La obesidad se ha convertido en uno de los problemas de Salud Pública más importante a nivel mundial. A medida que aumenta su prevalencia, también lo hacen las comorbilidades asociadas. Por esta razón, es importante que todo el personal que intervenga en la atención médica identifique a los niños y adolescentes con sobrepeso y obesos para ofrecerles asesoramiento y tratamiento.
En líneas generales, en las consultas de Atención Primaria el porcentaje de obesidad infantil es de 20%, cifra que coindice con la estadística en España que, según la OMS, "un 19% de los niños y un 17% de las niñas tienen obesidad".
Por su parte, el Instituto Nacional de Estadística (INE) indica que el porcentaje de niños con sobrepeso en España alcanza el 18,26% y de obesidad del 9,56%.
Las principales comorbilidades que se ven en las consultas son la hipercolesterolemia, hipertrigliceridemia, y la diabetes mellitus desde muy temprana edad. En la actualidad, se sabe que la aparición de los procesos patológicos que conducen al desarrollo de la aterosclerosis y la enfermedad coronaria comienza en la infancia y que estos evolucionan de forma asintomática, sin expresión clínica hasta la edad adulta. En estudios realizados mediante ecografía se han detectado lesiones ateroscleróticas en las arterias coronarias del 17% de los individuos menores de 20 años estudiados, lo que ha puesto de manifiesto el comienzo de esta enfermedad a edades muy tempranas. Para conseguir un buen pronóstico de los pacientes no solo se debe perseguir una disminución de peso a través de una restricción dietética y un aumento de actividad física, sino un cambio comportamental de hábitos generales para lo cual es necesario un seguimiento tanto físico como psicológico.
Obesidad-diabetes
Es claramente conocido que el sobrepeso y obesidad son factores de riesgo de desarrollo de procesos patológicos, se ha estimado que la obesidad es el responsable del 80% de los casos de diabetes en el adulto, del 55% de los casos de hipertensión y del 35% de los casos de enfermedad coronaria.
Aunque la diabetes tipo 2 en la edad pediátrica sea aún infrecuente, hay que tener en cuenta que, debido a la alta prevalencia de obesidad entre la población general, un porcentaje significativo de pacientes con diabetes tipo 1 padece obesidad, asociado con frecuencia un componente de resistencia a la insulina que puede dificultar su manejo. El objetivo último del manejo del niño con diabetes consiste en lograr un desarrollo y crecimiento adecuado, una buena calidad de vida y el menor riesgo posible de complicaciones agudas y crónicas.
Control glucémico
Para acercarse a este objetivo último, será necesario conseguir el mejor control glucémico posible, que se asocia con una menor frecuencia de complicaciones. Para mejorar dicho control glucémico, se dispone de tres herramientas modificadoras por sí mismas del nivel de glucemia, pilares clásicos del tratamiento de la diabetes: la administración de insulina, el control de la alimentación y el ejercicio físico. Pero, para poder utilizar estas herramientas, es imprescindible la monitorización de la glucemia, aprender cómo se aplican dichas herramientas y cómo funciona la enfermedad; es decir, la educación diabetológica, y mantener en el tiempo el interés del paciente y cuidadores.
Las principales pautas de actuación se centran en combatir el sedentarismo e implementar una alimentación saludable, desaconsejando el consumo de alimentos procesados, ricos en hidratos de carbono y con índice glicémico elevado, reforzado medidas higiénico dietéticas en todo el entorno familiar, haciendo hincapié fundamentalmente en la educación del niño y sus padres.
Los hábitos saludables se pueden enseñar a los niños a través del juego, haciéndolos participar en la preparación de las comidas y alimentos, generando conductas saludables en familia, por ejemplo la práctica de deportes los fines de semana, subiendo y bajando escaleras, utilizando menos en vehículo. Incentivarlos a no estar frente a la pantalla ya sea del ordenador o la televisión o cualquier tipo de videojuegos.
Pautas de alimentación
Debe recomendarse una dieta saludable, equiparable a la del resto de niños y adolescentes sanos, que permita disminuir los factores de riesgo cardiovascular, y adaptada a las circunstancias culturales y psicosociales de cada paciente. La ingesta calórica debe procurar el mantenimiento de un peso ideal y un adecuado crecimiento, el cual debe monitorizarse. En pacientes con diabetes tipo 1 debe evitarse el sobrepeso. De manera opuesta, la pérdida anormal de peso o la incapacidad para ganar peso de manera adecuada, debe hacer sospechar una situación de enfermedad (infecciones, enfermedad celíaca, hipertiroidismo), trastorno del comportamiento alimentario o inadecuada administración de insulina.
