jueves. 09.05.2024

Las enfermedades crónicas, como la diabetes o la hipertensión arterial, son las que presentan mayores índices de incumplimiento. Los problemas de cumplimiento terapéutico se observan siempre que se requiere autoadministrar el tratamiento, independientemente del tipo, la gravedad de la enfermedad y la accesibilidad a los recursos sanitarios. La complejidad del tratamiento es una variable asociada a un peor cumplimiento y la diabetes es el ejemplo paradigmático de tratamiento autoadministrado complejo. Se requiere tratamiento farmacológico con antidiabéticos orales o insulina, y no farmacológico con terapia nutricional, ejercicio físico, abandono del tabaco, cuidado profiláctico de las lesiones en el pie y técnicas de autoanálisis y autocontrol, entre otras. La frecuencia de revisiones por parte del equipo de salud debe ser regular y frecuente, ya que a una gran mayoría de pacientes se tiene que añadir otros fármacos, como hipolipemiantes, antihipertensivos y antiagregantes plaquetarios, para la prevención y/o tratamiento de los factores de riesgo cardiovascular.

En presencia de complicaciones crónicas u otras enfermedades no relacionadas, la plurimedicación en los pacientes aún es más alta, lo que se asocia a un peor cumplimiento farmacológico. Los pacientes diabéticos presentan un cumplimiento mejor que los dislipémicos, pero algo inferior al de los hipertensos.

En torno a la mitad de los pacientes no cumple correctamente el tratamiento pautado. Los pacientes hipertensos cuando creen que su presión arterial está elevada, en forma de cualquier malestar en la cabeza, taquicardia..., su respuesta es la de intentar revertir el proceso que, supuestamente, cree está produciendo dicho aumento. Lo contrario sucede cuando los síntomas están ausentes. Existe una estrecha relación entre cumplimiento del tratamiento farmacológico y control adecuado de los niveles de presión arterial, lo que ratifica la importancia de un tratamiento consistente para el logro de las metas de la terapia antihipertensiva. Es necesario que el paciente tenga un conocimiento de su enfermedad y de los riesgos de descontinuar la terapia antihipertensiva. 

Inadecuado control

La enfermedad cardiovascular continúa siendo la primera causa de mortalidad en países industrializados, y la hipertensión arterial es uno de sus principales factores, al menos entre los modificables. En los últimos años se ha desarrollado un completo arsenal terapéutico de eficacia demostrada. Sin embargo, no se alcanzan los objetivos marcados, al menos en términos poblacionales. Las causas de esta situación son complejas, entre ellas, un inadecuado nivel de control de las cifras de presión arterial. Diversos estudios ya han demostrado que los pacientes con un alto cumplimiento tienen mayor probabilidad de lograr la presión arterial objetivo, además de tener menor riesgo cardiovascular.

Las recomendaciones internacionales apuestan por las combinaciones de fármacos, ya que han demostrado producir una mayor reducción de la presión arterial que la alcanzada con cualquiera de los fármacos empleados individualmente. En líneas generales, pueden lograr casi el doble del efecto obtenido con monoterapia. 

Uno de los mayores argumentos para la combinación de fármacos radica en que logran superior eficacia clínica y pueden utilizarse dosis menores, lo que se traduce en menores efectos adversos y mayor adhesión al tratamiento. 

En general, las asociaciones fijas son de fácil manejo para el médico y el paciente, a diferencia de la prescripción de dos fármacos por separado. El número de comprimidos a ingerir determina el grado de cumplimiento, siempre a favor de la administración de un solo comprimido. Además, el daño de órganos diana (corazón, riñón y cerebro) puede prevenirse efectivamente o revertirse por terapia combinada, tal y como lo muestran algunos metanálisis. 

Entre las desventajas, hay que comentar que no siempre está disponible la asociación deseable o en las dosis requeridas, también esta el riesgo de sobretratamiento, ya que pueden reducir la diastólica más allá de 85 mmHg.

Relación médico-paciente

Hay que tener en cuenta la percepción del paciente sobre su medicación. En la relación médico-paciente se encuentra la satisfacción del paciente en el proceso de interacción con los profesionales de la salud y las características de la comunicación que se establece entre estos, en especial, con su médico. Esto le permite comprender la información que se está dando sobre la prescripción o recomendación, lo cual supone un primer paso para que pueda aceptarla y recordarla, y, por tanto, si influye en el cumplimiento. De hecho, es alarmante el número de pacientes que no recuerdan la medicación ni saben para qué la toman. 

Para la elaboración de este artículo se ha contado con la colaboración de los doctores especialistas en Cardiología Carlos Pindado Rodríguez, en Medicina General Francisco Pozo Priego y en Medicina de Familia Miguel Ángel Cavada García, de Madrid.