sábado. 21.09.2024

En España uno de cada seis adultos es obeso y más de uno de cada dos tiene sobrepeso. Estas cifras superan la media de los países de nuestro entorno. Además, las tasas de sobrepeso infantil son también muy altas. Todo esto implica un alto coste que se irá incrementando, dado que la obesidad es un problema en aumento. Los programas para reducir el sobrepeso y la obesidad debe incluir la introducción de cambios en el entorno y en las normas sociales como, por ejemplo, la reducción del tamaño de las porciones de alimentos envasados, cambios en las prácticas de marketing, facilidades para el uso de la bicicleta y fomentar las actividades físicas en los colegios.

De la obesidad derivan otras muchas patologías que no sólo acortan la vida, sino que la hacen que sea más dependiente. La obesidad predispone a un estado de resistencia a la insulina y a una mala utilización de la glucosa, por lo que el riesgo de padecer diabetes es mayor en el paciente obeso. En la mayoría de las ocasiones la diabetes tipo 2 se produce como consecuencia de la obesidad, por lo que las actuales tendencias indican que el aumento de prevalencia de diabetes 2 puede ser muy elevado. Además, la obesidad también incrementa el riesgo de sufrir otras patologías, como hipertensión, su presencia es tres veces mayor en obesos; cardiopatías, el corazón es insuficiente para poder llevar sangre por todo el organismo; dislipidemias,  niveles bajos de HDL, elevación de LDL e hipertrigliceridemia; alteraciones en la circulación venosa, varices; problemas en articulaciones, osteoartritis, y problemas respiratorios, apnea del sueño.

Y es que el buen control glucémico es uno de los pilares centrales del tratamiento de la diabetes. La obesidad y el estilo de vida sedentario pueden condicionar una sensibilidad insulínica alterada. La hiperinsulinemia generada inhibe la lipólisis y favorece la deposición de triglicéridos, generándose una espiral de ganancia progresiva de peso. El paciente obeso que ya ha sido diagnosticado de diabetes es un paciente complicado de controlar y, por eso, es necesario hacer mucho énfasis en los cambios en el estilo de vida hacia hábitos saludables. Por tanto, es necesario explicarle bien que debe seguir una correcta dieta acompañada de rutinas de actividad física al menos 5 veces a la semana.

Comorbilidades

Las principales comorbilidades en los pacientes obesos son hipertensión, DM2, apnea del sueño y dislipemia. Generalmente, el paciente obeso diabético también presenta hipertensión y dislipemia. Si hablamos en términos de calidad de vida, todas juegan un papel fundamental. Como todas están interrelacionadas, todas influyen en gran medida sobre el riesgo cardiovascular, y si éste es muy alto el paciente puede llegar a sufrir un evento cardiovascular cuyas consecuencias pueden ser muy graves incluso mortales.

De forma más detallada, la obesidad se relaciona con la hipertensión a través de la adiposidad visceral, que es el factor desencadenante de una serie de mecanismos patogénicos como disfunción endotelial, activación del sistema nervioso simpático, retención de sodio y agua, resistencia a insulina y otros. El objetivo del tratamiento de la población obesa sigue los mismos criterios que los de la población no obesa y, por lo tanto, hay que intentar alcanzar cifras de tensión arterial menores de 140/90 y 130/80 en pacientes con diabetes.

Relación directa

Más del 80 por ciento de los casos de diabetes 2 se pueden atribuir a la obesidad, aunque no indica necesariamente que el hecho de ser obeso provoque diabetes tipo 2. El riesgo de presentar esta enfermedad aumenta progresivamente a medida que lo hace el IMC y con la distribución de predominio central de la grasa corporal.  Las herramientas iniciales del tratamiento de la diabetes 2 son la dieta y el ejercicio físico. Si los resultados son pobres, hay que recurrir al tratamiento farmacológico en la mayoría de los pacientes.

Los pacientes con obesidad central suelen presentar alteraciones respiratorias posiblemente debidas a un estrechamiento de la vía aérea por acumulación perilaríngea de grasa y una pérdida del tono muscular gloso-faríngeo y las alteraciones lipídicas asociadas más características son la elevación de triglicéridos y disminución de HDL.

Desde la oficina de farmacia se pueden realizar programas de seguimiento y control de estos pacientes, ofreciéndoles ayuda para entender su enfermedad así como informarles de todo lo que puede llevar a cabo para que su evolución sea lo más satisfactoria posible. Así, se puede ofrecer la información necesaria sobre su enfermedad que le ayude a reeducarse y pautas para el control de peso, de las cifras tensionales y la glucosa.

En este sentido, la farmacia puede y debe intervenir en la prevención, abordaje y seguimiento del sobrepeso y la obesidad. Puede captar a pacientes y derivarlos al médico. El IMC y el perímetro de la circunferencia de la cintura son datos fundamentales que el farmacéutico puede recoger y valorar el riesgo de enfermedad, el cual existe si la circunferencia de la cintura supera los 88 cm. en mujeres o los 102 cm. en los hombres Y es que en el seguimiento es fundamental su aportación a la hora de indicar pautas de actuación y educación nutricional al paciente que deber ir acompañadas de consejos sobre alimentación saludable y ejercicio físico para conseguir una pérdida/mantenimiento de peso.

Para la elaboración de este artículo se ha contado con la colaboración de los doctores Juan  Manuel  Correa Morillas, Benjamín  Avilés  Moya, Eduardo  Arcalá  Campillo, Miguel  Ángel  López  Gil y Juan  Ignacio  Quesada  Jódar, de Linares, y Francisco Javier Martínez Martín, Jorge Quevedo Curbelo, Manuel Gil Marrero, Óscar Nuño García y Benigno Gago Nolasco, de Insular. Ana Soraya Felipe González, Juan Cristóbal Perdomo Segura y Sergio Hernández Sánchez.