jueves. 19.12.2024

La diabetes tipo 2 está muy ligada a la obesidad y al exceso de peso. El riesgo de desarrollar una diabetes tipo 2 aumenta con IMC de 30. Aproximadamente, entre un 15 y un 35 por ciento de los pacientes que acuden a las consultas  tienen sobrepeso y de este porcentaje, un  20 por ciento es diabético.

Según el estudio Delphi, el 57 por ciento del total de los costes directos e indirectos de la diabetes 2 se pueden atribuir a la obesidad, lo que representa más de 180,3 millones de euros. Por eso, hace falta la implantación de programas de intervención multidisciplinar en unidades básicas de la salud asociados a practicas educativas que intenten estimular la adopción de una dieta saludable junto con la práctica diaria de actividad física regular para este tipo de pacientes.

Entre los criterios para derivar a estos pacientes al endocrinólogo está cuando hay  pluripatología asociada,  cardiopatía, HTA y riesgo cardiovascular  elevado. El endocrinólogo es el encargado de ajustarle la dosis de los fármacos y, sobre todo, instaurarle una dieta alimenticia totalmente personalizada junto con ejercicio regular. Así, cuando hay una descompensación diabética rebelde al tratamiento o en el inicio de insulinización se debe derivar al endocrino y también en pacientes que después de seis meses de haber instaurado modificaciones en el estilo de vida, dieta y aumentar el ejercicio físico, la instauración de combinación de antidiabéticos orales (metformina, sulfonilureas, repaglinida, glitazona, agonistas de la GLP-1, IDPP4), más insulina basal, no se logra el objetivo de bajar la HbA1c por debajo del 7 por ciento. También se pueden beneficiar los pacientes con insuficiencia renal moderada o grave y con obesidad grave y diabetes 2 que, con modificaciones del estilo de vida, para la pérdida de peso individualizada y dirigida (dieta y aumento de la actividad física adaptada a los hábitos de vida del paciente) y tratamiento farmacológico con antidiabéticos orales no son capaces de bajar peso y regular la HbAc1, por sospecha de no seguimiento de las medidas dietéticas, ni del tratamiento, el derivar al endocrino supone que el paciente tome conciencia de la gravedad de su enfermedad.

Retrasar la evolución

Porque el tratamiento de la obesidad puede retrasar la evolución de la prediabetes a la diabetes tipo 2. Esta mejora es mucho más pronunciada al inicio de la historia natural de la diabetes, cuando la resistencia a la insulina asociada a la obesidad produce una disfunción reversible de la célula beta, presentando una capacidad secretora de insulina relativamente preservada.

En este contexto, la prescripción individualizada de ejercicio es clave. Para ello, hay que establecer las características generales del ejercicio aeróbico, prestando atención al nivel de intensidad, que debe estar entre el 60 y el 75 por ciento de lo que se denomina el nivel de reserva cardiaca. La forma más simple para calcular la intensidad del ejercicio es usar el talking test. En este caso, se trata de hacer ejercicio con una intensidad suficiente como para que la persona tenga dificultad para mantener una conversación, a la frecuencia y progresión, ya que el ejercicio debe realizarse de forma continuada y al menos cinco días a la semana, y a la duración, se recomienda un mínimo de 30 minutos al día de ejercicio aeróbico moderado o bien 90 minutos a la semana de ejercicio de alta intensidad. También puede llevarse a cabo una combinación de ejercicio aeróbico y ejercicio de resistencia.

Hay que tener en cuenta que el tratamiento nutricional debe de ser un componente fundamental del tratamiento integral de la diabetes. Los objetivos de la dieta deben ser alcanzar y mantener los niveles adecuados de glucemia, HbA1C, lípidos, presión arterial y peso corporal, así como prevenir y tratar las complicaciones y comorbilidades propias de la enfermedad. Se recomiendan al menos cuatro comidas diarias, con dietas de  1.500 calorías aproximadamente, donde se evite la sal, los  productos azucarados  industriales, las grasas que no provenga del aceite de oliva y carne grasa. Por que tal y como señala el estudio Prevención con Dieta Mediterránea (PREDIMED), esta dieta disminuye la aparición de diabetes tipo 2 hasta un 40 por ciento sin necesidad de reducción de peso.

Anciano frágil

Entre los diabéticos tipo 2, hay que prestar especial atención tanto al anciano frágil como el que vive solo, ya que requieren un seguimiento más estricto, tanto por  el médico como por enfermería. Y esto se puede hacer con visitas frecuentes, tanto a domicilio como a consulta, dando siempre información muy escueta y muy clara, educando al paciente en cada visita para conseguir una gran motivación.. La pluripatología que presentan estos pacientes debe ser coordinada por su médico de familia con las visitas a las distintas especialidades que su médico paute y que siempre, según su estado, sean las menos posibles.

El manejo del paciente diabético se debe fundamentar en el triángulo enfermera-medico-farmacéutico. Una buena sintonía de estos profesionales debería mejorar considerablemente el control del paciente diabético. Cabría pedir mayor implicación al profesional farmacéutico, controlando valores tan sencillos como la glicada del paciente.

Además, el farmacéutico tiene un papel importante en el cumplimiento terapéutico y en el asesoramiento de determinados fármacos que pueden ser administrados conjuntamente. También puede avisar y detectar interacciones entre fármacos para evitar efectos adversos que puedan ser contraproducentes.

Para la elaboración de este artículo se ha contado con la colaboración de los doctores especialistas en Medicina General Rafael Herreros Guisado, José Antonio Fernández Rodríguez y Pedro Echave Ceballos, del Centro de Salud Centro, de Santander; Alberto Ramón Domínguez Recio, José de Castro Bocos, Pablo Manuel Rodríguez López y Francisco Javier Fernández de Frutos, de Valladolid, Ana María Rodríguez Medina, Verónica Pescador Conde, Manuel Ramos Rodríguez y Manuel Vicente Arroyo, del Centro de Salud Capuchinos, en Salamanca, Fernando Sabatel López, Carmen García García del Real y Fernando Fernández Piñar, de Motril, José Ignacio Cornago Delgado, María José Morillas Bueno, María Esther Pérez Fernández y Gustavo de los Bueis Martínez, de Bilbao, y los médicos de Atención Primaria Ana Isabel Fernández González y Amaia Goikoetxea Zubizarreta, el geriatra Joseba Muñoz Díaz y el cardiólogo Iñaki Alberdi Santos, de San Sebastián. José María Irizar, María Yolanda García, Jacob López y Juan Carlos Caballero.