La adherencia terapéutica en el infarto agudo de miocardio, en general, es buena, ya que la población conoce la gravedad de la patología y la relación entre el IAM y la muerte súbita. También es de gran importancia la instauración de medidas de prevención secundaria con el objetivo de reducir la aparición posterior de nuevos episodios coronarios, la educación sanitaria y la rehabilitación cardiaca, que es básica y mejora la adherencia terapéutica.
Cuando el paciente recibe el alta, la adherencia al tratamiento y la buena calidad de vida suelen ir asociadas, teniendo una repercusión muy positiva sobre el estado de las enfermedades cardiovasculares. A los 6 meses del episodio agudo, muchos pacientes dejan de tomar la medicación porque se encuentran bien y asintomáticos y piensan que han superado los riesgos de la patología inherente al infarto y que éste no volverá a ocurrir.
La falta de conocimiento sobre la enfermedad padecida puede llevar al paciente a tomar alternativas al tratamiento o abandonarlo, al percibir la mejoría en su dolencia y creer que ésta es definitiva y que no habrá regresión de ningún tipo. Algunos pacientes interpretan que los fármacos sólo son imprescindibles en un periodo limitado de tiempo, evitando hacerse dependientes o tomándolo puntualmente sólo si lo consideran necesario. Los olvidos, la baja motivación, la nula percepción de necesidad de tratamiento son otros motivos de la falta de adherencia.
Medidas higiénico-dietéticas
En general, los pacientes suelen prestar más atención al tratamiento farmacológico que al control de los factores de riesgo, en ocasiones por la falsa seguridad que produce el pensar que al medicarse se pueden permitir ciertas licencias sin modificar en absoluto el estilo de vida. Los pacientes mayores suelen ser mejores cumplidores, que los más jóvenes, que cuando se encuentran mejor pierden el miedo a un nuevo episodio.
Además, se observa una peor adherencia a determinados fármacos que a otros (IECAs, beta bloqueantes) por sus efectos secundarios.
El paciente que ha sufrido un infarto agudo de miocardio presta en general más atención al tratamiento farmacológico que al control de los factores de riesgo cardiovascular, que se asocian con el desarrollo de los síndromes coronarios agudos. Se incluyen tanto los que contribuyen al proceso de aterotrombosis, como los que precipitan la aparición del síndrome coronario agudo. Muchos de estos factores de riesgo son modificables con cambios de estilo de vida y tratamientos farmacológicos (HTA, dislipemia), pero estas patologías son asintomáticas y requieren de un control periódico. En definitiva es más fácil tomar un comprimido que cambiar el estilo de vida o llevar una dieta.
Adherencia
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la adherencia al tratamiento como el cumplimiento estricto del mismo. Es decir, tomar la medicación de acuerdo con la dosificación puesta por el facultativo y durante los tiempos marcados. Tratándose de algo que parece trivial, llega a ser una de las causas más frecuentes de fracaso terapéutico ya que este cumplimiento apenas llega al 50% en los pacientes crónicos.
El médico de Atención Primaria debe reforzar los consejos y orientaciones sobre medidas higiénico-dietéticas y estilos de vida que habitualmente ha dado el personal de enfermería. Al paciente, en general, le resulta más fácil entender la importancia del tratamiento farmacológico que las otras medidas, además de las dificultades que puede tener para cambiar sus hábitos y estilo de vida.
Para aumentar la adherencia del paciente al tratamiento farmacológico el médico debe explicar los posibles efectos secundarios de los fármacos para que el paciente no abandone el tratamiento sin comunicárselo. Si el paciente lo refiere existe la posibilidad de modificar dosis o sustituir unos fármacos por otros que puedan tener los mismos efectos para que no empeore el control de la enfermedad.
Farmacéutico como referencia
Así, los farmacéuticos, en cooperación con pacientes, médicos y enfermería, mejoran los resultados de la farmacoterapia previniendo, detectando y resolviendo los problemas relacionados con los medicamentos antes de que den lugar al aumento de la morbi-mortalidad, especialmente en el área cardiovascular.
La mayoría de los pacientes reconocen al farmacéutico como un profesional sanitario de referencia y de continuidad asistencial. La atención farmacéutica se presenta como una alternativa de calidad para conseguir mejorar el resultado de los tratamientos y la asistencia sanitaria en relación a actividades preventivas comunitarias, aportando más valor añadido a la cadena de dispensación de tratamientos en pacientes con enfermedades cardiovasculares.
Actualmente, el farmacéutico comunitario puede jugar un papel más activo en el cuidado del paciente. Debido al desarrollo de nuevas herramientas para la dispensación de fármacos puede ser el primero en detectar una disminución en la recogida de fármaco, pudiendo incidir en su toma al paciente y recomendando que acuda a su médico de Atención Primaria en el caso de que se detecten efectos secundarios, olvidos en alguna toma para que se puedan realizar los cambios necesarios.
Para la elaboración de este artículo se ha contado con la colaboración de los doctores Carlos Pérez Méndez, del Centro de Salud de Mondoñedo; Lourdes Linares Regueira, del Centro de Salud de Ribadeo; Ana Mª Díaz Torrón, del Centro de Salud de Vilalba; Antonio Silvelo Rodríguez, del Centro de Salud de Trabada; José Manuel Fernández Peleteiro, del Centro de Salud de Parga, y Mauro Mourin González, del Centro de Salud de Friol; los médicos de Atención Primaria Begoña Rollán Arriba, Margarita Portillo Llompart, Carina Alvarez de Mon Rego, Manuel Jesús Frías Vargas, Sara García de Francisco, Mª Mar Bautista García-Vera, Concepción Rodríguez Martín y José Mª Calatayud Velasco, de Madrid, y los internistas Ana Torres Do Rego y Elena Martin Bello y los cardiólogos Javier Fuertes Beneítez Alberto Chocano Higueras y Amparo Benedicto Buendía, de Madrid.