sábado. 21.09.2024

La relación entre los niveles de presión arterial y la incidencia de eventos cardiovasculares está en general bien establecida. Entre el 30-40% de la población general es hipertensa y se produce un claro incremento directamente relacionado con la edad. Así, el objetivo de reducción de las cifras de presión arterial se concreta en menos de 140 mmHg, tanto en pacientes con alto riesgo como en los que tienen menor riesgo y se incluyen los diabéticos y los afectados por enfermedad renal crónica. En los ancianos más frágiles los objetivos deben de ser prudentes y adaptados a la tolerabilidad individual.

Y es que las recomendaciones clínicas constituyen un objetivo como estrategia a seguir para abordar la HTA a través de una atención homogénea y transversal de los pacientes, puesto que en ellas se establecen unas directrices de actuación homogénea en todos los niveles asistenciales, donde el inicio del tratamiento se recomienda que sea inmediato con niveles de sistólica mayor o igual a 160 mmHg o de diastólica mayor o igual a 100 mmHg. Este inicio, en los pacientes con alto riesgo: presencia de tres o más factores de riesgo asociados; se debe contemplar incluso con cifras de superiores o iguales a 130/80 mmHg.

Esto debe ir acompañado en cambios de estilo de vida, donde la reducción  de peso y de perímetro abdominal, restricción de sal y alcohol, ejercicio físico y abandono del hábito tabáquico son medidas consensuadas.

Fases iniciales

En la fase inicial del tratamiento, se recomienda una visita a los pacientes cada dos o cuatro semanas. Luego, una vez que se alcanzan los objetivos, las visitas pueden espaciarse entre tres y seis meses.

En la práctica clínica, el ecocardiograma se ha demostrado útil para llevar a cabo la valoración de la hipertrofia ventricular izquierda en el paciente con cifras limítrofes de presión arterial sin hipertrofia ventricular izquierda. Dicha hipertrofia junto con el engrosamiento de la carótida presentan una prevalencia elevada en pacientes hipertensos cuando se incluye como estudio rutinario. Por eso, la estimación del riesgo cardiovascular total resulta sencilla en subgrupos de pacientes determinados, como los que tienen antecedentes de enfermedad cardiovascular, diabetes mellitus o enfermedad coronaria. Así, el modelo SCORE para la evaluación del riesgo cardiovascular se ha desarrollado basándose en grandes grupos de estudios europeos. Este modelo permite estimar el riesgo de muerte por enfermedad cardiovascular a diez años teniendo en cuenta edad, sexo, hábitos tabáquicos, colesterol total y presión arterial sistólica. Dentro de los factores de riesgo que favorecen la hipertensión arterial se encuentra la historia familiar, la edad,  el sexo, la raza, el sobrepeso, hábitos dietéticos poco saludables  y la inactividad física.

Mejor control

En la práctica clínica diaria el reto con la HTA es aumentar el grado de control de la población general que es todavía inferior al 20%. Una vez instaurado el tratamiento antihipertensivo el objetivo que se persigue es alcanzar la máxima reducción en el riesgo cardiovascular de morbimortalidad a medio y largo plazo. Por eso, el paciente hipertenso con cifras adecuadas de presión arterial debe ser seguido en las consultas de enfermería con una periodicidad al menos semestral en los pacientes con riesgo cardiovascular bajo, trimestral en los de riesgo moderado y mensual en los de alto o muy alto. Si el registro obtenido en la consulta de enfermería no cumple el objetivo se incidirá en comprobar el adecuado cumplimiento y la adhesión a las medidas terapéuticas indicadas.

Seguimiento por parte del farmacéutico

También hay que destacar la labor del farmacéutico con  el paciente hipertenso, puesto que puede ayudar a la detección de los pacientes que ignoran que son hipertensos, facilitan el control y revisión en la farmacia de las cifras de presión arterial que es de gran ayuda para comprobar la eficacia del tratamiento, ayuda y control en el cumplimiento de la dieta hiposódica y alerta ante la aparición de eventuales efectos adversos del tratamiento.

Además, el farmacéutico puede derivar al médico en los casos en que detecta alguna interacción de relevancia que pueda comprometer la efectividad o la seguridad de los fármacos que tome el paciente hipertenso, en los casos que detecte valores anormales de presión arterial y a pacientes con hipotensión ortostática o sintomática.

Su papel también es de utilidad en la intervención educativa y en fomentar la adopción de estilos de vida saludable, al tiempo que puede aportar conocimiento y concienciación frente al problema que se enfrenta, así como tener la habilidad de detectar un posible caso de HTA.

Para la elaboración de este artículo se ha contado con la colaboración de los doctores especialistas en Medicina Familiar Octavio Alejandro Dopico Pérez, Andrés Martínez González, Fernando Prieto García, María Portal González Lorenzo, José Manuel Villar Freire y Federico Iglesias Fernández, del Centro de Salud Narón, en La Coruña.