sábado. 21.09.2024

La enfermería cumple un papel primordial  en el cuidado de los pacientes diabéticos, no sólo en el seguimiento sino también en el diagnóstico. De hecho, en el seguimiento realiza las pruebas complementarias necesarias, como determinación de glucemia capilar, peso, otras constantes…, detecta las posibles variaciones o descompensaciones que pondrá en conocimiento del médico, monitoriza el cumplimiento terapéutico y realiza el adiestramiento para los que estén en tratamiento con insulina.  Por eso, su papel en la educación diabetológica, formando en cuestiones relativas a la alimentación, desmontando mitos y creencias sobre la diabetes como aquellos relacionados con el ejercicio físico o los alimentos supuestamente para  diabéticos, es clave.

Porque la misión de enfermería es de ofrecer a las personas que padecen este proceso crónico una mejora en la continuidad de los cuidados y proporcionar unos conocimientos satisfactorios con la práctica de hábitos saludables, el desarrollo de autocuidados y el manejo efectivo del régimen terapéutico, cuyo resultado es el buen control de la enfermedad y mejorar la calidad de vida de las personas y familias evitando las complicaciones de esta enfermedad.

Asimismo, en el diagnóstico también cumple una función importante, ya que en el desarrollo de sus actividades asistenciales pueden detectar problemas que pueden inducir a pensar en la posibilidad de diabetes o prediabetes. Por ejemplo, ante las curas de una herida que evoluciona de forma tórpida puede realizar una glucemia capilar que si está por encima de 200 mg/dl en una determinación al azar puede orientar una diabetes, que el médico deberá confirmar.

También el personal de enfermería interviene en pacientes que están en control por otras patologías crónicas y ahí pueden detectar la aparición de una posible diabetes.

Iniciativas

Cada vez son más las iniciativas de los centros de salud donde se desarrollan intervenciones grupales sobre diabetes. Dentro del campo de las enfermedades metabólicas, en la que más ayuda aporta enfermería es en la diabetes, controlando los niveles de azúcar en sangre y colaborando con los diabéticos en su educación a nivel de la alimentación, medidas higiénicas, prevención de lesiones e infecciones, como el pie diabético, y actividad física, insistiéndoles en la importancia del ejercicio diario.

En este contexto, hay que tener en cuenta el papel del farmacéutico. Es la persona que ve al paciente día a día y que le puede asesorar y ayudar en primera instancia. El farmacéutico, como profesional de la salud, es una de las figuras del equipo sanitario que colabora en el seguimiento y cuidado de las personas con diabetes,  aclarando dudas relativas al tratamiento farmacológico y ayudando con su atención terapéutica a la detección de factores de riesgo asociados a la enfermedad.

Muchas farmacias realizan controles de glucosa y colesterol, así como de control de peso y presión arterial, lo que facilita realizar seguimientos a los pacientes diabéticos. Esto permite al farmacéutico supervisar la adherencia al tratamiento y ver los resultados a corto plazo.

Control de la medicación

Por lo tanto, suponen un segundo nivel de observancia para la seguridad del paciente. Con la medicación prescrita y directamente con el producto es más fácil explicar al paciente los detalles de la toma de la medicación, siguiendo la indicaciones del médico prescriptor. También resuelve dudas y preguntas de los pacientes por su accesibilidad y mayor proximidad.

En cuanto a las asociaciones de pacientes, son importantes activos en salud, ya que pueden disponer de recursos y fondos fomentados por las distintas administraciones y organizaciones no gubernamentales. Cumplen una función primordial sobretodo en familias donde haya algún miembro con diabetes tipo 1. El diagnóstico de un niño con diabetes produce un estrés para los padres que se ven obligados a hacer un esfuerzo psicológico y de preparación para que su hijo reciba la mejor atención. Son tantas las facetas de la vida cotidiana que un diabético debe observar que requiere de todos los apoyos posibles…y es ahí donde es de gran ayuda una asociación de familias en la misma situación que sabrán apoyar en las distintas necesidades psicológicas, materiales, sociales, administrativas e informativas que requieran.

En el otro extremo están los diabéticos tipo 2 de la tercera edad que requieren tratamientos de insulina y donde la autoadministración, ajuste de dosis, resolución de imprevistos requieren de un buen nivel cognitivo y físico para que se apliquen con las mínimas garantías de seguridad y eficacia.

Las asociaciones de pacientes son muy participativas, ofrecen información, elaboran documentos, editan revistas, realizan actividades, se fomenta la participación colectiva y el intercambio de opiniones y experiencias.

Accesibilidad

La relación ideal entre médico y el paciente sería aquella que permitiera a las personas con diabetes el acceso a todos los medios de los que dispone la administración para este fin. Programas especiales de prevención, charlas, coloquios, en definitiva ayudar a abordar este problema aportando soluciones y mejorando el día a día del paciente diabético.

Y es que la accesibilidad y la continuidad son dos importantes valores apreciados por los pacientes y por los profesionales sanitarios. La atención por demanda es la que prevalece ahora con intervenciones de escaso tiempo,  discontinuas y poco efectivas ya que obligan al paciente a volver una y otra vez convirtiéndolo en un hiperfrecuentador. La consulta programada es un buen escenario para que el médico y paciente establezcan acuerdos consensuados. En la consulta, que debería disponer del tiempo suficiente, el médico con un lenguaje adaptado al nivel cultural y de conocimientos previos y de acuerdo a las características cognitivas, explica las peculiaridades de las enfermedad, los tratamientos, el efecto de la dieta y de la alimentación.

Y es en la consulta cuando el médico va a conocer mejor al paciente para prestarle una atención más personalizada. Posteriormente, sería también interesante que el paciente acudiera a grupos para fomentar los hábitos saludables con metodología cognitivo-conductual para reforzar su motivación y pueda mantenerse en el tiempo con los cambios saludables en alimentación, actividad física y tratamiento.

Para la elaboración de este artículo se ha contado con la colaboración de los doctores especialistas en Medicina General Trinitario Mateos Romero, Carlos Elías Becerra y Rafael de la Cruz Rodríguez, del Centro de Salud de Navalmoral de la Mata, en Cáceres; Amparo Muñoz Amorós, Carmen Victoria Garcés Alonso y José Carlos Pérez Sánchez, del Centro de Salud de Miraflores; Luis Escobar, Alfonso Delgado y Francisco Javier Lacoma, del Hospital de Jerez, y José Luis Rodríguez Díaz, Antonio Macías Corbacho y Fernando Romero, del Centro de Salud Suerte de Saavedra, en Badajoz.