Debido a los múltiples factores que intervienen en el riesgo cardiovascular, la Administración puede tener dos líneas de actuación. La primera se centra en mejorar los hábitos saludables en la población, desde el fomento de la práctica de deporte y ejercicio físico hasta la concienciación de los perjuicios que ocasionan el tabaco, pasando por impulsar la alimentación saludable. Las estrategias a seguir se salen del ámbito puramente sanitario y debe encuadrarse dentro de políticas intersectoriales que originen cambios culturales, políticos y legislativos que induzcan al desarrollo de hábitos saludables. También, con actividades dirigidas a la población, la Administración debe fomentar la participación en los programas de prevención, a través de la sensibilización de la población sobre temas de especial interés para la sociedad. En este caso, no solo es importante la actuación de la Administración, sino que es fundamental la colaboración de los medios de comunicación.
La segunda línea sería la que afecta a los profesionales y al sistema sanitario y tendría también varios aspectos. Aunque ya existen programas y actividades de prevención, falta una unificación y estandarización que recoja todas las actuaciones que deben llevarse a cabo dentro de la prevención de riesgo cardiovascular, pero que a su vez diferencie a los grupos específicos con características diferentes en cuanto a los factores de riesgo cardiovascular.
Así, la inversión en prevención cardiovascular depende de cada profesional individualmente, de su buen hacer y de su capacidad de involucrarse en el tema. Aunque no hay presupuestos específicos en cuanto a la inversión en prevención en Atención Primaria, una de las funciones de los equipos de AP recogidas en la normativa vigente es la promoción de la salud y prevención de las enfermedades. Por tanto, la prevención de las enfermedades cardiovasculares se realiza de manera rutinaria en las consultas diarias de los centros de salud y todos los recursos disponibles pueden y deben ser utilizados para este fin. Otra cuestión es si son bien utilizados. Dejando aparte la tradicional falta de tiempo, hay que valorar si los médicos actúan de una forma global y completa sobre los factores de riesgo CV o bien si se limitan a los que son más próximos (diabetes, hipertensión, dislipemias...) dejando un poco de lado aquellos factores en los que el paciente es el principal actor.
Formación
Por eso, el siguiente paso sería la formación obligatoria de todos los profesionales involucrados de forma que pudiese implementarse de forma general y homogénea en todo el sistema sanitario, que debe ir acompañada de un buen sistema de evaluación, con indicadores de proceso y de resultados que los hagan medibles y comparables.
Así, la prevención se puede dividir en prevención principal. Esta estrategia es fundamentalmente poblacional, centrada sobre todo en la infancia y la adolescencia, potenciando los hábitos saludables para evitar la aparición de los factores de riesgo cardiovascular. Se realizan charlas y actividades en los colegios con el apoyo de personal de enfermería, nutricionistas y profesores.
La prevención primaria es la que se centra en las medidas encaminadas a controlar los factores de riesgo cardiovascular, una vez ya presentes, para disminuir la incidencia de la enfermedad. Esta estrategia es poblacional pero también individual, fundamentalmente desde las consultas de atención primaria, ya que es ese el ámbito en el que se detectan y siguen los pacientes con factores de riesgo cardiovascular, mientras que la prevención secundaria se dirige a disminuir la progresión de la enfermedad cardiovascular, incluso desde los estadios iniciales asintomáticos, con el objetivo de prolongar y mejorar la calidad de vida de los individuos con patología cardiovascular. También se incluye la rehabilitación.
En este contexto, la industria farmacéutica facilita el acceso a contenidos sobre el tema, pone a disposición diversidad de artículos relacionados, proporciona cursos y mejora los tratamientos.
Guías de práctica clínica
Además, participa fomentando el cumplimiento de las guías, sobre todo, en pacientes con mayor riesgo de sufrir un evento debido a un mal control, incidiendo en la necesidad de realizar controles periódicos y en la utilización de fármacos adecuados para lograr un mayor control metabólico y llegar a cifras estipuladas por las diferentes guías, y se encarga de la divulgación de todos los avances por medio de congresos y la información y aportación de los últimos estudios por parte de los delegados de la visita médica. También hay que recordar que la industria farmacéutica en temas de formación médica sigue siendo muy activa, financiando cursos y congresos médicos.
En cuanto a las asociaciones de pacientes, son útiles y su papel suele ser meramente informativo, pero uno de los principales objetivos de estas asociaciones debería ser sensibilizar a la sociedad frente a la diabetes y fomentar buenos hábitos para una vida saludable. Tienen una función educativa, formativa y social, pero varía mucho su actividad de una población a otra pero su objetivo siempre es el mismo, mejorar la calidad de vida de estos pacientes. Los pacientes suelen llegar a ellas por recomendación de la educadora de diabetes, que es, del personal sanitario, la figura con más relación con la asociación.
Implicación del farmacéutico
Por su parte, el farmacéutico tiene un papel importante en la prevención del riesgo cardiovascular porque puede contribuir al buen uso del tratamiento, ayudando al paciente en las dudas que tenga al respecto e incidiendo en su administración correcta.
Además, pueden seguir el control de la toma del medicamento y pueden ayudarle a conseguir hábitos saludables, con información de dietas, seguimiento de cifras tensionales.
Y es que el farmacéutico puede concienciar al paciente de los riesgos de su posible enfermedad, sobre todo advertirle de síntomas silenciosos, haciendo especial hincapié en los factores de riesgo, como pueden ser el tabaco, el sobrepeso y obesidad, la hipertensión y la diabetes.
Además, puede realizar al paciente la medición de los parámetros biológicos más comunes, como el colesterol, triglicéridos, glucosa, y la medición de la presión arterial. Con un seguimiento diario/semanal del cumplimiento de su tratamiento y dándole a conocer si hay alguna anomalía y si ésta es debida a una reacción adversa del medicamento. Asimismo, pueden fomentar hábitos de vida saludables y de prevención personalizados, fomentando dietas al respecto, y fomentando el ejercicio físico.
Para la elaboración de este artículo se ha contado con la colaboración de los doctores especialistas en Medicina de Familia Guillermo García Tell, Carmen Pradas González y Francisco Javier Tamarit Moradillo, del Centro de Salud Salvador Pau; Miguel Pérez Gurillo, José María Tirado Moliner y Fina Ortiz Forcada, del Centro de Salud Onda; Francisco Artola Bordas, Agustín Fuster Belles, Isabel Hernández Viñuela y Rafael Breton Ramos, del Centro de Salud Palleter, Castellón, y los médicos de Atención Primaria José Ángel Martínez Millian, Ángel Saz Gozaga, Martín Lalinde Herrero y Cinta Falco Prades, del Centro de Salud Seminario, de Zaragoza.