el manejo de la enfermedad hasta que su hijo aprenda a controlarla.

Educación diabetológica

Pero solo enfermería es de ayuda en la educación diabetológica, ya que el farmacéutico, como profesional que trata con pacientes con diabetes y con su familia, puede ser de ayuda dando consejo procedente y para ello el hecho de que conozca de manera básica lo que implica la diabetes resulta esencial, aunque su principal consejo siempre deba incidir en que ante cualquier duda, se consulte con el equipo sanitario pertinente. Y es que el farmacéutico puede resolver dudas en cuanto a la medicación pautada por su médico de cabecera o endocrino, tanto en su forma de actuación como en el manejo de los dispositivos de insulina. Además, podrá  derivar a las familias a su médico de familia o su enfermera cuando detecte dudas sobre la patología del niño. Su cercanía y accesibilidad lo convierten a menudo en el primer profesional al que acuden muchos pacientes cuando necesitan aclarar dudas relativas al tratamiento farmacológico de su diabetes.

Para la elaboración de este artículo se ha contado con la colaboración de los doctores especialistas en Medicina General Ignacio Hidalgo Gallego, Antonio Aragón Peña, Pedro Luis Antona del Val, Francisco Javier Fernández de Frutos, Eligio González Moro,  Albino Alvarez Recio, Miguel Holgado Casado, Mariano Egido Martín, Luis María Pastor Iglesias y Aurora San Juan Rodríguez, de Valladolid; los médicos de Atención Primaria Carmen Pabollet Ollo, Miguel Luque Jiménez, Begoña San Juan Pérez, Ainara Urquidi Letona, Igotz Aranbarri Osoro y María Mercedes Lasa Garmendia, del Centro de Salud de Hernani, y Manuel Ramos Rodríguez, Manuel Vicente Arroyo, María Teresa Polo Rodríguez y Luis Cerón García, del Centro de Salud Capuchinos. José Ramón Chopitea Gabiola, Jon Kepa Garro Mendiolagaray, José Javier Lizaso Pellejero, Julita de Pablo Troitiño y María Pujol Azkue.