jueves. 19.12.2024

La diabetes es una enfermedad crónica, conocida desde hace muchos años y que prácticamente todos los pacientes han oído hablar en algún momento de ella. Comunicar el diagnóstico de una enfermedad crónica, como es la diabetes tipo 2, suele generar un gran impacto en el paciente. Hay que prestar especial cuidado en la forma de transmitir el diagnóstico, pues podría depender el adecuado afrontamiento, así como la futura adhesión terapéutica y el autocuidado del paciente.

En un primer momento, se comunica de forma clara y concisa. El planteamiento que se suele hacer es el de dar la noticia con total naturalidad, enfatizando las posibilidades de manejo y tratamiento, y evitando en esta primera consulta el tema de las complicaciones a no ser que lo mencione el paciente. Así, se le da al paciente la oportunidad de expresar lo que conoce de la enfermedad, y manejar las ideas negativas que pueda tener, ofreciendo apoyo, haciendo ver que todo el equipo del centro de salud, tanto médico como de enfermería, va a estar a su disposición ante cualquier problema o duda que le surja.

Además, es recomendable involucrar a la familia como apoyo a la persona diagnosticada de diabetes. Y muchas veces hay que trabajar también con ellos en la aceptación y el manejo de esta nueva situación.

Mensajes positivos

Por lo tanto, en las etapas iniciales del diagnóstico de la enfermedad, se intentan utilizar mensajes que destaquen conceptos positivos sobre los beneficios de los cambios de hábitos y posponer las complicaciones evolutivas de la enfermedad, que lejos de mejorar la adherencia a los tratamientos, pueden angustiar al paciente favoreciendo mecanismos de negación, que, en lugar de motivarlo, lo aleje de la consulta.

No todas las personas que son diagnosticadas de diabetes tipo 2 experimentan una mala aceptación de la enfermedad, pero la mayoría sí pasa por un periodo de negación cuando acaba de recibir el diagnóstico. Esa primera reacción no es el verdadero problema. Este vendrá más adelante si el paciente sigue negándose a aceptar que tiene diabetes, pues puede suponer una barrera en su autocuidado (que constituye el pilar básico del tratamiento) y en la adherencia farmacológica, lo que supondrá que desarrolle las complicaciones de una mala evolución de la enfermedad.

Aceptación

En cuanto a la afectación social de la DM2, dependerá en gran medida de la edad. El paciente anciano va a tener una integración más natural y el control va a ser, a priori, más sencillo. Este paciente se va a relacionar con un grupo de amistades que, en un porcentaje mayor, compartirán la misma enfermedad y eso facilitará la integración.

Muy diferente será el manejo del paciente más joven, ya que tendrá una visión más preocupada de la DM2, por su afectación a largo plazo. Tendrá un mayor control, seguirá una dieta más estricta y se va a preocupar más por su estabilidad. Socialmente, la integración será algo más compleja, no en el entorno familiar, sino a nivel de amistades y laboral. El porcentaje de diabéticos en esas edades es menor por lo que no tendrá compañeros que compartan el mismo diagnóstico. Va a tener que ajustar horarios y dar a conocer su situación. Por eso, es muy importante que el paciente obtenga el apoyo social, tanto familiar como laboral, para conseguir una mayor adherencia a los tratamientos a través del cumplimiento de pautas de autocuidado en pacientes con diagnóstico de diabetes tipo 2.

Algunos de estos problemas de orden social pueden interferir en la adecuada conciliación del autocuidado y las exigencias terapéuticas para lograr un buen control metabólico, como son los cambios de horario para la alimentación, tipo alimentos a consumir, interferencia de la actividad laboral para el cumplimiento del tratamiento, tipo de tipos de trabajo, limitación en la realización de esfuerzo físico,…

Cumplimiento terapéutico

Los tratamientos deben ser fáciles de cumplimentar, en cuanto a comodidad posológica, deben tener pocos efectos secundarios y ser efectivos. Se deben simplificar tratamientos y adaptarlos a cada paciente, hay que individualizar y consensuar con el paciente el tratamiento más adecuado, mejorar su adherencia y evitar los mínimos efectos adversos.

