sábado. 21.09.2024

Los profesionales de Atención Primaria se enfrentan en la actualidad a enfermedades relacionadas con el estilo de vida, donde el sedentarismo tiene un papel relevante. De hecho, va escalando puestos como factor de riesgo y ya hay suficientes estudios sobre los aportes a la salud del ejercicio físico que han motivado a los facultativos a incorporar en las consultas médicas consejos sobre el tema. La promoción de la actividad física moderada o intensa es una prioridad estratégica de salud pública para la prevención de las enfermedades crónicas y la mejora de calidad de vida, tarea que se desarrolla principalmente en las consultas de Atención Primaria. Existen herramientas útiles y accesibles para la detección del sedentarismo, las más aplicables son los cuestionarios validados y el podómetro. Sin embargo, el personal sanitario debe conocer el grado de motivación y conciencia de enfermedad y la disponibilidad del paciente y su familia para el cambio de conducta hacia la actividad física. Porque sedentario es aquella persona que no realiza al menos 30 minutos de actividad física moderada durante la mayoría de días de la semana. Las consecuencias del sedentarismo son muy variadas: obesidad, pérdida de la densidad ósea, fatiga… Se ha constatado que aproximadamente en un 80 por ciento de las historias clínicas no se recoge ningún dato sobre la actividad física de los pacientes y sólo el 30 por ciento de los profesionales de atención primaria prescriben ejercicio físico de forma habitual.

Para conseguir un buen control del paciente sedentario es fundamental su implicación. Se debería incorporar el consejo de actividad física en todas las consultas motivando y reforzando al paciente en cada visita, independientemente del motivo de consulta.

Factores de riesgo

Según la OMS, el 60 por ciento de la población mundial no realiza actividad física necesaria para obtener beneficios para la salud. El sedentarismo favorece la aparición de obesidad, complicaciones cardiovasculares, ya que el corazón trabaja más y en peores condiciones; debilitamiento óseo, problemas musculares, cansancio inmediato ante cualquier actividad que requiera actividad física, arteriosclerosis, hipertensión, enfermedades respiratorias y diabetes 2.

Hay que tener en cuenta que la actividad física reduce el riesgo de padecer depresión y ayuda a segregar endorfinas que influyen en el estado de ánimo. Los sedentarios tienen más dificultad para abandonar el tabaco, tienen más apetito y, por tanto, aumentan de peso, presentan trastornos del sueño y son menos productivos en el ámbito laboral. La vida sedentaria también tiene relación con algunos tipos de cánceres, por ejemplo el colorrectal. Por último, el ejercicio físico también aporta beneficios en el ámbito socioeconómico, al reducir el nivel de personas enfermas, mejorar el rendimiento escolar y disminuir el absentismo laboral.

Reconocer el problema

En la mayoría de los casos, el paciente no es consciente de este problema y, por tanto, no es reconocido hasta que empiezan los problemas de salud. El sedentarismo sólo se combate con actividad física y la clave está en modificar los hábitos sedentarios de vida y ocio y transformarlos de forma que se incremente el nivel de actividad física y deporte. Las propuestas de cambio pasan por las actividades que impliquen movimiento tanto en el trabajo como en casa. En concreto, en el entorno laboral es recomendable levantarse periódicamente, hablar por teléfono de pie, tomar ratos de descanso para caminar y subir o bajar escaleras. En casa, se aconseja ver la televisión mientras se plancha de pie, levantarse durante los anuncios de televisión, salir a pasear o hacer bricolaje. En el tiempo de ocio se aconseja pasear, jugar o ir al parque con los hijos, bailar, ver la televisión mientras se hace ejercicio con una bicicleta estática o jugar a videojuegos que requieran movimiento, ir a pie a los sitios en lugar de estar sentado en el coche o en transporte público. Existen también diversas actividades que son sencillas y divertidas de realizar, además de beneficiosas como el yoga, la natación o ir al gimnasio.

