lunes. 20.05.2024

La prevalencia de la diabetes tipo 2 en España se sitúa entre un 10 y un 15 por ciento de la población adulta, a lo que hay que añadir las repercusiones cardiovasculares que conlleva. En los últimos años se ha observado un gran incremento por varios factores como el envejecimiento de la población, hábitos de vida sedentarios, alimentación inadecuada, la menor mortalidad de los diabéticos y un cambio en los criterios diagnósticos cada vez más estrictos.

El estudio di@bet.es-incidencia pone de manifiesto una incidencia superior en hombres que en mujeres, mayor riesgo asociado a factores ya conocidos, como la obesidad (IMC>30), su distribución central, el sedentarismo, los antecedentes familiares de diabetes, la hipertensión arterial y el tabaquismo.

De hecho, las causas que están relacionadas con más fuerza en el desarrollo de la DM2 son la edad, el sexo, el tipo de prediabetes previa, IMC>30, obesidad central, nivel educacional bajo, HTA, tabaquismo e historial familiar de DM. 

Los datos recogidos son preocupantes, ya que las tasas de sobrepeso y obesidad en España están entre las más altas de Europa y, por ello, es posible que la incidencia y prevalencia aumente en los próximos años tal y como está sucediendo en países de nuestro entorno. 

Control de la progresión

Es importante un diagnóstico temprano de la diabetes para poder iniciar el tratamiento hipoglucemiante en estadios precoces, ya que tiene como beneficios que se preserva la función de la célula beta pancreática, que mejora la sensibilidad de la insulina, retrasa la progresión de la enfermedad y disminuye el riesgo de complicaciones crónicas. 

El tratamiento precoz y multifactorial de la diabetes es clave para retrasar las complicaciones, aumentar la esperanza de vida de los pacientes y reducir su coste.

Se puede tratar la diabetes, evitar o retrasar sus consecuencias con dieta, actividad física, medicación y exámenes periódicos para detectar y tratar sus complicaciones. 

Actualmente, hay disponibles en el mercado varios grupos terapéuticos para el tratamiento de la DM2. Según las diferentes guías, en el primer fármaco a utilizar es la metformina. Es un fármaco potente en cuanto a la reducción de HbA1c con descensos de 1,5-2%, no produce hipoglucemia, y bien tolerado aunque en ocasiones como efecto secundario produce problemas digestivos, entre ellos la diarrea. 

Cuando con la metformina no es suficiente, se puede añadir sulfonilureas, inhibidores de la DPP-4 y análogos del GLP-1 por ese orden.

En cuanto a la seguridad, la metformina ha demostrado ser segura, ya que no produce hipoglucemias al igual que los iDPP-4 y GLP-1. Con las sulfonilureas hay que ser más cautos en pacientes que vivan solos o sean de edad avanzada por el alto riesgo de hipoglucemia que presentan.

Tolerancia

En líneas generales,  los nuevos antidiabéticos orales suelen ser bien tolerados, aunque hay que llevar un control global de los factores de riesgo asociados a estos pacientes priorizando la utilización de fármacos con baja incidencia de hipoglucemias y de aumento del peso, puesto que es evidente la relación directa entre la DM2 y el sobrepeso, así como la incidencia negativa que ciertos fármacos como sulfonilureas y glitazonas tienen sobre el mismo por lo que siempre que sea posible se debe utilizar aquellos fármacos que tengan un efecto beneficioso o al menos neutro en la pérdida de peso como metformina, inhibidores de la DPP-4 o agonistas del GLP-1.

Cada grupo farmacológico tiene sus efectos secundarios característicos. Así, los de la metformina se centran en la sintomatología abdominal y acidosis láctica; las glitazonas y sulfonilureas, en  hipoglucemia; las glinidas, hipoglucemia y aumento de peso; los  iDPP-4, cefaleas, estreñimiento y mareo; los análogos GLP1, náuseas, vómitos y diarrea, y los inhibidores SGLT-2,  infecciones genitales y urinarias. 

Para la elaboración de este artículo se ha contado con la colaboración de los doctores José Vicente Raga Casasus, Antonio de la Cruz Renovales, Rafael Llorca Pellicer,  Lourdes Marques Roy, Juan José Martinez Lahuerta y Pedro José Pinza Pérez, del Centro de Salud Guillem de Castro.