sábado. 21.09.2024

La diabetes tipo 2 se ha convertido en uno de los problemas sanitarios más graves de nuestro tiempo. Los costes derivados del tratamiento y prevención de la diabetes se convierten en una de las principales partidas presupuestarias que debe asumir la sanidad pública. Por ello, conocer la prevalencia de DM2 es de importancia capital tanto para determinar el estado de salud de la población como para la planificación de los recursos destinados a su atención y prevención. La prevalencia total de diabetes de tipo 2 se sitúa en el 12% y  la prevalencia de obesidad se sitúa en tres de cada diez españoles y de hipertensión arterial, en cuatro de cada diez.

Los datos del estudio Di@bet.es demuestran que el 13,8% de los españoles mayores de 18 años tiene diabetes tipo 2, lo que equivale  a más de 5,3 millones de españoles. De ellos, casi 3 millones ya estaban diagnosticados, pero 2,3 millones, el 43% del total, desconocían que padecían la enfermedad.

El retraso en descubrirla implica que cuando se diagnostica la enfermedad el 50% de los afectados presenta alguna complicación. Esto es grave si tenemos en cuenta que el tratamiento de las complicaciones es tanto más eficaz cuanto más precoz y que la diabetes afecta a órganos tan importantes como los riñones, la vista, el corazón o el sistema nervioso.

Y es que la diabetes es una enfermedad multiorgánica y poligénica que presenta un trastorno metabólico caracterizado por hiperglucemia crónica debido a la secreción defectuosa de insulina, resistencia a la acción de la insulina, o una combinación de ambos. La diabetes tipo 2 se caracteriza generalmente por resistencia a la insulina y la progresiva insuficiencia de las células β. Inicialmente, es una enfermedad que no suele dar sintomatología.

Detección en primaria

Por eso, la búsqueda de nuevos casos de diabetes debe ser un objetivo de la atención primaria de salud, tanto en la población general como en aquellas situaciones con un riesgo elevado de padecerla, como en personas con obesidad, con antecedentes de diabetes gestacional, haber sido diagnosticado de intolerancia a la glucosa u otras situaciones que hagan pensar en el síndrome metabólico como la hipertensión o la dislipemia.

Los grupos étnicos de alto riesgo son los afroamericanos, latinos y afroasiáticos. Existe una teoría antropológica muy extendida según la cual la escasez de alimentos provocó que el hombre primitivo desarrollara una resistencia a la insulina, lo que le permitió sobrevivir a las duras condiciones ambientales. Si los individuos tenían resistencia a la insulina, principalmente a nivel del músculo periférico, reactivamente se producía una hipersecreción de insulina compensadora por parte del páncreas. Esta situación derivaba en una mayor entrada de los principios inmediatos por acción de la insulina en tejidos como la grasa, donde los hidratos de carbono pueden transformarse en triglicéridos y almacenarse como reserva energética. Es decir, podían aprovechar más la comida que ingerían ocasionalmente y tolerar mejor el ayuno. Posteriormente, cuando la comida fue abundante y especialmente rica en hidratos de carbono de absorción rápida y en grasas, el hiperinsulinismo fue el responsable de la obesidad y la aparición de la diabetes 2. Esta teoría ha recibido el nombre del fenotipo ahorrativo y es la que se aduce habitualmente para explicar el exceso de casos de diabetes entre distintas etnias. Esta teoría se complementa con la del genotipo ahorrador, que destaca la importancia del bajo peso fetal en el desarrollo posterior de la resistencia a la insulina y la diabetes tipo 2.

Factores de riesgo

Además, hay que tener en cuenta que en pacientes de más de 45 años, la prevalencia de diabetes es mayor en la población que reside en áreas urbanas respecto a la que habita en zonas rurales; si bien, las diferencias no son muy significativas. En relación a los factores de riesgo, la hipertensión arterial y antecedentes familiares son comunes en la población diabética, a los que hay que añadir el estilo de vida sedentario.

Con respecto al papel de los IDPP-4 en el manejo de la diabetes, actúan inhibiendo a la enzima DPP-4, la cual tiene como función degradar al GLP-1 que se libera en el intestino ante la llegada de los alimentos produciendo la liberación de insulina pancreática e inhibiendo la de glucagón de manera glucosa-dependiente. Poseen como principal característica el control de la hiperglucemia sin producir incremento de peso y con una incidencia de hipoglucemias muy baja.