Hay que recordar que una dieta saludable y realizar ejercicio físico de forma regular, caminar 30 minutos diarios, pueden prevenir la aparición precoz de enfermedades metabólicas. Además mejora la salud psíquica, la función pulmonar y libera endorfinas que redundan en una mejor calidad de vida.

Motivación

En ocasiones, no realizar ejercicio físico se debe a diferentes causas y una de ellas es la falta de motivación. Conocer como afrontar esta situación es realmente útil ya que generar adherencia al ejercicio físico se traduce en un estado de vida saludable a nivel psicofísico. Hay que explicarle al paciente que puede empezar con objetivos muy pequeños, haciendo cambios que con el tiempo pueden ir avanzando y mejorar la condición física. La acción es lo primero y la motivación viene después. Por eso, se recomienda incluir el ejercicio en su calendario, entrenar con alguien o hacer ejercicio en compañía, aprovechar cada momento, buscar la actividad que más guste, ser positivo y conocer los objetivos planteados para que sean alcanzables.

El farmacéutico, debido a su ámbito de trabajo, tiene gran importancia en los cambios de hábito de los pacientes sedentarios que acuden de forma habitual a la farmacia. El papel del farmacéutico como agente de salud debe ir más allá del tratamiento farmacológico, ya que se encuentra en una situación óptima para realizar actividades de promoción de la salud y prevención de la enfermedad, al disponer de la posibilidad de una comunicación y acceso a la población más cercano que otros profesionales sanitarios, lo que le permite una detección anticipada de factores de riesgo y situaciones clínicas graves por lo que la farmacia es clave para acercar al ciudadano las medidas de prevención. Así, puede concienciar, formar e informar acerca de los estilos de vida y de las conductas que es preciso abandonar o adoptar, motivar para que se abandonen o adopten ciertos hábitos y ayudar a conseguirlo cuando el paciente ha tomado la decisión de practicar o mantener los nuevos estilos de vida adoptados. El farmacéutico también juega un papel muy importante para reconocer quién tiene sobrepeso y qué tipo de actividad física realiza y aconsejar que se evite el sedentarismo y que se realice una alimentación saludable. La farmacia puede también convencer y motivar al paciente para que baje alguno de los demás factores de riesgo cardiovascular así como hacer un seguimiento para lograr una reducción del riesgo cardiovascular global.

En muchas farmacias se ofrece un servicio de valoración e información nutricional, que es muy importante para personas con diabetes, ya que les ayuda a llevar mejor la enfermedad y/o controlarla con la alimentación, aunque esta tarea es desempeñada por dietistas/nutricionistas, podría ser complementada por el farmacéutico informando acerca de los beneficios de la actividad física así como las consecuencias de la inactividad y los riesgos que corren por su patología.

Para la elaboración de este artículo se ha contado con la colaboración de los doctores José Mª Ila García, Manuel Bravo Díaz, Francisco Hidalgo Gámez, Marcelo Carmona Valiente, José Ignacio Martínez Campos y Antonio Nieto Serrano, de Jaén; María Adriana Pérez  García, Rolando Espinosa Pérez, Liuba Acosta Fernández,  Mónica Delgado Fariña y Laura Vera Pérez, de Santa Cruz de Tenerife y San Isidro de Abona, Luis Enrique Vasallo Gómez, Isidro Manuel Brito Hernández, Mirvian Berta Pino Reyes, Ileana Frías Prado y María Ángeles de la Nuez García, del Centro de Salud El Fraile; Aberlado Molina, Alicia Sierra, Antonio Arboledas, Mª Ángeles Miranda, Francisco Sánchez y Félix del Olmo, de Jaén; Natacha Pereira, J Gerardo Piñeiro, Marcel Hernández, Jesús Domínguez, Alberto Molina y José Manuel Arteaga, de La Laguna, y Nerea Insausti, Carmen Calderón, Yadira Avalar, Frieda Ramírez y Ana María García, del Centro de Salud de Santa Úrsula.