Para establecer el diagnóstico de la diabetes 2 en el ámbito hospitalario o de consultas externas de Cardiología se requieren pruebas bioquímicas. Es el tipo más común de diabetes y suele iniciarse en la edad adulta. Generalmente es asintomática en sus fases iniciales, lo que hace que se puedan tardar años en diagnosticarla. La detección se suele deber a la aparición de complicaciones asociadas. Este tipo de diabetes coexiste con algunos factores de riesgo, como obesidad, sedentarismo o dislipemia. En los protocolos de diagnóstico en Cardiología hay un gran interés por el estado metabólico de los pacientes, incluyendo en sus pruebas la glucemia basal, la hemoglobina glicosilada, proteinuria, y la función renal y glucosuria.
Los factores de riesgo, como la obesidad, tienen gran repercusión sobre la diabetes y está aumentando en todas partes. De hecho, aproximadamente el 60% de los pacientes diabéticos son obesos y su riesgo de padecer DM2 es tres veces superior a las personas que no son obesas. Cuanto más elevado es el sobrepeso, más elevada es la grasa en el organismo y, de forma paralela, se observa un aumento de la glucemia. El páncreas secreta insulina en exceso para intentar reducir la glucemia, lo que conlleva un estancamiento porque no es capaz de producir suficiente insulina. Así la insulina ya no puede regular la glucemia, produciéndose hiperglucemia y desarrollándose la diabetes.
Factores asociados
También hay que tener en cuenta que entre el 50 y 60% de pacientes diabéticos son hipertensos, lo cual es un factor de riesgo para el desarrollo de complicaciones cardiovasculares tanto macrovasculares (cardiopatía isquémica, insuficiencia cardiaca, enfermedad cerebro vascular y arteriopatia periférica) como microvasculares (nefropatía, retinopatía y neuropatía ). Así, el tratamiento de la HTA reduce el riesgo vascular, por lo que es necesario controlar la presión hasta niveles inferiores a 130/80. El cLDL en pacientes diabéticos es similar al paciente no diabético, el 21% de los diabéticos tienen un cHDL bajo frente a un 12% de la población no diabética. Probablemente, ese 12% corresponde a los que tienen síndrome de resistencia a la insulina, sin presentar aún la diabetes. El 19% de los diabéticos tienen los TG y el VLDL elevados. La dislipemia en los pacientes con DM2 presenta niveles elevados de TG, niveles bajos de colesterol HDL y niveles de cLDL normales, aunque más aterogénicos. Existe evidencia de que en los pacientes con resistencia a la insulina, los niveles plasmáticos de TG postprandiales generados tanto por las comidas como por el hígado, continúan altos 5 o 6 horas después de haber comido.
Hábitos de vida
Cuando se diagnostica la diabetes, una de las primeras cosas que debe controlar el paciente son sus hábitos y rutinas diarios y el tipo de alimentación. Debe ser saludable, en porciones correctas y en intervalos regulares durante todo el día. El ejercicio físico periódico puede también ayudar a bajar los niveles de glucosa en sangre. También es importante informar al paciente de los riesgos de esta enfermedad y los problemas más comunes derivados. Gracias a las unidades asistenciales, el médico y enfermero están perfectamente compenetrados, lo que permite realizar un estrecho seguimiento. También hay que tener en cuenta la figura del farmacéutico, que colabora en la detección precoz desde la farmacia de los pacientes con mayor riesgo de padecer diabetes y con la mejora de la adherencia al tratamiento y detección de hipoglucemias en los pacientes ya diagnosticados.
Hay que tener en cuenta que los pacientes tienen una alta afinidad con su farmacéutico. En el caso de la mujer más todavía. En España, el profesional farmacéutico está incorporándose al control de diferentes enfermedades, no solo en su control farmacológico, si no también en la indicación al paciente de datos para que vaya al médico para diagnosticarlas. Así, el farmacéutico puede colaborar hablando a los pacientes de su enfermedad, de los hábitos alimenticios que deben seguir y de dejar los hábitos poco saludables, como el tabaco. También son un elemento clave para detectar algunos casos y derivarles a su médico de Atención Primaria.
Para la elaboración de este artículo se ha contado con la colaboración de los doctores Joaquín Cano Nieto, Miguel Ángel Ramírez Ramírez y Javier Mora Robles, del Hospital Carlos Haya, de Málaga, y Miguel Aguirre Ferrite, José Esteban Reina Carrión, Emilio Melero Rodríguez, José García Cinta, Sergio Martínez Peláez y José Guerrero Sánchez, de Almería.