sábado. 21.09.2024

La diabetes mellitus comprende un conjunto de trastornos metabólicos heterogéneos que tienen como elemento común la hiperglucemia crónica, resultado de un defecto progresivo de la secreción de insulina o de su acción que condiciona un incremento de la morbimortalidad asociada a la enfermedad y una reducción de la calidad de vida. Las últimas revisiones confirman que la prevalencia de la DM en España ha experimentado un progresivo incremento en las últimas décadas y que actualmente es superior al 10% de la población adulta, lo que constituye un grave problema sanitario. El estudio Di@betes estima la prevalencia de DM2 en un 13,79% (intervalo de confianza del 95% 12,84-14,74) de la población española. Dicho estudio confirma la asociación entre DM, obesidad e hipertensión arterial (HTA), así como la importancia de la actividad física para prevenirla. Se estima que el 6% de la población desconoce que padece DM. Aunque con una considerable disparidad, según determinadas áreas geográficas, la DM aumenta en todo el mundo. Las causas más habituales de hiperglucemia en el contexto de una diabetes son no administrar suficiente insulina, no tomar los fármacos para la diabetes, no inyectar insulina de forma adecuada o que esta no esté en buen estado, ingesta inadecuada de alimentos, no realizar actividad física, infección concomitante, consumo de fármacos que provocan hiperglucemia -como los esteroides-, intervención quirúrgica y estrés emocional.

Síntomas graves

La hiperglucemia no causa síntomas hasta que los valores de glucosa están considerablemente elevados, por encima de 180 a 200 mg/dl, o de 10 a 11 mmol/litro. Los síntomas se desarrollan lentamente durante el transcurso de varios días o semanas. Mientras más tiempo permanezcan altos los niveles de azúcar en sangre más graves  pueden ser los síntomas. Sin embargo, es posible que algunas personas con diabetes tipo 2 de larga evolución no presenten síntomas a pesar de los niveles altos de azúcar en sangre. Reconocerlos de forma precoz puede ayudar a tratar la enfermedad de inmediato. Los más destacados son ganas frecuentes de orinar, aumento de la sed, visión borrosa, fatiga y dolor de cabeza. Si no se trata la hiperglucemia puede favorecer la acumulación de ácidos tóxicos (cetonas) en la sangre y en la orina (cetoacidosis). Los signos y síntomas incluyen los siguientes: aliento con olor a fruta, náuseas u vómitos, dificultad para respirar, boca seca, debilidad, desorientación, coma, dolor abdominal.

Medidas a tomar

A la hora de abordar las hiperglucemias, lo principal es identificar su gravedad y su repercusión; buscar el origen y causas de la patología. La primera medida es aumentar la ingesta de líquidos no azucarados, preferiblemente agua. Aumentar o modificar las dosis de los fármacos, utilizando principalmente aquellos que menor riesgo tengan de producir hipoglucemias secundarias, porque como hemos dicho anteriormente es más peligroso una hipoglucemia que una hiperglucemia. En este aspecto los IDPP4 son fármacos muy recomendados, ya que menor posibilidad tiene de producir hipoglucemias.

Si la hiperglucemia es elevada, está indicada la administración de insulina y realización de controles posteriores en las próximas horas y días. Pero si es grave y produce síntomas que afecten al sistema nervioso central, como obnubilación o coma, hay que derivar al paciente a un servicio de urgencias hospitalario para control y tratamiento. La gran mayoría de las hiperglucemias que se reciben en centro de salud son leves y pueden resolverse aumentando la ingesta de líquidos o con sueroterapia puntual e intensificando el tratamiento.

Lo que sí que hay que hacer en todos los casos es realizar control de las cifras de glucemia en las horas y días posteriores. Cuando las hiperglucemias son debidas al uso de fármacos hiperglucemiantes o infecciones hay que tratar dicho proceso de forma puntual, ahí el tratamiento más adecuado es la terapia bolo basal con insulina.

Antes de que sucedan

Para prevenir las hiperglucemias hay que tener un buen control de la diabetes, donde la dieta y el ejercicio serán parte fundamental del tratamiento de la diabetes. Las recomendaciones dietéticas deberán adaptarse a cada individuo para conseguir los objetivos generales del tratamiento. En este sentido, hay que considerar que la obesidad es muy frecuente en los diabéticos tipo 2 y por lo tanto uno de los objetivos principales será la reducción ponderal. El contenido calórico de la dieta debe adaptarse a cada individuo en función de su IMC y de la actividad física que realice. Cuando no se logra un control metabólico aceptable debe iniciarse el tratamiento farmacológico. Se debe fijar con el médico una meta a lograr con los niveles de azúcar para las diferentes horas durante el día, ya que esto ayuda a que el paciente maneje su glucemia. También el médico determinará el número de controles de glucemia al día. Si la glucemia es superior a los objetivos más de tres días sin causa aparente se deberá revisar la orina en busca de cetonas. Para mantener la glucemia en los niveles deseados hay que seguir un correcto plan dietético, prestando atención a las cantidades y horarios de comidas con las dosis de insulina y de antidiabéticos orales, controlar el nivel de glucemia en sangre, seguir la pauta farmacológica indicada y ajustar la dosis en caso de aumento de la actividad física.

Control en la farmacia

En este contexto, el farmacéutico comunitario puede ayudar ofreciendo realizar controles de glucemia. También puede recordar al paciente que debe cumplir el tratamiento y vigilar la cumplimentación, ya que tiene acceso al registro de medicamentos del paciente. Puede identificar de forma rápida y sencilla en la mala cumplimentación del tratamiento por el paciente, y los síntomas iniciales, muchos de ellos inespecíficos contados por el paciente. En los casos necesarios, debe fomentar que el paciente acuda al centro de salud para realizar sus controles periódicos.

Para la elaboración de este artículo se ha contado con la colaboración de los doctores especialistas en Medicina de Familia Juan Francisco Fernández de Simón Bermejo, Francisco Martínez López, Antonio Marcos Núñez y Carmen Paniagua Merchán, del  Centro de Salud Cartagena Este; Encarnación Nicolás Martínez, Antonio Haro Carmona, Jerónimo Cartagena García, Victoria López Vellibre y Juan Aledo Peralta, del Centro de Salud San Javier; Jaime Cases Escudero, Francisco José Miralles Sevilla, Elizabeth Selva Marroqui, José Antonio Valenti Aldeguer, Reynaldo Sánchez Lizarraga y Olga María Murillo Martínez, de Torrevieja, y Herminio Castellote Pérez, Manuel Gallud Gilabert, María Ángeles Garcia Larrosa, Inmaculada Marín Cabrera, Adela Sánchez Moya, y el cardiólogo Alfredo Garzón Rodríguez, de Callosa de Segura.