sábado. 18.05.2024

La rehabilitación cardiaca consiste en la realización de un plan de trabajo individualizado según la enfermedad cardiaca que se padezca (infarto agudo de miocardio, valvulopatía, trasplante de corazón,...) que incluye un entrenamiento físico, una educación para una vida cardiaca sana (actuación sobre los factores de riesgo como HTA, hipercolesterolemia, diabetes, obesidad y tabaquismo) y un asesoramiento para reducir el estrés.

La finalidad es, en definitiva, restablecer o conseguir la mayor calidad de vida en pacientes con cardiopatías y, si es posible, mejorar el pronóstico de la enfermedad. En nuestro medio, los pacientes con cardiopatía isquémica e insuficiencia cardiaca son los que más ocupan este tipo de programas.

El programa incluye un apartado de prevención secundaria para que el propio paciente controle los llamados factores de riesgo (colesterol, hipertensión, dietas nocivas para el corazón...) y que aprenda hábitos de vida positivos que harán más difícil una recaída. También se estudia el tipo de vida laboral que desarrolla el paciente. Es evidente que están desaconsejados los trabajos que exijan esfuerzos físicos violentos, pero lo normal es que no haya problema y que el paciente se adapte sin problemas a su ritmo de vida anterior.

Ejercicio físico

Pero posiblemente el apartado más importante de un programa de rehabilitación cardiaca sea el entrenamiento físico. Debe ser individualizado para cada paciente y tiene que alcanzar la llamada frecuencia cardiaca de entrenamiento, que se determina según el resultado de la ergometría o prueba de esfuerzo. Si el paciente es de alto riesgo o su estado de salud lo aconseja, debe realizar su rehabilitación en un centro médico.

Este tipo de programas debe ser dirigido por un cardiólogo. El especialista es el único capaz de detectar y valorar los cambios en el estado del paciente cardiaco y, por lo tanto, adecuar el programa en cada circunstancia. Por ello, es preciso que también en las sesiones externas exista esta figura. También debe haber una enfermera entrenada en reanimación cardiopulmonar y que disponga del material adecuado para asistir al médico en caso de problemas.

Desfibriladores

Es importante que haya desfibriladores en lugares públicos dado el alto índice de supervivencia que se consigue tras su utilización ante una parada cardiaca. La supervivencia se incrementa de un 10 a un 30-50% si se usara un DEA y se aplicara RCP antes de transcurridos 5 minutos tras un ataque. Por tanto, en cualquier puesto de atención sanitaria debería de haber un desfibrilador externo automático o un desfibrilador externo semi automático (DEA/DESA) y si hay facultativos, un desfibrilador. En los lugares con aglomeraciones, en los cuales la probabilidad de que pueda acontecer una fibrilación/taquicardia ventricular es superior debe de haber disponibilidad de DEA/DESA o de forma idónea, la accesibilidad de personal facultativo para abordar una RCP avanzada.

Así, en polideportivos, institutos, universidades, centros comerciales, aeropuertos, estaciones de metro concurridas... son algunos espacios públicos que deberían de contar obligatoriamente con un desfibrilador externo automático o semiautomático.

Formación

En caso de emergencia, cualquier persona que tenga el conocimiento debería de poder utilizar estos aparatos. Desde el 2010 se incluye como parte del soporte vital básico. La aparición de los DESA ha supuesto un gran avance y su uso mejora la supervivencia por la rapidez con la que se puede aplicar la desfibrilación, debido a su fácil transportabilidad por su tamaño y peso, poder ser usado por personal no entrenado, adaptándose a los protocolos existentes e, incluso, el propio aparato dirige verbalmente la actuación del personal que solo tiene que colocar correctamente los 2 electrodos y pulsar el botón de descarga cuando se lo indique el propio DESA. Para usarlo hay que conectar los electrodos al paciente,  no tocarlo mientras está analizando el ritmo, aplicar el choque cuando lo pide el DESA y cuando se realiza la descarga nadie debe tocar al paciente.

La formación necesaria es la de unos primeros auxilios (reconocer signos de parada cardiorrespiratoria) y que además pueda realizar un soporte vital básico. Sería muy útil realizar cursos de RCP básicos y uso de DESA y DEA. Es importante que conozca los riesgos externos de la utilización de un DESA, para no exponer a otras personas y a él mismo a riesgos innecesarios. En esta actividad participan tanto el estamento médico como el de enfermería y auxiliares de enfermería.

Para la elaboración de este artículo se ha contado con la colaboración de los doctores especialistas en Medicina de Familia Oma Salvadora Mira Gimeno, Amparo Lucia Aznar Basset, Eduardo Anton Crespo, Fernando María Navarro Ros, María Rosa Gómez Gómez y José Vicente Fenollar Aparicio, del Centro de Salud Ingeniero Joaquín Benlloch; Silvia Castells Juan, Mª Dolores del Moral Chust, María Mora Moya y Fernando Sapiña Ortola, del Centro de Salud de Cullera; los médicos de Atención Primaria Carmen Moreno Ribelles, Julio Jiménez Franco, Julio Aguilar Cano, Julia Martínez Nogues, del Centro de Salud Liria; Ana Denia Tomás, Ana Isabel Esteve Ardid, María Angustias Fernández Martínez y Lidia Sales Juan, del Centro de Salud Beniopa, y Joaquín Ferreres Ruiz, Enrique Grajales Pardo, Esther García Martínez y Alfredo Bailach Roca, del Centro de Salud Mislata.