La hiperglucemia aislada o simple es una de las complicaciones agudas que presenta la diabetes. Si no se trata, puede dar lugar a situaciones de riesgo. La hiperglucemia aislada aparece cuando un paciente presenta una glucemia en sangre de más de 200 mg/dl. Los síntomas más evidentes son la necesidad frecuente de orinar, aumento de sed, sequedad en la piel y en las mucosas. El tratamiento pasa por determinar la causa que ha causado dicha descompensación y si el caso es grave pasa por insulina e hidratación. La mejor recomendación que se puede dar a este tipo de pacientes es llevar un buen control de la patología, tomar medicación, dieta correcta, ejercicio moderado, no tabaco, etc. Si el paciente presenta una glucemia mayor de 500 mg/dl lo mejor es llevarlo a urgencias.
Entre las causas de hiperglucemia están la resistencia a la insulina, la diabetes no diagnosticada y el mal control de la diabetes.
Su prevención se puede centrar en personas con antecedentes familiares de diabetes, dado que está demostrado que tienen más probabilidades de desarrollar la enfermedad. Una correcta dieta unida a controles para la detención precoz es clave para poder evitarlas.
Cetosis
Los síntomas más frecuentes de la cetosis diabética son la polidipsia, la poliuria, la polifagia, cansancio excesivo, confusión mental, etc. Para reconocerla, hay que realizar un test de orina con tiras reactivas para medir los cuerpos cetónicos, controles de glucemia, y medir los índices glucémicos y la glucosuria. Se puede relacionar la aparición de cetosis diabética con el tratamiento de la diabetes con ciertos fármacos como los inhibidores SGLT2, por tanto, para este tipo de pacientes es mejor utilizar otro tipo de clase de medicamentos con mayor perfil de seguridad como los iDPP4.
Se trata de una complicación grave de la diabetes que ocurre cuando en situaciones de déficit de insulina la energía que necesita el organismo para seguir con un correcto funcionamiento se obtiene de la descomposición de las grasas. El resultado es una acumulación de cuerpos cetónicos, como subproducto, en el torrente sanguíneo, que generan una acidificación del plasma.
Se puede deber a factores fisiológicos, como infección aguda (especialmente neumonía e infecciones urinarias), infarto de miocardio, accidente cerebrovascular, pancreatitis y traumatismo, y a factores farmacológicos, corticosteroides, diuréticos tiazídicos, simpaticomiméticos e inhibidores SGLT-2.
El tratamiento consiste en reponer líquidos y electrolitos para compensar los perdidos por la eliminación excesiva, así como con un tratamiento adecuado de insulina. Por eso, es necesario acudir a urgencias. También sería adecuado descartar la posible infección o el tratamiento con antibióticos si se confirma la infección bacteriana.
Hipoglucemia
La hipoglucemia es, sin duda, la complicación más frecuente a la que se enfrentan los pacientes diabéticos. Se puede definir como la concentración en sangre inferior a 60 mg/dl o capilar inferior a 50 mg/dl. Se clasifica en tres tipos: leve, la moderada y la grave. En la primera, el paciente presenta síntomas como taquicardias, ansiedad, sudoración, visión borrosa, tolerancia oral, conserva la consciencia y el paciente puede tratarse así mismo; la moderada cursa con confusión evidente, su estado neurológico presenta un deterioro que necesita la ayuda de otra persona para solucionar este episodio por vía oral, y en la grave, entra en coma, presenta convulsiones con pérdida de consciencia y es necesaria la vía parenteral para resolver la crisis.
Para evitar las crisis hipoglucémicas, hay que tener un adecuado manejo de la medicación, no realizar ejercicios extremos y no consumir alcohol, pues estas son las principales causas. También, hay que llevar un buen control de la alimentación y respetar los horarios de las comidas; distribuirlas en 5 o 6 tomas al día, para repartir de forma adecuada el aporte de glucosa a lo largo del día.
Coma hiperosmolar
Por su parte, el coma hiperosmolar aparece cuando el paciente presenta un cuadro de hipoglucemia grave (más de 600 mg/dl), hiperosmolaridad plasmática (más de 340 mg/dl) sin cetosis significativa, deshidratación con insuficiencia renal y nivel de conciencia disminuido. Además, tiene taquicardia, hipotensión, shock, convulsiones, parestesias y deshidratación, y suele presentarse en personas mayores de 55 años y con patologías asociadas. Es muy importante reconocer síntomas tempranos de deshidratación e infección, la presión arterial baja, pulso rápido, cansancio, náuseas, respiración rápida y olor a cetona para prevenir estos episodios.
Hay que recordar que tiene una tasa de mortalidad estimada de hasta 20 por ciento, lo que la convierte en una complicación peligrosa. Suele aparecer después de un periodo de hiperglucemia asintomática, en el cual la ingesta de líquido es inadecuada y no puede evitar la deshidratación extrema generada por la diuresis osmótica inducida por la hiperglucemia.
Los factores desencadenantes son las infecciones agudas y otras afecciones médicas coexistentes, los fármacos que alteran la tolerancia a la glucosa (corticoides) o los que aumentan la pérdida de líquidos (diuréticos), y la falta de adherencia al tratamiento de la diabetes. El tratamiento pasa por la administración de una solución fisiológica por vía intravenosa, la corrección de cualquier hipopotasemia e insulina por vía intravenosa.
El farmacéutico mantiene un contacto frecuente con el paciente y, por lo general, con una relación de cierta confianza. Es importante aprovechar estos factores para detectar malos hábitos en el paciente, que tome la medicación de una forma correcta y se consiga mejorar de la adherencia al tratamiento.
Para la elaboración de este artículo se ha contado con la colaboración de los doctores especialistas en Medicina de Familia Adán Pérez Díaz, Alberto Acosta Prados, Joan Gimenez Giner, Ernesto V. Ferras Sardinas, María Soledad Oliva Ruiz y Oksana Kokhtyak Synyshene, del Centro de Salud IBI, y los especialistas en Medicina General Antonio Huici Azorin, Isabel Rodríguez Escobar, José Antonio Marín Rives, Manuel Vicente Prados, Ramón Gallego Navarrete y Javier Giménez Arnau, del Centro de Salud Murcia Sur.