viernes. 03.05.2024

El mejor abordaje terapéutico de mujeres con síntomas del tracto urinario inferior (STUI) debería ser integral, homogéneo y multidisciplinar, donde participen Urología, Atención Primaria, Ginecología, Geriatría, Enfermería, Rehabilitación y Farmacia, para conseguir un objetivo común: mejorar la calidad de vida del paciente con STUI, según explica Carmen Orozco González, farmacéutica del Servicio Técnico-Profesional del Colegio Oficial de Farmacéuticos de Madrid (COFM).

En su opinión, el médico de Atención Primaria debe realizar la historia clínica del paciente y su exploración física (pélvica y perineal) para valorar el estado general de la paciente, las características de los síntomas que presenta y elaborar un diagnóstico etiológico y diferencial, derivando al especialista correspondiente, en caso necesario.

Como herramientas diagnósticas, se pueden utilizar análisis clínicos de orina, diarios miccionales, cuestionarios validados, ecografías y pruebas de esfuerzo.

En un primer momento, tal y como señala Carmen Orozco, se recomienda que el tratamiento inicial sea conservador, no farmacológico, con cambios en el estilo de vida, ejercicios de la musculatura del suelo pélvico, asociado o no a un tratamiento farmacológico, donde en primera línea se sitúan agonistas de receptores beta3 adrenérgicos (mirabegron) y antimuscarínicos.

En este contexto, el farmacéutico puede jugar un papel muy importante a la hora de orientar y derivar al paciente con un STUI, ya que puede ofrecerle información, consejos higiénico-dietéticos o la recomendación de visitar al médico de Atención Primaria, para el que podría incluso elaborar un informe sobre el paciente.

Valoración

El médico debe valorar el tipo de síntoma, la gravedad, el grado de afectación de la calidad de vida de la paciente según sus características individuales: edad, situación fisiológica, como por ejemplo la menopausia, y el tipo de actividad en la que siente limitaciones, como a la hora de hacer deporte, tener relaciones sexuales, vida diaria, viajes...

Para la farmacéutica, es muy importante detectar situaciones de riesgo que podrían ser la causa de algunos STUI, como determinados medicamentos, ciertas actividades, deportes muy intensos, algunas enfermedades o antecedentes ginecológicos.

Es posible orientar a la paciente con métodos de prevención, detectar casos de recurrencias y descubrir cuáles pueden ser los factores más relacionados con ellas. 

Así, las medidas higiénico-dietéticas recomendadas son la pérdida de peso, disminución de la ingesta de alcohol, cafeína y tabaco, y ejercicio físico. Otras medidas de primera línea dentro del tratamiento no farmacológico serían la reeducación vesical y la rehabilitación del suelo pélvico.

En opinión de Carmen Orozco, el tratamiento no farmacológico se debería valorar al menos tres meses después de su inicio, mientras que el tratamiento farmacológico requiere una evaluación a las 4-8 semanas de su instauración. Además, “es muy importante iniciar un tratamiento lo antes posible, ya que los STUI no tratados pueden evolucionar agravándose”.

Abandono del tratamiento

Los efectos adversos más comunes suelen aparecer con el tratamiento farmacológico y en concreto con los antimuscarínicos, siendo los más habituales la sequedad de boca, el estreñimiento, la cefalea y la somnolencia.

El abandono de la terapia farmacológica puede deberse a los efectos secundarios, sobre todo en el caso de los antimuscarínicos, y más si se trata de pacientes de edad avanzada, pero también a que la paciente puede no ser consciente de que se trata de un proceso crónico.

Los abandonos de la terapia de rehabilitación de suelo pélvico son muy frecuentes debido a diferentes razones, como la flexibilidad necesaria para realizar los ejercicios de la musculatura de suelo pélvico, el aprendizaje de una técnica correcta, las falsas expectativas de la paciente, la ausencia de motivación, la falta de seguimiento y la supervisión regular por un profesional sanitario.

El farmacéutico puede tener un papel esencial reforzando el mensaje sobre la importancia que tiene la rehabilitación pélvica y la continuidad en el tratamiento farmacológico. Además, tal y como recuerda la farmacéutica, “podemos ayudar al paciente a reconocer los efectos adversos y minimizar su impacto en la calidad de vida, y derivar al médico de Atención Primaria, en caso necesario”.

En caso de que los efectos adversos sean intolerables, el médico podría valorar el empleo de tratamientos de segunda y tercera línea, como la estimulación del nervio tibial posterior o la cirugía.