jueves. 19.12.2024

Hay que aprender a vivir con la diabetes e intentar adecuar el trabajo, entre otras cosas, para que esta enfermedad crónica se mantenga controlada. El diagnóstico de la diabetes supone un cambio importante en la vida laboral y cotidiana del paciente, y aún con un buen control glucémico siempre condiciona la vida del paciente y, en ocasiones, la de toda la familia. Dependiendo del tipo de trabajo, horarios en turnos o las diferentes horas para comer, el paciente se tiene que adaptar a ellos para poder tener un buen control de su enfermedad.

Algunos pacientes tienen miedo a no poder realizar el trabajo o, incluso, a perder su puesto. Aún persisten los temores a la insulinización, a las hipoglucemias y a tener que cambiar mucho los hábitos de vida en general y alimentarios en particular.

La necesidad de realizar controles periódicos puede suponer un contratiempo para la actividad laboral. En algunas ocasiones puede haber miedo por parte del paciente a que pedir muchos permisos para ir al médico sea mal visto en la empresa. No solo la vida laboral, sino todos los hábitos del paciente, sufren un cambio, y la necesidad de conciliar vida laboral con familiar y con tiempo para, por ejemplo, poder realizar ejercicio suponen un reto en el día a día.

Para que el paciente integre su enfermedad en su vida diaria hay varias pautas, entre las que destaca adecuar los cambios en el estilo de vida a la jornada laboral. Las nuevas pautas que se van a adquirir hay que acoplarlas a la rutina diaria, planificar las comidas, saber cantidad y calidad de los alimentos que se van a comer, sin dejar de lado el ejercicio físico. Por eso, se recomienda empezar con una rutina de caminar a ritmo constante (150 minutos a la semana).

Insulinizados

En los pacientes a tratamiento con insulina, sobre todo si es insulina rápida, es muy importante explicarles bien la importancia de la ingesta de alimentos para prevenir posibles hipoglucemias. El cuidado y la prevención del pie diabético también es importante. El trabajo multidisciplinar con el equipo de Enfermería es clave para evitar su aparición. Por eso, la educación diabetológica resulta imprescindible en los diabéticos tipo 2.

En líneas generales, los pacientes jóvenes que trabajan suelen ser buenos cumplidores, pero tienen una escasa percepción de la necesidad de controles, una vez que le han pautado el tratamiento.

El grado de compromiso del paciente es clave a la hora de alcanzar los objetivos planteados. La historia clínica electrónica permite monitorizar y observar el grado de cumplimiento del paciente y ver si acude a sus revisiones periódicas pautadas. La adherencia terapéutica se puede seguir con la visualización de la retirada de recetas de farmacia. En las revisiones pautadas por el equipo de Atención Primaria se pueden controlar todos los factores de riesgo cardiovascular (obesidad, hipertensión, dislipemia, tabaco y glucemia) y conocer el grado de control alcanzado.

Vida saludable

Entre las pautas que se deben de llevar a cabo el paciente diabético para poder integrar la enfermedad en su vida diaria destacan las que pasan por cambiar hábitos de vida hacia otros más saludables; la dieta e introducir el ejercicio físico regular. Los principales problemas para llevar a cabo estos cambios son comer fuera de casa a diario, un horario laboral difícil de adaptar para poder hacer ejercicio o acudir a las revisiones periódicas. El no poder acudir a estas revisiones es la principal traba en el seguimiento del paciente diabético con vida laboral activa. 

Aunque hay alguna excepción, los pacientes con diabetes tipo 2 sí que suelen acudir de forma regular a los controles. Hay que tener en cuenta que, en ocasiones, trabajadores con diabetes para disminuir sus interrupciones laborales mantienen los niveles de glucemia más altos de lo que deberían y no acuden con la frecuencia deseable a la consulta.

Para la elaboración de este artículo se ha contado con la colaboración de los doctores María Asunción Vidal Ruiz de Velasco, Cristina Oves Costales, Yaquelin Sánchez Fernández, Laura Calvo Quintela y Juan Cerrato Rodríguez, del Centro de Salud de Carballo; Andrés Vizcaya Ramos, del Centro de Salud  Dodro; Nicolás Carbone Gromas, del Centro de Salud Rianxo; Julio Álvarez Rodríguez, del Centro de Salud Vedra; Manuel Otero Mata, del Centro de Salud   Fontiñas, y Enrique Nieto Pol, del Ambulatorio Concepción Arenal, y María Luisa López Toledo, Carlos Ferreiro Casal, Ana Fátima Rodríguez Blanco, María Victoria Bonome González y María Teresa Díaz Fernández, del Centro de Salud Elviña.