La dislipidemia es la alteración de los niveles de lípidos en la sangre. Los cambios más frecuentes son un aumento del colesterol total, del colesterol LDL de los triglicéridos, sumado a una disminución del colesterol HDL. Por eso, el seguimiento del paciente dislipémico es algo mucho más complejo que simplemente controlar los niveles de colesterol. En todas las guías, la primera recomendación es establecer el nivel de riesgo cardiovascular del paciente, teniendo en cuenta para su estimación factores como el sexo, la edad, el tabaquismo, la presión arterial y todos los factores lipídicos. Una vez evaluado el RCV del paciente consultando las tablas SCORE se pueden establecer unos objetivos lipídicos más o menos exigentes. En todos los pacientes hay que promover cambios en el estilo de vida como primera medida, con el abandono del tabaco, el control del peso y la presión arterial. Luego según el riesgo cardiovascular del paciente se establecerán unos objetivos y se iniciará el tratamiento farmacológico en caso de ser necesario.
Cada 3-6 meses se hará una reevaluación hasta conseguir el perfil lipídico deseado. Si el tratamiento aplicado no es efectivo se cambiará la dosis y/o el fármaco, y se continúa evaluando con la misma pauta, hasta conseguir una normalización del perfil lipídico. En pacientes tratados con estatinas o fibratos hay que realizar trimestralmente durante el primer año determinaciones de transaminasas y CK (creatinkinasa). Si las elevaciones de estas actividades enzimáticas son mantenidas o superan cinco veces los valores normales, o se acompañan de síntomas clínicos, la administración del fármaco debe interrumpirse.
Si durante el primer año el control ha sido normal, se puede espaciar el control semestral o anualmente. Una vez conseguidos los objetivos, se mantendrá de la forma más rigurosa posible, el tratamiento propuesto.
Seguimiento de las guías
Las guías ESC/EAS muestran la evidencia de que reducir el colesterol LDL se asocia a un descenso de los eventos cardiovasculares. Dependiendo del riesgo cardiovascular del paciente recomiendan mayor o menor frecuencia de los controles con tiempos que oscilan desde el control anual en personas de bajo riesgo al bimensual en los de muy alto riesgo. En cuanto al contenido se deberán contemplar siempre todos los factores lipídicos, LDL, HDL y triglicéridos.
Así, en general se recomienda realizar el perfil lipídico en niños menores de dos años de edad con antecedente familiar de dislipidemia o enfermedades del corazón a temprana edad, con factores de riesgo como sobrepeso u obesidad, resistencia a la insulina o sin información familiar disponible cada tres a cinco años. En los mayores de 20 años, cada cinco años; en hombres entre 45 y 65 años y mujeres entre 55 y 65 años sin riesgo de enfermedades del corazón y de los vasos sanguíneos, cada uno o dos años; en mayores de 65 años y en diabéticos, cada año.
Objetivos marcados
Hay que tener en cuenta que el tratamiento de la dislipemia está enfocado en reducir los niveles de lípidos en la sangre y, por consiguiente, el riesgo de enfermedades asociadas. Los objetivos a alcanzar con el tratamiento son colesterol total <200 mg/dl, LDL <100 mg/dl (<70 mg/dl en prevención secundaria), HDL >40 mg/dl y triglicéridos <150 mg/dl. Pero estas cifras dependen del riesgo en el que se encuentre el paciente. Si es muy alto el c-LDL debe ser < 70 mg/dl o reducción del 50% si el c-LDL está entre 70 y 135mg/dl. En alto riesgo, el c- LDL < 100mg/dl o reducción del 50% si c-LDL está entre 100 y 200 mg /dl y con riesgo moderado a bajo el c-LDL < 115mg/dl.
Ya que la dislipemia no presenta síntomas, el papel del farmacéutico es esencial para la detección de la misma. Por eso, es muy recomendable que desde la farmacia se realicen controles del colesterol y triglicéridos de forma periódica. La presencia de signos como xantelesmas o arcos corneales puede ser un buen indicador de pacientes susceptibles a control, así como todos aquellos con IMC elevado. El farmacéutico debe recomendar siempre hábitos de vida cardiosaludables, reforzando los mensajes que ayudan al control de los distintos factores de riesgo con recomendaciones sobre cambios de estilo de vida, fomento de hábitos saludables, con dieta baja en grasas y ejercicio.
Recomendaciones en la farmacia
También deben asesorar sobre el uso correcto de la medicación cardiovascular, en muchos casos crónica, vigilando la adherencia, evitando dosificaciones y administraciones inapropiadas e identificando los posibles efectos adversos más frecuentes para tomar medidas al respecto derivando en los casos necesarios al especialista.
El farmacéutico también tiene un papel en detectar precozmente síntomas o posibles descompensaciones de las enfermedades cardiovasculares, y de esta forma poder recomendar a los pacientes que acudan a consulta médica.
Para la elaboración de este artículo se ha contado con la colaboración de los doctores especialistas en Medicina de Familia María Victoria Donet Yagüe, Pascual Llop Usó, María Jesús Plaza Ocaña, Antonio Roca Verdú, Vicente Valero Alepuz y Javier Vidal Fernández, de Valencia; Juan Gomis Ferraz, Isabel López Ibañez, Joaquín Ferreres Ruiz y Teresa Crespo Andrés, del Centro de Salud Juan Llorens, y los médicos de Atención Primaria Jesús Zumeta Fustero, José Porta Quintana, Cristina Sumelzo Liso, Laura Romero Crespo y Francisco Adán Gil, del Centro de Salud José Ramón Muñoz Fernández, Zaragoza.