En el manejo del niño con diabetes es necesario detectar precozmente las complicaciones crónicas y las enfermedades asociadas, así como evitar su aparición o enlentecer su progresión mediante un control metabólico adecuado. La diabetes se caracteriza por afectar a diferentes órganos, que son importantes en el desarrollo de los niños. Las complicaciones van apareciendo y aumentando su complejidad con la evolución a largo plazo. Con el tiempo, las complicaciones de la diabetes podrían provocar discapacidad o poner en riesgo la vida.
Las complicaciones más comunes de la diabetes tipo 2 incluyen las enfermedades cardiacas y coronarias, la hipertensión, la pérdida de la visión, los accidentes cerebrovasculares, la enfermedad renal, el hígado graso no alcohólico, los niveles elevados de colesterol alto…
En cuanto a la alimentación, los niños diabéticos desde muy pequeños tienen claro qué alimentos y qué procesos les pueden producir incrementos de glicemia. Es recomendable que sigan una dieta prescindiendo de azúcares de cadena corta y de las bebidas azucaradas. También es muy eficaz huir de los precocinados y comidas rápidas. Se busca que sigan hábitos saludables con horarios regulares, con cinco comidas al día en horarios marcados, evitando picar entre las horas de comida.
Ejercicio físico
El ejercicio regular con actividades físicas que gusten es de gran utilidad para mantener un buen estado de salud y un peso y crecimiento adecuado, intentando siempre que sea posible coordinar las pautas de insulina a la alimentación y la actividad física, procurando adaptar el tratamiento insulínico a las necesidades nutricionales.
La educación aplicada a una enfermedad crónica como la diabetes facilita a la persona diabética y a su familia el aprendizaje de habilidades y conocimientos necesarios para asumir una actitud positiva frente a su enfermedad, potencia las elecciones responsables para que asuman acciones de autocuidado y el apoyo necesario para que puedan formar parte activa del tratamiento, de manera que se logre prevenir, retrasar o disminuir la probabilidad de desarrollar complicaciones.
Porque el sedentarismo es importante en este binomio diabetes-obesidad. Es clave que el niño haga actividad física. Para ello, se puede inscribir en un equipo deportivo o buscar actividades deportivas que se puedan hacer en familia. El ejercicio aporta beneficios que se traducen en un mejor control metabólico, retraso en la aparición de enfermedades cardiovasculares y mejor calidad de vida. La actividad deportiva debe estar supervisada y no debe ser extrema para evitar descompensaciones.
Información para los padres
Por eso, es importante que los padres tengan la información necesaria sobre la enfermedad de su hijo, que promuevan dietas equilibradas, con mayor proporción de frutas y verduras y menor cantidad de dulces.
En este contexto, el farmacéutico comunitario puede ayudar a los padres para que aprendan a reconocer los posibles síntomas de la enfermedad y que compartan la información con el pediatra. Las oficinas de farmacia deben hacer campaña sobre la diabetes infantil, con el objetivo de informar a padres y madres sobre la aparición de la diabetes y la cetoacidosis en menores de edad. Que un hijo pequeño o pre-adolescente comience a beber más agua de lo acostumbrado y orinar también de una forma más continua de lo habitual suele ser un indicativo de que puede padecer diabetes, puesto que la diabetes no tiene edad.
Para la elaboración de este artículo se ha contado con la colaboración de los doctores Pere Garriga Torres, Francisco Armengol Galbany y Joaquín Granell Turull, de Lleida, y José Guerrero Sánchez, del Centro de Salud San Isidro; Valentín Moraleda Lindez, del Centro de Salud El Alquián; Diego Lara López, del Centro de Salud Olula del Río, y José Antonio Plaza Hernández, del Centro de Salud Huercal.