El síndrome metabólico es un conjunto de anormalidades metabólicas que son consideradas en conjunto como un factor de riesgo para desarrollar diabetes y enfermedad cardiovascular. Se ha definido en diferentes guías y consensos, y en la base de su desarrollo se considera a la resistencia a la insulina y a la obesidad como responsable del desarrollo de resistencia a la insulina.
Así, los criterios para el diagnóstico clínico (Consenso DF, NHLBI, AHA, IASO) de 2009 son tres o más de los siguientes: obesidad central (perímetro de cintura >94 en hombres y 80 cm en mujeres), triglicéridos >150 mg/ml o en tratamiento hipolipemiante específico, colesterol-HDL <40 mg/dl en hombres o <50 mg/dl en mujeres o en tratamiento con efecto sobre c-HDL, presión arterial > 130/85 o en
Las personas con síndrome metabólico pueden reducir el riesgo de enfermedad cardiovascular y diabetes tipo 2 controlando los factores de riesgo. Aunque conceptualmente se consideran los componentes del síndrome metabólico en su conjunto, y por tanto su abordaje tanto diagnóstico como terapéutico debería ser integral, es probable que exista una relación causal entre ellos. Es decir, mientras que algunos de los componentes pueden ser la causa del síndrome, otros probablemente sean la consecuencia de los primeros.
Todos los factores de riesgo cardiovascular (hiperlipidemia, presión arterial alta y glucosa elevada en sangre) deben ser tratados de forma individual e intensa, según las pautas establecidas, y no debería asumirse como tratamiento unificador exclusivo del síndrome metabólico el empleo de fármacos que reducen la insulinorresistencia.
Perfil del paciente
El perfil está relacionado sobre todo con la obesidad en la infancia y en la adolescencia, dicha obesidad conduce a una resistencia a la insulina. Se trata de personas obesas, con dislipidemia, intolerancia a la glucosa, hipertensión y diabetes. No realizan o tienen escasa actividad física, con antecedentes familiares de diabetes o enfermedad cardiovascular y mujeres con ovario poliquístico o madres con hijos macrosómicos (más de 4,1 kg).
La prevalencia varía en función de las zonas geográficas estudiadas, pero, según el estudio DARIOS, se estima que está en torno al 31% de la población española entre 35 y 74 años.
En líneas generales, los criterios definitorios del síndrome metabólico que más aparecen son la obesidad central, la hipertensión arterial y la hiperglucemia.
Perímetro abdominal
El perímetro abdominal aumentado está presente en un elevado porcentaje de la población adulta en España. La glucemia basal por encima de 100 es un parámetro también muy frecuente. Las cifras glucemias por encima de 100, sin llegar a diabetes mellitus, son muy prevalentes en la población general. Posiblemente, está presente en el 50% de los pacientes que se ven en la consulta diaria. Y el tercer criterio en frecuencia son cifras de triglicéridos de 150. En este punto, hay que recordar que se consideran dentro de la normalidad cifras de hasta 165 mg/dl.
Es un síndrome que debe abordarse de forma conjunta e individualmente. Se debe valorar cada uno de los criterios diagnósticos de forma individual, valorar si alguno de ellos cumple diagnósticos patológicos. Si se presenta una glucemia basal de 126 mg/dl debe ser considerado como diabético, si presenta cifras de triglicéridos por encima de 200 hay que plantearse usar tratamiento con fibratos. Ante cifras de colesterol HDL, hay que buscar cifras de colesterol LDL y ver si cumplen criterios para pautar fármacos hipolipemiantes. Así como si se presentan cifras elevadas de presión arterial.
Por tanto cada uno de los criterios definitorios de este síndrome debe ser abordado individualmente. Y no perder la idea de conjunto del paciente. Pero hay que insistir en la valoración del individuo en conjunto y de cada uno de los criterios definitorios del síndrome metabólico individualmente.
Pautas terapéuticas
En ciertas ocasiones el síndrome metabólico se puede tratar con medicamentos pero hay que empezar con modificaciones en el estilo de vida, entre ellas, consumir una alimentación adecuada, evitar los dulces, dejar de fumar y consumir menos alcohol. Hacer ejercicio y bajar de peso son fundamentales para mejorar la sensibilidad a la insulina, reducir la presión arterial y los valores del colesterol.
