Es importante desdramatizar el diagnóstico de la diabetes. Los profesionales sanitarios deben explicar que es una enfermedad crónica donde la clave del control reside en el propio paciente y que con un adecuado control se pueden evitar o retrasar complicaciones. En días sucesivos se informará de otros aspectos de la enfermedad como dieta, ejercicio físico fármacos disponibles. Hay que destacar que cada vez es una enfermedad mejor conocida y aceptada, pero hay casos donde todavía no se acepta la enfermedad y su control se hace difícil.
El diabético precisa un apoyo multidisciplinar muy coordinado. Una buena aceptación de la enfermedad necesita una buena comunicación de médico y enfermería con el paciente para que se sienta apoyado en todo momento y sepa a quien acudir para resolver las dudas que le van a surgir en los inicios de la enfermedad. El objetivo principal es ayudar al paciente y su entorno a hacer frente al cuidado de la enfermedad para intentar que aparezcan las menos complicaciones posibles, y que los efectos sobre la mayoría de los órganos se retrasen y/o mitiguen. La comunicación de la enfermedad debe realizarse de forma individualizada. No se trata de asustar al paciente sino que comprenda la enfermedad y participe en su control.
Explicar despacio la enfermedad es muy importante, al igual que contar con el apoyo familiar, sobre todo en casos de ancianos. Existe un mayor porcentaje de aceptación de la enfermedad, pero con mucha reticencia a lo que supone de manejo de dieta, ejercicio, control metabólico, tratamiento etc.
Grupos por edad
En cuanto a la afectación social de la DM2, hay que diferenciar dos grupos según la edad: por una parte, tendríamos al paciente relativamente joven, activo, en edad laboral y, por otra parte, al paciente añoso. El perfil de ambos es totalmente distinto y la afectación personal también. El paciente añoso va a tener una integración más natural y salvo casos extremos, el control va a ser más o menos sencillo. El paciente se va a relacionar con un grupo de amistades, que seguramente, cerca del 30% compartirán la misma enfermedad y eso va a facilitar la integración.
Sin embargo, el paciente joven, de 40-50 años, posiblemente tenga una visión más preocupada de la DM2, por saberla crónica y con afectación sistémica a largo plazo. Va a tener un mayor control, va a seguir una dieta más estricta y se va a preocupar por su estabilidad. Socialmente, la integración será algo más compleja, no ya en el entorno familiar, sino a nivel laboral y de amigos. El porcentaje de diabéticos en esas edades es menor por lo que no tendrá compañeros que compartan el mismo diagnóstico. Va a tener que ajustar horarios y dieta, que en estos entornos no se van a cumplir habitualmente, de manera que va a ser interesante que de a conocer su situación, para que entre todos se pueda crear la mayor complicidad que le ayuden con el manejo de la diabetes.
Su actividad laboral y personal son dos puntos muy importantes a tener en cuenta, sobre todo a la hora de elegir su tratamiento. Los horarios laborales, los turnos y la actividad física que realiza, a veces condicionan el tipo de tratamiento a instaurar, intentando que se mantenga un buen control, pero no presente hiper/hipoglucemias. En ocasiones esto hace que el paciente modifique sus costumbres (salidas lúdicas y activad física), pero debe intentar vivir con la diabetes, sin obsesionarse.
Objetivos razonables
Y es que el objetivo del tratamiento es poner en práctica un programa encaminado a ejercer un control externo de la glucosa. Los componentes básicos son: dieta y ejercicio, y adecuado cumplimiento del tratamiento instaurado. Hay que facilitar la adaptación del paciente al tratamiento, y por lo tanto simplificarlo cuanto sea posible. Exponerle al paciente conceptos simples para que los entienda y se favorezca la realización de dieta adecuada. También hay que darle pautas de cómo realizar un ejercicio moderado. Y tratamiento farmacológico que favorezca su cumplimiento, es decir, que tenga el menor número de tomas posibles para el control de la enfermedad.
Es importante que se sientan apoyados por su familia y amigos, por lo que deberían estar informados de su situación. Conocer tanto su patología, como el tratamiento que lleva y las complicaciones que puede presentar, sobre todo con tratamientos que pueden producir cuadros de hipoglucemia. Los pacientes diabéticos deben seguir una dieta y realizar ejercicio regularmente y las personas que le rodean pueden realizarlo también.
También deben manejar la confianza y la buena relación con médico-enfermeros, recurriendo a la empatía, potenciando los recursos de comunicación desde un enfoque ético y controlando los procesos estresantes, que se sienta escuchado, con buenos controles en la consulta, brindar información básica, comprensible y práctica para el control de la enfermedad, procesar los vacíos de información sobre los aspectos básicos en el tratamiento, fomentando la adherencia.
Asociaciones de pacientes
Las asociaciones de pacientes son un lugar de encuentro para poner en común problemas y dudas que van surgiendo, por lo que son beneficiosas en la evolución de la enfermedad. Acudir a asociaciones donde puedan intercambiar sus experiencias con otras personas en su misma situación, sus mismas dudas y miedos, y no sentirse solos es una buena opción como herramienta en los casos de más difícil control, menos interés y menor apoyo familiar. Se puede dirigir desde la consulta a dichas asociaciones.
El farmacéutico puede colaborar de manera activa en la mejora de su calidad de vida, asegurando la disponibilidad de los medicamentos, detectando indicios de interacciones y controlando parámetros (presión arterial, cifras de glucemia) que pueden ayudar a la detección precoz de ciertas complicaciones. El farmacéutico puede reforzar los consejos que no han quedado claros en la consulta y detectar errores en tratamientos e interacciones farmacológicas. Una buena coordinación entre los diferentes profesionales es vital para mejorar la evolución de este complicado proceso que afecta a un importante número de personas.
Para la elaboración de este artículo se ha contado con la colaboración de los doctores especialistas en Medicina de Familia Manuel Aguirre Pardillos, Juan Dimas García, Fernando Fenollosa Adam y Heliodoro Ibañez Bargues, del Centro de Salud Sueca; Jesús Acha Domínguez, Alberto Calvo Mur, Jesús Román Aparicio, José Juan Tagüeña Lanao, Teresa Vicente Aldea, Fernando Grimal Aliacar, José Luis Cañada Millán y Gloria Navarro Aranaz, de Zaragoza; el cardiólogo Rubén Cordón Ruiz, los médicos de Atención Primaria Juan José Valero Crespo, Luis Antonio Caballero Dominguez, José Ángel Martínez Millian y Cinta Falco Prades, y la endocrino Guayente Verdes Sanz, del Centro de Salud Puerta del Carmen, de Zaragoza; los médicos generales José M Baeza López, Yolanda Sipan Sarrion, Begoña Ponce Buj, José Luis Llorens Guinart y Francisco Giner Garrigues, del Centro de Salud de Xativa.