Los pacientes con diabetes tienen que introducir en su vida cotidiana cambios en su estilo de vida (alimentación y ejercicio), que van a condicionar el día a día. Además, deben ajustar los horarios de las comidas, adecuar su actividad laboral o diaria y, en algunas ocasiones, utilizar tratamientos inyectables que requieren ajustes de dosis estrictos, y a veces complejos, basándose en automonitorización de la glucemia.

El tratamiento para la diabetes se está volviendo más complejo, con la incorporación de nuevos grupos terapéuticos, por lo que los profesionales sanitarios demandan disponer de mensajes sencillos que ayuden a mejorar la conversación médico-paciente.

La falta de adherencia en los pacientes con DM2 dificulta lograr el control terapéutico. Para ello, aparte de realizar un diagnóstico y tratamientos correctos, se  debe tener en consideración una serie de factores para mejorar el abordaje terapéutico con el paciente, como son el lograr una correcta accesibilidad al equipo médico-enfermería, dar una información completa y accesible al enfermo y seguimiento del paciente.

Apoyo emocional

La diabetes provoca un gran impacto psicosocial cuando se le diagnostica a un paciente. Los profesionales sanitarios deben poner medidas sobre los apoyos emocionales y del entorno cercano. Los apoyos emocionales se basan en una entrevista médica donde se destaquen las emociones y los miedos que presentan para desmontar esas creencias aprendidas y poder mejorar así la adherencia terapéutica y la relación médico paciente.

Tratar las respuestas psicológicas de la persona con DM2 contribuye a una expresión del impacto de la enfermedad, favoreciendo los niveles de salud, aumentando el bienestar personal y físico y disminuyendo los efectos negativos con procesos psíquicos y cambios de conducta.

Por eso, hay que dar prioridad a los aspectos que mayor incidencia puedan tener sobre su estado de salud y su accesibilidad, adaptándose a las nuevas necesidades, planificando por ejemplo viajes, reuniones, etc.

Además, hay que analizar la situación concreta de la persona, como falta de comprensión, estado civil, intolerancias a medicación y terapias alternativas y, por tanto, fomentando la adherencia en el inicio del tratamiento como la dieta, educación diabética, recomendaciones nutricionales y ejercicio.

El asesoramiento de apoyo psicológico en la enfermedad, también es clave, ayudando a gestionar y a convivir con la nueva situación. Involucrar a la familia con el paciente haciendo que se apoye en estos es clave que ayuden en los cambios de estilo de vida y dando soporte a la adherencia al tratamiento.

Sobre todo, hay que manejar la confianza y la buena relación médico-enfermería-paciente, proporcionando información básica para el control de la enfermedad y fomentando la adherencia terapéutica.

Asociaciones de pacientes

En este contexto, las asociaciones de pacientes permiten que los nuevos pacientes estén informados sobre todas las novedades relacionadas con la enfermedad. Además, suelen organizar cursos o eventos con el objetivo de ofrecer la mayor cantidad posible de información, para mejorar la calidad de vida del paciente. Se trata de una buena forma de reforzar el tratamiento, teniendo en cuenta la experiencia de otros enfermos que están en su misma situación y que pueden aportar consejos para reforzar el tratamiento.

El farmacéutico es un profesional sanitario próximo al paciente, que puede colaborar en su manejo. Desde el marco de la farmacia asistencial, se puede fomentar el mejor control de estos pacientes, ya sea informándoles sobre su situación y sobre las medidas que pueden ayudarles a mejorar su enfermedad, promoviendo un uso adecuado de la medicación dispensada y facilitando la información adecuada en cuanto a interacciones o contraindicaciones. El seguimiento y control del paciente por los profesionales sanitarios facilita el control de la patología y ralentiza la progresión de la enfermedad.

Para la elaboración de este artículo se ha contado con la colaboración de los doctores especialistas en Medicina de Familia Juan Ignacio García Hervás, Milagros Minguez Fernández, José Nova Alvarez, Ricardo Ribelles Villalba y Oscar Sala Lajo, del Centro de Salud Serrería II, Valencia; José Mª Esteve Ribelles, Rosa Ramírez Bazataqui e Isabel Matilla García, de Puzol, y los médicos de Atención Primaria Alfredo Font Cervero, Jesús Juan Arbona y José Antonio Martin Clos, de El Grao.