lunes. 20.05.2024

Aunque el 90% de los niños y adolescentes están afectados por diabetes tipo 1, la diabetes tipo 2 abarca el 10% restante y afecta a un 0,15% de todos los niños y adolescentes. El incremento de casos se asocia a un mayor sedentarismo y obesidad.

La diabetes 2 hace referencia al trastorno metabólico caracterizado por hiperglucemia crónica como resultado de la alteración de la secreción de insulina, de la disminución del efecto de la misma a nivel tisular o de ambas situaciones de manera simultánea. Aunque las causas pueden ser diversas, la inmensa mayoría de los pacientes se incluyen dentro de dos grandes grupos: DM1, caracterizada por un déficit absoluto de secreción de insulina con base fundamentalmente autoinmune, y la DM2, en la que se combinan la resistencia a la acción de la insulina y una respuesta secretora de insulina compensadora que resulta insuficiente, es decir, una deficiencia relativa de insulina.

Hay un incremento acelerado y alarmante de DM2 en niños y adolescentes, asociado al aumento de la obesidad en estas edades. La DM2 en niños y adolescentes es una realidad y representa en torno a un 3-4% de todos los casos. La prevalencia de la obesidad suele estar en torno al 14%, siendo más elevada en chicos que en chicas.

Otro factor de riesgo para el sedentarismo es que en algunos colegios e institutos en lugar de hacer deporte durante las horas semanales correspondientes a gimnasia, lo dedican a teoría del deporte, haciendo que aquellos niños que no tengan como actividad extraescolar ninguna deportiva, hagan una vida totalmente sedentaria. A esto hay que sumar los malos hábitos alimentarios, en los que predominan las comidas precocinadas, bollería industrial, refrescos con alto contenido de azúcar, snacks con alto contenidos en grasas. No hay que olvidar que el tabaquismo es otro factor de riesgo que multiplica los efectos negativos cardiovasculares de la diabetes.

Abordaje multidisciplinar

En este contexto, hay que destacar que los padres no se implican directamente en la alimentación de los niños. Cuando se les interroga sobre la alimentación del niño se comprueba que en casa el niño come lo que le apetece. Por ello, hay que reeducar no solo al niño sino a los padres y abuelos convivientes y hacerles ver que tienen que esforzarse en que los niños tomen hábitos saludables para alcanzar una buena calidad de vida actual y futura. El abordaje tiene que ser multidisciplinar entre atención primaria y enfermería, con consultas temáticas y especializadas, sin olvidar a profesorado, farmacéuticos y el apoyo de la familia.

Las dietas deben ser siempre guiadas por un médico o nutricionista. Los padres deben dar ejemplo de alimentación saludable y equilibrada. Aumentar la ingesta de frutas, verduras, ensaladas,… y realizar actividad física; el ejercicio, junto con una dieta equilibrada, es clave para evitar la obesidad infantil.

Ejercicio físico

Porque la falta de ejercicio físico está relacionada generalmente con la obesidad y la obesidad incrementa el riesgo de desarrollar diabetes. El ejercicio físico es muy necesario, ya que favorece el ahorro de insulina al facilitar el consumo de glucosa en el paciente diabético. La vida sedentaria contribuye a hacer más perjudiciales los efectos de la alimentación desequilibrada. Es necesario regular el tiempo dedicado a actividades sedentarias (televisión, internet, videojuegos) y promover la actividad física de forma rutinaria y preferentemente en compañía de los padres, en forma de juegos al aire libre o práctica de deportes adecuados a cada familia, niño o situación. La actividad física permite conservar y aumentar la masa grasa, mejora el estado de ánimo y establece un balance entre la ingesta y la perdida de energía.

En este contexto, la Administración debería fomentar políticas y planes de acción destinados a mejorar los hábitos alimentarios y aumentar la actividad física en la población, sensibilizar e informar a la población del impacto positivo que para su salud tiene una alimentación equilibrada y la práctica regular de actividad física, promover la educación nutricional en el medio familiar, escolar y comunitario, estimular la práctica de actividad física regular en la población, con especial énfasis en los escolares, propiciar un marco de colaboración con las empresas del sector alimentario para promover la producción y distribución de productos que contribuyan a una alimentación más sana y equilibrada, sensibilizar a los profesionales del Sistema Nacional de Salud para impulsar la detección sistemática de la obesidad y el sobrepeso en la población y realizar el seguimiento de las medidas propuestas y la evaluación de los resultados.

Compromiso de todos

Porque para frenar la epidemia de la obesidad en los niños es necesario un compromiso político sostenido y la colaboración de muchas partes interesadas, tanto públicas como privadas. Los gobiernos, la sociedad civil, las organizaciones no gubernamentales y el sector privado tienen un papel fundamental en el desarrollo de entornos saludables y de condiciones de asequibilidad y accesibilidad de opciones dietéticas más saludables para los niños y los adolescentes.

En este cambio, el farmacéutico, como agente sanitario próximo a la población, de fácil acceso casi a cualquier hora del día, puede dar consejo sanitario sobre cómo mejorar los hábitos alimenticios, y puede realizar control y seguimiento de peso en aquellos pacientes que así lo deseen.

De este modo, en la oficina de farmacia, ante las consultas relacionadas con el control de peso, el farmacéutico debe explicar que se puedan perder kilos sin necesidad de pasar hambre, ni recurrir a remedios maravillosos ni a fórmulas antiobesidad que prometen una solución definitiva y duradera.

Se debe ofrecer perder peso mediante la realización de seguimiento personalizado, informando al paciente que debe de estar motivado, siendo conveniente que lleve escrita su historia dietética el día de la entrevista inicial y ofrecerle control de peso semanal en la oficina de farmacia. Si la persona está realmente interesada, es conveniente fijar un día y una hora, para iniciar el programa.

Para la elaboración de este artículo se ha contado con la colaboración de los doctores Eva Bisbal Andrés, Francisco Orovitg Moreno, Antonio de la Cruz Renovales, Ioida Flor Bustos, Ana Toledo Muñoz y Francisco Tejero Puerto, del Centro de Salud Alaquas; los especialistas en Atención Primaria José Porta Quintana, Juan José Valero Crespo, Rafael Catalán Felez, Mariano Guallar Pérez, Luis Caballero Domínguez y Cristina Sumelzo Pérez, del Centro de Salud Ruiseñores; Lourdes Clemente Jiménez, Elena Asso Otal, José Antonio Bernad Gimeno, Olga López Abad, Ana Cristina Navarro Gonzalvo y Teresa Vicente Aldea, del Centro de Salud La Jota Zaragoza, y Ana Denia Tomas, Ana Isabel Esteve Ardid, María Angustias Fernández Martínez, Nuria Marti Talens y Mª Asunción Claver Falco.