El estreñimiento es un problema muy común, tanto que en España afecta a entre el 12 y el 20% de la población1, aunque algunos estudios elevan estas cifras hasta el 30%2. Si a esto le sumamos que es más frecuente conforme se cumple edad, se espera que el número de casos aumente en los próximos años dado el incremento de la esperanza de vida en Europa3. A esta alta prevalencia hay que añadirle un elevado impacto personal, sanitario y social: el 69% de las personas que sufren episodios de estreñimiento admiten que afecta a su rendimiento escolar o laboral, lo que se traduce en un considerable absentismo. Todo esto propicia un importante gasto sanitario directo e indirecto4.
Estamos ante un problema que es el doble de frecuente en mujeres, y el triple en los mayores de 65 años. El paciente tipo presenta también factores como una vida sedentaria, una dieta inadecuada (baja en líquidos y fibra, es decir, con pocas frutas y verduras), obesidad, la toma de ciertos fármacos que enlentecen el tránsito intestinal y el hábito de reprimir de forma frecuente o continua el deseo de la defecación1.
Con esta situación, el primer paso que se aconseja para combatir el estreñimiento es un cambio de hábitos, sobre todo en lo referente a la dieta y al estilo de vida. Si el problema persiste, es el momento de recurrir a un tratamiento farmacológico para el que se dispone de una amplia oferta terapéutica, cuya administración y consumo es segura y está completamente normalizada: según una encuesta de ámbito europeo, el uso de laxantes entre los pacientes con estreñimiento alcanza el 68%2.
Pero, llegado el momento, ¿todos los laxantes son iguales? Pues no, porque por lo pronto no actúan de la misma manera. Entre los laxantes osmóticos, que son aquellos que producen atracción del agua a la luz intestinal para así disminuir la consistencia de las heces, favoreciendo su transporte y evacuación, los mejores resultados se obtienen con el uso de macrogol (polietilenglicol)5. Las guías de práctica clínica le confieren los niveles de evidencia y de recomendación más elevados3.
Con un efecto de acción rápido, el macrogol mejora la hidratación y la cantidad de fluidos en el intestino, ablandando las heces para favorecer su expulsión. Esto es gracias a que su acción estimula el peristaltismo y produce una mayor retención hídrica en las heces, a lo que se une que la incorporación de electrolitos evita que haya ganancia o pérdida de sodio, potasio y agua6. Los buenos resultados han propiciado que el polietilenglicol asociado a una solución electrolítica se venga utilizando cada vez más en los últimos años. De hecho, la guía de la World Gastroenterology Organization le da un grado de recomendación 1 y un nivel de evidencia A7. Esto hace de él una de las mejores armas de nuestro arsenal terapéutico para combatir el estreñimiento y convertirlo así en un problema transitorio, para que nos afecte lo menos posible y no altere nuestro ritmo de vida.
REFERENCIAS
1. Fundación Española del Aparato Digestivo (FEAD). Estreñimiento. Última consulta: julio 2020.
2. Sierra, J., et al. Guía de práctica clínica sobre el manejo del estreñimiento crónico en el paciente adulto. Parte 1: Definición, etiología y manifestaciones clínicas. Gastroenterología y Hepatología. 2017; Vol. 40; Núm. 3, 132-141.
3. Sierra, J., et al. European Society of Neurogastroenterology and Motility guidelines on functional constipation in adults. Neurogastroenterology & Motility. 2019.
4. Mearin, F. Impacto del estreñimiento crónico en la calidad de vida: mucho más importante de lo que parece. Gastroenterología y Hepatología. 2013; Vol. 36; Núm. 7, 467-472.
5. Lindberg, G., et al. World Gastroenterology Organisation Global Guideline: Constipation. A Global Perspective. 2011; Vol. 45; Issue 6, 483-487.
6. Divins, M.-J. Laxantes. Farmacia Profesional. 2016; Vol. 30; Núm. 4, 5-10.
7. Ibarra Lorente, I., et al. Estreñimiento: una visión global. Boletín Farmacoterapéutico de Castilla-La Mancha. Servicio de Salud de Castilla-La Mancha (Sescam). Última consulta: julio.