La introducción en el mercado de estos fármacos ha abierto una nueva opción terapéutica para el manejo en monoterapia o en terapia combinada que permite un control metabólico de los pacientes con DM2. Su eficacia respecto al control metabólico, su neutralidad al no modificar el peso del paciente y su flexibilidad en la terapia de combinación, los convierte en fármacos importantes para el tratamiento de la DM2.

Tienen una potencia hipoglucemiante moderada. Se administra en dosis única diaria (sitagliptina, saxagliptina y linagliptina) o en dos dosis (vildagliptina). Están indicados en tratamiento combinado con metformina y/o sulfonilureas y/o pioglitazona (excepto linagliptina), particularmente si existe riesgo significativo de hipoglucemia. También en tratamiento combinado con tiazolidindionas (vildagliptina, sitagliptina, saxagliptina). En dos ensayos clínicos, uno con saxagliptina y otro con alogliptina, en pacientes con diabetes tipo 2 con un alto riesgo cardiovascular o presencia de eventos cardiovasculares no se consiguió reducir el desarrollo de nuevos eventos en comparación a placebo (Scirica BM, 2013; White WB, 2013). En el estudio con saxagliptina se observó un incremento en el número de ingresos por insuficiencia cardiaca. El farmacéutico forma parte también del equipo sanitario que colabora en el seguimiento y cuidado de los pacientes diabéticos. A menudo es el primer profesional al que acuden muchos pacientes cuando se le plantean dudas sobre el tratamiento farmacológico.

Valor del papel del farmacéutico

La labor del farmacéutico no sólo se centra en la distribución de los medicamentos necesarios para el tratamiento de la enfermedad, sino que favorece y participa activamente en la mejora de la calidad de vida de los diabéticos. Entre sus funciones está la de detectar indicios de interacciones relacionadas con la toma de los fármacos usados en el tratamiento de la enfermedad, derivando al centro de salud los casos en que sea necesaria una evaluación médica. Además, es un elemento importante en la detección precoz de los factores de riesgo de la diabetes. Muchas farmacias realizan análisis de glucosa y colesterol, toma de tensión arterial y seguimiento del peso, lo que facilita el seguimiento al paciente. Al mismo tiempo, el farmacéutico también puede hacer labor de supervisión de la adherencia al tratamiento. Además, a través de los citados controles, puede colaborar en la detección  precoz de ciertas complicaciones y problemas que pudieran surgir cuando empeora el estado de salud de los diabéticos.

En algunos casos de diabetes tipo 2, el hecho de realizar un seguimiento continuado desde la farmacia ayuda a afianzar los objetivos de glucosa requeridos para minimizar el riesgo de desarrollar complicaciones.

Además, hay que tener en cuenta que en no pocas ocasiones el farmacéutico será el primer profesional de la salud a quien consulte el paciente todas sus dudas, miedos y expectativas referentes a su enfermedad, por lo que una comunicación fluida redundará en una atención de mayor calidad.

Para la elaboración de este artículo se ha contado con la colaboración de los doctores especialistas en Medicina General Adolfo Cid Feijoo, Cecilia Curieses Arcos, José María Pardo Hortal, Modesto Novoa Novoa, Luis Prieto Robisco y Manuela Valencia Veloso, del Centro de Salud A Carballeira; Rogelio Domínguez García, José Manuel Freire Couto, Manuela Salgado Novoa, Manuel Cao González, Jorge Lloveres Insua y Salvador Rey Suárez, del Centro de Salud Carballiño; Marta María Delfín Vázquez y Pilar Fandiño Pena, del Centro de Salud Doblada; Belén Eguía González, del Centro de Salud Rosalía de Castro, y María Mercedes Cruz Rodríguez y Carmen Campillo Casais, del Centro de Salud Coia; Ana López Viana, del Centro de Salud Escairón; Juan Carlos Cayuela Prieto, del Centro de Salud Monterroso; Ángel Martínez-Puga López, del Centro de Salud O Cádavo; Enrique Pérez Vázquez, Centro de Salud Sober; Mª Ángeles Sanmartín Varela, del Centro de Salud A Barrela, y José Mª García Lombardero, del Centro de Salud Outeiro de Rey; Rodrigo Abad Rodríguez, del Centro de Salud Pola de Siero; Higinio Bayón Gómez, Centro de Salud Vega de Sariego; María Jesús Galán Díaz, Centro de Salud La Corredoria, y Ana Rosa  Gutiérrez Rodríguez, Centro de Salud Teatinos, y los médicos de familia Ana Isabel Vilar Fernández, María José Torrón Miño, Francisco Javier Refojos Giráldez y Julio Alberto Freire Pérez, del Centro de Salud Caranza.