Las medidas farmacológicas ideales serían aquellas que consiguieran disminuir la insulinorresistencia, aumentando por tanto la sensibilidad a la insulina en los tejidos periféricos. Aunque el fármaco ideal no exista, sí que se contempla la utilización de ciertos fármacos que además de para sus indicaciones específicas (hipoglucemiantes, hipolipidemiantes, hipotensores...) aúnan su efecto sensibilizador de insulina.
A la hora de prescribir el tratamiento, no se pueden olvidar los efectos asociados al uso de diversos fármacos, los cuales son generalmente específicos de clase (por ejemplo la hiperglucemia graves con el uso de insulina y sulfonilureas o miositis y disfunción hepática con estatinas) por lo que el médico debe evaluar cuidadosamente el riesgo-beneficio asociado a dichos tratamientos y tratar de lograr un nivel de control de las enfermedades que reduzca óptimamente el riesgo de morbilidad y mortalidad. Al mismo tiempo, debe minimizar la ocurrencia de procesos adversos mediante la selección adecuada de los pacientes y la monitorización apropiada de los fármacos.
Trabajo multidisciplinar
El abordaje del síndrome metabólico debe ser multidisciplinar. Así, la labor de enfermería de Atención Primaria resulta muy importante, ya que los médicos se deben apoyar en estos profesionales para asegurar el cumplimiento terapéutico, reforzar la concienciación de estos pacientes e intensificar la educación en salud para conseguir unos hábitos de vida saludables.
En el manejo del síndrome metabólico el farmacéutico puede ser de utilidad, ya que son muchos pacientes acuden a las oficinas de farmacia a controlar su peso, su presión arterial y el control de su glucosa. Una correcta información por parte del farmacéutico puede ayudar a diagnosticar y tratar el síndrome metabólico.
El farmacéutico tiene una labor importante a la hora de informar sobre los factores de riesgo cardiovascular, insistiendo en hábitos de vida saludables. Además, puede ayudar recomendando al paciente la estrategia NAOS, nutrición, actividad física y prevención de la obesidad. Para eso, tiene que insistir en el control de peso, el perímetro abdominal y de la presión arterial, que son importantes a la hora de evaluar los progresos en el control del síndrome metabólico. Estas labores pueden ser dirigidas por el farmacéutico, el cual debe ayudar al paciente a llevar un control.
Para la elaboración de este artículo se ha contado con la colaboración de los doctores especialistas en Medicina de Familia Alejandro García Carrera, del Centro de Salud Alozaina; Juan Antonio Velasco García, del Centro de Salud de Tolox; José Francisco Martín García, del Centro de Salud de Torremolinos; José Olmedo Ruiz, del Centro de Salud Mollina; José Rodríguez García, del Centro de Salud de Antequera; Antonio Fernández-Llebrez Castaños y Moises Morely Levy, del Centro de Salud Zona Centro; Jose Manuel Krivocheya Montero, del Centro de Salud Cabrerizas; el endocrinólogo José Luis Pinzón Martín y el cardiólogo Fernando Cabrera Bueno, del Hospital Clínico Málaga; Carlos González Vicente, del Centro de Salud Agolada; Carlos Barreiro Mourentán, del Centro de Salud Ordenes; José Manuel Rodríguez Leis, del Centro de Salud Esteiro, y José Enrique López Paz, del Hospital Clínico Universitario de Santiago de Compostela; los médicos de familia Fernando Bonilla Rovira, Clara Escolano Hortelano y Francisco José Miralles Sevilla, de Elche; Francisco Romero Gallardo, Manuel Ponce Bejarano, Manuel Andrés Modelo, Andrés Tolon Torres e Ignacio Sainz Hidalgo, de Sevilla; Diego Muñoz López, Fernando González Rangel, José Luis Cidra Gordillo, María del Carmen Vela González y Javier Lobato Santos, de Mérida; Ciriaco Varela Rotger, del Centro de Salud Xanceda; Juan Antonio López Villasante, del Centro de Salud Pontecarreira, y José Eduardo Fraga Cabado, del Centro de Salud Mesía.