Asimismo, la vida sedentaria juega un papel fundamental en el desarrollo de estas enfermedades. Se sabe que en el caso de personas con sobrepeso u obesidad, la relación entre tiempo sedentario y riesgo de muerte es directamente proporcional a largo plazo. Es conocido ya que la base para un buen control de la diabetes es el equilibrio entre el estilo de vida, incluyendo el ejercicio regular y la alimentación saludable, y el tratamiento farmacológico.
Actividad física
Así, a la hora de hacer ejercicio, hay que motivar a los niños para hacer actividad física moderada y frecuente, que puede ser natación, danza, fútbol, participar en un equipo deportivo, considerando siempre aquellos deportes que no tengan mucho riesgo ante la aparición de hipoglucemia; esto le ayudará a normalizar su situación. Dependiendo de las circunstancias, lo más aconsejable son los ejercicios anaeróbicos porque tienen menor riesgo de hipoglucemias.
El ejercicio físico mejora el control metabólico y disminuye la demanda de insulina, por lo que hay que hacer especial hincapié en que es muy importante consumir los alimentos media hora antes de comenzar la actividad física.
Pautas para los padres
En cuanto a la formación de los padres, el primer paso es la concienciación, deben saber de la importancia y de la herencia dejada según sigan un estilo de vida u otro. Hay que cambiar los hábitos poco saludables y transmitir esa costumbre a los hijos, de poco sirve intentar cambiar al niño/a si no se cambia primero a los padres. Así, pueden dar ejemplo realizando ejercicio físico junto a sus hijos, a la vez que compran alimentos frescos y cocinan juntos con recetas saludables. La dieta correcta, el deporte durante la infancia y la juventud y el ejercicio aeróbico regular durante la edad adulta no son una moda temporal, sino un hecho beneficioso para la salud de cualquier persona, independientemente de su condición.
El control del seguimiento del programa del niño con diabetes debe de ser individualizado y personal, teniendo en cuenta el peso, alimentación, constantes, técnicas de administración, educación diabetológica, control de glucemia, manejo y uso de las jeringuillas y el glucómetro, además de todo lo relacionado con las actividades de prevención con el objetivo de evitar complicaciones letales, implicando a familiares y demás personas de su entorno en el control de la enfermedad.
Campañas de concienciación
El farmacéutico, como parte del engranaje del sistema de salud, puede prestar colaboración en campañas de concienciación alimentaria y tener material informativo en los establecimientos. Para la detección del sobrepeso y obesidad se podría realizar campaña de pesado de niños desde las farmacias, hacer un cálculo IMC en el momento y ofrecer información sobre salud y nutrición.
Actualmente se está llevando a cabo el proyecto EARNEST The Early Nutrición Programming, integrado por 16 países europeos, donde se trata de analizar la relación entre la alimentación desde el embarazo y etapa infantil, con el desarrollo de enfermedades en la etapa adulta, como la diabetes, obesidad, hiperlipemias, hipertensión, alergias alimentarias, etc.
El farmacéutico es una pieza clave para transmitir de forma clara, sencilla y correcta la información más importante sobre cómo debe ser la alimentación de los niños en estas importantes etapas, con el objetivo fundamental de establecer hábitos alimentarios saludables.
Para la elaboración de este artículo se ha contado con la colaboración de los doctores Ángel Julian Donado-Mazarron Romero, Joan Frigola Marcet, Pablo Shu Chung, Eloy Martínez Isern y Juan Antonio Muñoz García, del Cap San Pere, en Reus; Juan Antonio Ortega Vallet, Antonio Zafra Martínez, Luis Fernando Tapia González, Patricia Carrión Maroto, Pedro Fernández López y Antonio Hermoso Sabio, del Centro de Salud Las Flores; los especialistas en Medicina de Familia Custodio Buil Ferrero, Ana Guarch Ibáñez, Marta Trenchs Rodríguez, Susana Virginia Fontana y Alicia Mostazo Muntane, de Barcelona; Ismael Moisés Martin Socas, Nancy Margarita Luis Ramírez, Gretel Duarte Díaz, Soraya Iluminada Soto Rodríguez y Nayade Zambrana Pérez, de Tenerife, y Antonio Jiménez, Eduardo Rebollo, Miguel Puigserver y Ramón Usoz.